A veces las notas de un piano pueden sonar más fuerte que los silbidos ensordecedores de las bombas. No es la fantasía de un pacifista, ni la poesía de un filme de autor. Aeham Ahmad está de gira por Europa y el 27 de septiembre en el Teatre Principal de Palma tendremos la ocasión irrepetible de conocer y escuchar la melancolía del exilio de un pianista que concibe la música como un arma para construir la esperanza de un mundo diferente.

" Music for Hope está dedicado a mi pueblo, que quiere vivir libre pero su voz no se escucha", subraya Ahmad.

Nacido en el año 1989 en Yarmouk, un campo de refugiados palestinos a las puertas de Damasco, las imágenes de Aeham Ahmad al piano, rodeado por los escombros de los bombardeos en la periferia de la capital siria, han conmovido al mundo entero. Allí Ahmad tocaba todos los días su piano que llevaba en una carretilla, rodeado de niños que le acompañaban cantando. Una forma de resistencia a la guerra, la sublevación de la música contra el estruendo mortífero del conflicto militar.

El día en que los milicianos del Isis quemaron su piano -porque la música occidental es considerada pecado mortal- y matado a uno de los niños que estaban en torno al piano, Ahmad decidió dejar su país y huir hacia Europa a través de la ruta balcánica, junto a miles de migrantes. Así viajó durante un año hasta su llegada a Alemania, donde adquirió el status de refugiado, y comenzó a tocar en teatros, siendo el primer artista en recibir el Premio Beethoven, en 2015, por su trabajo en favor de los derechos humanos.

Trabajando en un segundo CD

En agosto de 2016 se editó Music for Hope, su primer álbum compuesto de 18 temas que cuentan el drama de la guerra en Siria por medio de una música "clásica" de estilo plenamente occidental, conjuntada armónicamente con los versos y las melodías de los cantos árabes. Una fusión sorprendente que se traduce en un universo musical inédito y fascinante. Actualmente está trabajando en su segundo álbum y su autobiografía, ambos previstos para 2017.

Una historia única y, probablemente, similar a la de tantos seres humanos escapando de la guerra, forzados a abandonar sus propias raíces en busca de un futuro mejor o simplemente de un futuro. Ahmad ha encontrado ese futuro. Y lo ha encontrado en Europa, la Europa de la música clásica que descubrió de pequeño en Damasco y que, considerando todo, le ha salvado la vida.