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Música

Buenas vibraciones

Mamen Díaz ofrece en Palma esta terapia, que incluye en sus prácticas de yoga - Utiliza unos recipientes milenarios

Sonidos y vibraciones salen del recipiente milenario cuando empieza a percutirse. Guillem Bosch

Muy buenas vibraciones. Es lo que desprenden los conciertos de cuencos cantores tibetanos que ofrece en Palma la terapeuta del sonido Mamen Díaz y que además incluye en sus prácticas de yoga. Unos milenarios recipientes que se han utilizado desde hace siglos por sus efectos terapéuticos y relajantes, que desprenden "una gama de sonidos armónicos o sobretonos y tienen una sonoridad que perdura por largo tiempo expandiéndose por todo el ambiente, cambiando la vibración de su entorno, limpiando, activando y armonizando", apunta Díaz.

Una baqueta comienza a percutir sobre un cuenco resultante de la aleación de hasta nueve metales hasta que el recipiente empieza a emitir su particular canto. Los efectos no se hacen esperar. "Los cuencos, nos conectan a través del sonido, la vibración, con nosotros mismos y con el Universo alineándonos en perfecta armonía. De tal forma que el cuerpo se queda en un estado de relajación completa y la mente libre", explica la experta.

Equilibrio energético

Díaz, que ofrece estas sesiones a nivel individual, grupal y en las propias clases de yoga que imparte en su centro Palmabalance, desglosa los beneficios de estas resonancias armónicas. "Aportan una sensación de unidad cuerpo, mente y espíritu, proporcionando bienestar, equilibrio energético y una gran paz interior", señala la terapeuta.

"Lo más importante para mí, es que la persona note un cambio desde el momento que entra por la puerta hasta que termina su sesión, equilibrando cuerpo, mente y alma", abunda la también profesora de yoga.

Tras varios años recorriendo Asia, Díaz dio con dos maestros en vibraciones armónicas, cuencos tibetanos (o cantores) y cantos armónicos que le permitieron formarse en la materia. "La formación fue fluir, fluir con la percepción, observando al compañero con el que estábamos haciendo la práctica, observarte a ti, qué quieres transmitir en ese momento, qué es lo que te resuena del otro cuerpo, del conjunto de personas que se encuentran en la misma sala...", sostiene.

Los recitales se ultiman al detalle. "Antes de cada concierto grupal o sesión individual, se prepara la sala, y yo también, para poder partir desde un punto de neutralidad, ¡de nada serviría venir al concierto y que yo desprenda nerviosismo, todos acabarían igual que yo!, pues la terapia de sonido se basa en el principio de resonancia, por el cual una vibración más intensa y armónica contagia a otra más débil, disonante o no saludable", recalca. Estas sesiones incorporan los cuencos tibetanos y gong, prosigue Díaz, quien asegura que en breve incluirá un tambor chamánico: "¡Estoy en la búsqueda del mío!". En este sentido, aclara que para llevar a cabo una interpretación no es necesaria la jeraquía instrumental de la Filarmónica de Viena. "No hay un número concreto de cuencos o gongs que se necesiten, esto depende más del terapeuta ya que los sonidos varían en función del manejo de la baqueta y las características del cuenco, aunque sí necesitamos abarcar sonidos graves y agudos, la combinación perfecta de gamas de sonidos para poder trabajar en todas las zonas", agrega.

En sesiones individuales, cuando, estos ´instrumentos´ se percuten sobre el propio cuerpo, se produce un masaje sonoro también en el sentido literal, ya que sonido y vibraciones entran en contacto directo con el cuerpo.

"En este caso, nos focalizamos exclusivamente en la persona que lo recibe. La vibración y el sonido de los cuencos trabajan sobre el cuerpo energético y áurico, equilibrándolo a través de cada uno de los chakras, y físicamente nuestra estructura ósea, nuestra columna vertebral y a cada célula de nuestro cuerpo para establecer la perfecta armonía", detalla la sonoterapeuta.

"Liberación"

Esa tormenta melódica deja su huella en el público. "Siento una paz consciente y una relajación absolutas. Las diferentes vibraciones se pasean por distintos lugares del cuerpo, en ocasiones parece que te atraviesan cual rayos y en otras se mueven circularmente", relata su experiencia una asistente a estas sesiones.

"Una vez acabado el concierto perdura esa sensación de paz unida a la de liberación. Además, me siento energizada independientemente de que antes de la sesión estuviera cansada o no", cuenta una habitual de estos recitales.

"Es como si el sonido se introdujera dentro de ti y activara los resortes para la relajación y la paz, y para tomar conciencia de uno mismo", describe otra asistente.

Todo un baño sonoro para sumergirse en un océano de bienestar y paz y alcanzar la cima de la armonía.

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