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Con nota

Claudia Carotti: "Se ha abusado del ordenador en la música electrónica de baile, por eso suena tan igual"

"Cuando tocas un instrumento de verdad y no un programa de software, el error entra a jugar un papel importante en el proceso de creación""Me encanta la música de John Carpenter y sus películas o lo que está haciendo la banda SURVIVE para la serie de Netflix ´Stranger Things'"

Claudia Carotti, en el parking del aeropuerto de Palma. g. bosch

Claudia Carotti (Inca, 1984) compone música inquietante. Su facilidad para crear suspense en sus temas de disco y synthwave la sitúan perfectamente en la senda de las bandas sonoras de John Carpenter. Un sonido que alude a las películas de terror de los años 80-90 de Dario Argento. En el pasado, ha actuado en festivales como Territorios Sevilla o Femelek y ha ofrecido su directo en salas mallorquinas como Cultura Club, Paladium, Factoria de So o el Festival Inc´omodo. Ha colaborado con Velvetine y fue parte activa del colectivo Matrioska y del festival que organizaron en Sa Possessió.

-Estudió piano y solfeo, y después pasó a manejar las herramientas electrónicas. ¿Cómo se produjo la transición?

-Estudié piano en una academia particular hasta los 16 años. Cursé unos ocho o nueve de solfeo y piano. Los suficientes para adquirir una base del lenguaje musical. A los 17 ó 18 empezó a interesarme muchísimo la música electrónica gracias a mi padre, que es muy melómano. Eran los inicios de los 2000, cuando se pusieron de moda Orbital, The Chemical Brothers, Fatboy Slim, The Prodigy, esos grupos que hacían electrónica sin etiqueta. Entonces mi padre empezó a comprar y consumir este tipo de música. Recuerdo perfectamente cuando mi padre llegó un día a casa con un cedé de Orbital y me dijo: "Escucha esto, Claudia, que creo que te va a gustar". Y me rompió los esquemas. "¿Pero esto qué es? Yo quiero hacer esta música", pensé.

-Y se fue a estudiar a Barcelona.

-Sí. Empecé a nutrirme de ese tipo de música y a los 18, cuando ya estaba convencida de lo que quería hacer, me fui a Barcelona a estudiar Sonido.

-¿Hasta qué punto esos conocimientos de piano o solfeo le han ayudado a la hora de componer música electrónica?

-Al principio pensaba que no me servirían de nada. Pero me han hecho adquirir algo que creo que mucha gente no tiene y que cuando empiezan a hacer música les cuesta mucho adquirir: oído. Cuando yo escucho una canción, sé que notas son. Te las saco en un momento con el piano. Y eso a la hora de hacer música y componer es muy básico. Porque tienes la melodía en tu cabeza y la sabes sacar en seguida. Yo no soy pianista. Para mí, el piano es una herramienta para trabajar y componer.

-¿Compone con el piano o el teclado?

-A veces. Uno de los proyectos que tengo ahora es con una pianista profesional, Gabriela Parra. Ella tiene un piano de cola en casa y con ella sí que compongo con el piano. He vuelto al instrumento de mi infancia pero con más libertad. Me da igual equivocarme ahora. Antes con las partituras era muy estricta. Ahora uso el piano como herramienta. Voy probando y me equivoco hasta que sale algo.

-¿Sigue componiendo con programas de ordenador?

-Ahora no. Cuando volví a retomar la música decidí hacer música con sintetizadores, todo analógico.

-Como hacían la música en los 80.

-Exactamente. Y también con sintetizadores digitales, pero en lugar de software, lo hago con hardware. Es decir, con algo físico. Yo utilizo software únicamente para grabar y para la mezcla. Pero el proceso creativo y compositivo lo hago siempre con instrumentos físicos.

-¿Por qué este cambio?

-Porque soy más consciente de lo que hago. Es decir, me gusta mucho el tema del ensayo-error. Y el software casi todo te lo deja perfecto: el sonido que tú quieres, el tempo que tú quieres y si te equivocas te lo corrige. En cambio, si tú eres más consciente de lo que estás tocando, eres como tú misma con la máquina. No es la máquina haciendo tu trabajo. Tocar algo físico también es más divertido.

-¿Te sientes más músico?

-Sí. Estás con un instrumento de verdad. Y entra el factor de la importancia del error a la hora de crear. Con esto me he dado cuenta de que en realidad técnicamente no soy tan buena. No me avergüenza decir que técnicamente me falta mucho por avanzar y aprender. Ahora me estoy reciclando, pidiendo ayuda a amigos, haciendo cursillos por mi cuenta.

-¿Se ha abusado del software y de los programas en la electrónica?

-Es el acceso fácil para mucha gente que no ha estudiado nunca solfeo o piano. En parte me parece bien, pero por otra se pierde la esencia de la música. Y da un poco la sensación de que todos los sonidos son iguales. Esto ha pasado sobre todo con la electrónica de baile, donde se ha abusado. Ahora tengo sintetizadores de los ochenta. Algunos ya están obsoletos. No creo que encuentre ese sonido en muchos sitios más. Y eso se nota. El analógico es un sonido más orgánico. El digital es más plástico y perfecto.

-¿Qué es Serie Z?

