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A tiro

Cuando falla el enfoque

La conselleria de Cultura ha pecado de querer cumplir antes con un plazo de tiempo que con un buen punto de partida para el Plan de Cultura. Primer pecado. Para satisfacer su objetivo no eran necesarias 70 páginas con contenidos en ocasiones contradictorios entre sí y con una presentación caótica. Da la sensación de que el equipo que ha participado en la redacción de este primer documento ha estado falto de directrices sobre lo que había que plasmar en él y acerca del enfoque del diagnóstico, para mí el pecado número dos de este documento. Cuando en estos folios se habla de puntos débiles de nuestra cultura, únicamente se hace referencia a datos estadísticos que los medios de comunicación llevamos años publicando.

"Los baleares gastan una media de 287 euros en cultura, la mayoría destinados a equipos y accesorios audiovisuales de tratamiento de la información e internet". Leer un diagnóstico de este estilo, anticuado y superficial, me ha entristecido y preocupado. ¿Nadie ha diagnosticado que uno de los problemas más importantes que tiene la cultura es la injerencia política y sus derivados y la falta de implicación de la sociedad en ella en parte porque se le ha vendido como un producto más y no se le ha hecho comprender a la gente que es imprescindible para la cohesión social y la comprensión libre y crítica de su día a día, de la sociedad en la que vive y de uno mismo? ¿O que las instituciones culturales resultan poco democráticas? ¿O que la precarización de los puestos de trabajo en el sector cultural no son únicamente a causa de los exiguos presupuestos públicos dedicados a la cultura? ¿O que no aparezca ni una sola vez la palabra "educación" en el diagnóstico?

Es de justicia decir que al menos se menciona en el apartado de "oportunidades" la necesidad de establecer sistemas de control y análisis del retorno social de las actividades culturales llevadas a cabo con subvenciones públicas o la necesidad de reforzar la transparencia en las comisiones que valoran los proyectos que reciben apoyo institucional. Veremos más adelante si mencionar estos dos puntos significa algo tangible. El caso es que si este plan iba a suponer en parte un cambio de pauta, filosofía y funcionamiento, ¿por qué el diagnóstico es tan tibio e insuficiente?

También preocupa el desencanto que está contaminando a muchos de los agentes culturales. A unos porque este primer documento les parece insuficiente y hasta errático, tanto en la redacción como en la metodología, y a otros porque ya no se creen nada después de las vicisitudes culturales acaecidas en la primera mitad de la legislatura. Fanny Tur parece que tendrá que tomar partido en algún momento del Plan por el nuevo o el antiguo paradigma cultural (de momento integrados de manera caótica y contradictoria en estos primeros textos) y retomar el contacto no con poca gente de la comunidad cultural, aunque no pueda contentarlos a todos. Éste, el de complacer a la totalidad, no debería ser su objetivo. La finalidad de todo este proceso son los ciudadanos. Iremos viendo.

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