Alberto Manguel recogió ayer el Premio Formentor dedicándole unas hermosas palabras a la lectura, su compañera de viaje, de vida y de trabajo. El escritor argentino-canadiense hilvanó en su discurso, titulado Las lágrimas de Isaac. De cómo la lectura inventa la realidad, una historia sobre la ficción desde los primeros impulsos narrativos de nuestra especie pasando por las tablillas mesopotámicas, las historias bíblicas o su estimado Dante Alighieri. "Los libros son mundos donde intentamos leer nuestra realidad", sostuvo el autor de Historia de la lectura. "La lectura me ofrece el reino de este mundo y de todo mundo imaginable de manera más íntima y convincente que la realidad misma", apostilló.

Además de estas consideraciones, el escritor también llevó su parlamento al terreno personal, explicando cómo muchos de los personajes de sus lecturas han ido perfilando su personalidad. Puso como ejemplo los libros de Julio Verne en su adolescencia. "Ahora me reconozco más en el viejo rey Lear", confesó. "Sin duda, los libros humanos ofrecen un vasto catálogo de identidades entre las cuales podemos reconocer las nuestras", prosiguió.

El ganador del premio también fue dando pistas sobre su biblioteca personal y cómo la fue fraguando. Incluso apuntó que la suya no es imparcial y que en ella no cabe todo. Puso como ejemplo uno de los textos que más le ha indignado a lo largo de la historia, a saber, la historia de Abraham e Isaac en la Biblia, el sacrificio del hijo por la obediencia ciega a Dios. "En ese relato está la raíz de las mayores atrocidades del mundo. No merece mi respeto, es deleznable",señaló.

Por último, apuntó a la literatura como uno de los asideros que tiene el ser humano para intentar comprender tanto su propio mundo como lo que está más alláde su entendimiento. "Creamos un universo paralelo donde damos nombres a las cosas y creamos constelaciones en un intento de dar sentido a algo inefable que no podemos entender ni alcanzar", indicó. Reforzó esta idea ahondando en un concepto más moral como la verdad. "La literatura nos permite contar nuestra ancestral experiencia de tantas maneras como sea necesario, para poder leer en esas ficciones, aunque sea imperfecta y oscuramente, lo que sospechamos es la verdad".

Manguel recibió el premio de manos de Marta Buadas y Simón Pedro Barceló, cuyas familias son las mecenas del galardón, dotado con 50.000 euros. Por su parte, el presidente de la Fundación Santillana Ignacio Polanco recordó a todos aquellos escritores que ya no están y han dejado su huella en las conversaciones durante estos diez años: Carlos Fuentes, Juan Goytisolo, Saramago, Piglia y Castellet.

Por su parte, Basilio Baltasar leyó el acta del jurado. "La obra de Manguel es una de las más lúcidas indagaciones en la historia orgánica de la biblioteca universal. Ha retratado con enciclopédico saber la vida de los libros", refirió.

La entrega se celebró frente a cerca de 400 personas en una nueva ubicación en el hotel, en concreto en una gran carpa en el jardín con el doble de capacidad que la terraza donde se celebraba con anterioridad. Tras la ceremonia, se sirvió un cóctel junto a la piscina. Allí estuvieron los ponentes de las Conversaciones en esta edición además de invitados como el escritor y articulista de este diario José Carlos Llop, el autor y comisario Enrique Juncosa, la gestora cultura Camila Cela, los dibujantes Max y Anapurna o el artista Grip Face, entre otros.