-El proyecto que ahora tengo con Jaume Cladera, teclista de Doble Pletina. Nos llamamos Serie Z porque nos da miedo no tener todos los recursos a nivel instrumental y técnico, y con los pocos que tenemos intentamos sacarle el máximo partido. Siempre estamos buscando nuevos instrumentos. Nos vamos al Mercat dels Encants de Barcelona y nos compramos cosas. Tenemos un autoarpa que es un instrumento que se toca con una placa metálica, con los dedos, y es de Suzuki. Ya no se fabrica. Y una de las canciones que tenemos está hecha con un arpegio de este instrumento. También intentamos hacer las percusiones con cosas e introducir chasquidos de dedos y otros sonidos reales. Usamos la voz también. Por ejemplo, grabamos voces en el Google Translate. Las editamos, les ponemos efectos. Intentamos salir de la norma. Y de esa manera no sólo sonamos diferente sino que también nos divertimos muchísimo durante el proceso.

-¿La finalidad de este proyecto son las bandas sonoras?

-Queremos irnos hacia la música de bandas sonoras de terror. Carpenter, el retrowave o el synthwave de los 80, que está resurgiendo. Queremos crear como paisajes sonoros, de tal manera que cuando escuchas la canción ya te estás imaginando la película. Las tres canciones que llevamos hechas podrían parecerse a cualquier banda sonora de la serie Stranger Things. A lo que hace la banda SURVIVE.

-¿Ha tenido que soportar mucho machismo en su escena?

-En los estudios de Sonido sólo éramos dos chicas de un total de cincuenta alumnos. Cuando empecé a hacer música comencé a conocer a otras chicas que también hacían y nos sorprendía mucho conocernos. Ahora lo veo normal. Pero con 20 añitos, no. Ha sido una transición de diez años. En esta década creo que han cambiado mucho las cosas. Siempre están los típicos comentarios de "¿pero lo haces tú?" O "¿es tu música esto o lo estás pinchando?" O "¿lo estás haciendo con alguien o eres tú sola?" Yo ya era muy sensible a este tema y pensaba "¿qué me quieres decir con esto: que soy chica y que por eso dudas de que esta música sea mía?" Siempre había comentarios de este tipo. O cuando iba a muchas salas, los técnicos de sonido me venían a ayudar sólo a mí y al resto no. El técnico me decía: "tranquila, ya lo hago yo, tú ve a tomarte algo." No sé si esto son actitudes machistas. Pero algo hay.

-¿Cómo lleva los directos?

-Tengo pánico escénico. No soy artista de directos. A mí lo que me gusta es encerrarme en el estudio. Me cansé también por los comentarios que me hacían sobre ser chica y estar haciendo mi propia música. Yo soy de la opinión de que la música no tiene género. No hay música de chicas o de chicos.

-¿Cómo ve la escena de electrónica en Mallorca?

-Ha cambiado mucho. He colaborado con Velvetine, en sus fiestas. He aportado mi directo cuando yo tenía mi proyecto como Claudia Carotti. Y son amigos, gente con la que me llevo bien y siempre que puedo les echo una mano. Antes la escena electrónica era o house o techno. En las islas se escuchaba el Balearic House. Ahora no, la juventud escucha trap, EDM [Electronic Dance Music], reguetón. También está el factor del turismo. Yo lo veo mucho en Can Picafort. Allí vas a cualquier discoteca y los djs, aunque no escuchen nada de esa música, la ponen porque a los extranjeros les gusta. La escena ha cambiado.

-¿Ya no hay clubs de electrónica?

-El ambiente de club ha cambiado. Antes yo salía a bailar. Ahora salgo y me aburro. En Barcelona hay salas que se mantienen, como el Moog. Aquí apenas hay clubs. Está el Brooklyn, que me gustó. Y el Warehouse, que me sorprendió muy gratamente. Es como entrar en una discoteca de Berlín y te guste o no hay una filosofía: quieren poner house. Velvetine hace cosas más artísticas. Y a nivel de electrónica experimental sí hay gente, lástima que sea poca, que hace cosas. Hay un chico de Búger que está haciendo un festival muy interesante que se llama All About Arts.

-El festival de cabecera de la música electrónica experimental, Sónar, también ha cambiado. ¿Les quedan referentes?

-Como ahora se lleva el trap, el 90% del último Sónar fue trap. El Sónar lo ha comprado una gente de Inglaterra, ya no lo llevan desde Barcelona. Por eso hay más trap. Ha cambiado la estética, el cartel y la programación de los artistas. Ya no tiene tanto prestigio. Ahora hay otro festival en Barcelona que me interesa muchísimo, el MIRA, que aúna el arte visual con sonido, o la gente de Conjunto Vacío. Creo que los festivales más importantes del país se están comercializando demasiado. Tú te vas al Primavera Sound ahora y hay cualquier tipo de público y de grupo. Para mí no vale la pena. Es un producto muy descarado. Me interesan más otros. Es necesario que haya festivales más pequeños que no son un producto y apoyen a gente que está empezando.

-¿Es la electrónica la música más vanguardista?

-No tiene por qué. Estamos en un momento en el que sobran muchas etiquetas. Está todo muy mezclado. A lo mejor el proceso creativo de la música electrónica sí que es la manera más vanguardista. Pero hoy en día están saliendo registros nuevos. También de música contemporánea. Me gusta este momento tan abierto. Supongo que en algún momento se acabará definiendo todo.

-¿Qué opina de David Guetta?

-Respeto a la gente que escucha ese tipo de música. Porque seguramente es gente que se conforma con lo primero que le ponen. Y que no ha recibido una educación musical en el sentido de que no han tenido la posibilidad de nutrirse o la curiosidad de hacerlo. Lo respeto pero no lo considero buena música. El reguetón lo odio. Es muy machista. Abriga proyectos que no son ni interesantes ni productivos.

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