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Converses literàries a Formentor

Andrés Rábago (El Roto): "Intento huir de cualquier identidad en la que quieran encerrarme"

Milita en la sátira social con su heterónimo El Roto, viñetista afianzado en las páginas de El País. Hablará esta mañana (10.30 h) del barrio de Montparnasse de los años 20 y de la utopía que muchos pintores persiguieron cuando llegaron a la Ciudad de la Luz

Andrés Rábago, ayer, en Formentor. cati cladera

-Va a hablar sobre un libro muy curioso, El París de Kiki, donde se refleja la bohemia artística de esa ciudad en los años 20.

-Sí. Para empezar, es un libro que tiene muchas imágenes. Me gustan las publicaciones ilustradas. Y por otro es un libro sobre una época que me interesa más por sus resultados que por la forma en que se llega a ellos. Porque a mí la bohemia no me interesa en exceso, pero sí lo que produjo ese movimiento.

-¿Montparnasse es un mito?

-Montparnasse es un mito creado. Se formó con la voluntad de lanzamiento de una ciudad, una maniobra muy inteligente. Francia permitió cosas que en otro lugar no se permitían por entonces. Montparnasse se exportó como marca de toda una época y una ciudad. Fue una de las mejores campañas de publicidad que jamás se ha hecho de una urbe.

-¿Hay algún Montparnasse hoy día?

-Bueno, quizá la Movida madrileña lo fue en alguna escala o incluso Barcelona. Ahora Berlín parece un lugar de mucha libertad creativa. Nueva York nunca lo ha podido ser por su propia capacidad económica y la mercantilización. En cualquier caso, siempre hay algún foco de bohemia. Lo que pasa es que no hay necesidad de crear guetos. Ahora todo el mundo está comunicado con internet. Por eso la bohemia está dispersa.

-Ha comentado que no le interesa la bohemia en sí misma.

-Es que no soy nada bohemio. Pienso que la gente más solvente trabaja bastante y está bastante metida en su estudio. A lo mejor salen a alguna fiesta, pero si quieres ser un buen artista, sobre todo pintor, no es muy compatible con una vida disipada o de alcohol. Con la escritura igual es diferente. Pero la pintura exige serenidad para pensar. La gente que pinta es silenciosa, meditativa, reflexiva. Necesita serlo para mirar.

-¿Está cansado de la corrección política?

-La verdad es que existe cierta imposición de lo que puede y debe ser dicho o no sin que haya una censura explícita. Si quieres evitar polémicas, a veces hay que aplicarla para no distraer la atención de lo que quieres decir. Como a mí me interesa ser preciso, evito cosas que pueden resultar confusas.

-¿En qué se diferencian Rábago y El Roto?

-Yo soy el empleado tanto de Rábago, como de Ops y El Roto. En realidad, son mis heterónimos. Me proporcionan distintos niveles de percepción de la realidad, me permiten ver otras cosas distintas saliendo de mi cotidianidad. Cada uno de ellos tiene un contenido y una dimensión que me permite ver las cosas desde lugares diferentes.

-¿Hay algún tema que le duela dibujar?

-No sufro con mi trabajo. Lo que pasa es que sí hay asuntos que sabes que no vas a poder tratar con la sátira, por ejemplo cuestiones trágicas como un terremoto o tragedias personales y familiares. A mí me interesa todo aquello que nos concierne a todos. En los medios se le está dando demasiado protagonismo a hechos personales que no tienen dimensión pública. Es una hipertrofia enfermiza de la profesión. Morbo.

-Sus dibujos son muy de pensar en el futuro.

-No es tanto una preocupación por el futuro, sino que es como si yo estuviera en él, hablando desde el futuro. Esa distancia con el objeto me permite mirar con más claridad. Es como el distanciamiento que utilizaba Brecht. Se produce una cierta ceguera cuando miras las cosas tan de cerca.

-¿Dibuja para desenmascarar?

-Toda realidad es máscara, una ficción. Cada uno de nosotros somos creadores de la realidad. Hay una especie de realidad colectiva que hemos decidido entre todos que es ésa. Y desmontar ese engranaje para que cada uno de nosotros podamos verlo desde nuestra propia óptica es un poco lo que intento.

-¿Cómo dibujaría esta misma mañana la situación de Cataluña?

-Bueno, el dibujo de hoy [ayer] representa un poco lo que pienso. Es un hombre reflexivo sentado en una piedra cerca del mar. El texto adjunto viene a decir: "Que me hablen de identidades o de nacionalidades me produce claustrofobia". Es ese encerramiento en unas identidades ficticias de lo que intento huir e intento mostrar que debemos huir. Que nos aten a unas identidades que muchas veces no hemos elegido. La identidad no es la identidad que otros deciden que es tu identidad. Cada uno de nosotros decide cuál es su propia identidad. De hecho, es muy difícil conocer cuál es nuestra identidad. Si seguimos profundizando, nos daremos cuenta de que no tenemos identidad y de que nuestra identidad más profunda es universal. Sería ese alma que nos habita y desconocemos. Por eso es tan importante irnos desnudando de esas falsas identidades e ir siendo cada vez más lo que realmente somos.

-¿Por qué desdibuja las caras?

-No me interesan los personajes públicos. No hago caricatura. No gastaría tinta en dibujar a alguien que no se merece ese tiempo. Y me interesa lo que congrega a otras personas. Me interesa aquello en lo que cualquiera pueda identificarse. Es cierto que casi todos los personajes que saco son masculinos, porque inevitablemente el poder es masculino. Y espero que eso cambie. Cuando represento a las mujeres es en situaciones no de poder, sino de pensamiento o reflexión.

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