Joan Llompart, 'Torrelló', trabajó durante 40 años en DIARIO de MALLORCA capturando los momentos con un gran ojo periodístico y un toque artístico. El fotoperiodista presenta hoy, a las 19.30 horas, en el Ayuntamiento calvianer el volumen Calvià, ahir, donde reúne algunos de esos instantes del municipio que sólo él era capaz de percibir. En blanco y negro y todas analógicas, como tiene que ser el fotoperiodismo, según Torrelló: "El color no me interesa, me interesa la imagen, el momento, ver una imagen que otro no ve. El color sobra, no tiene ningún valor".

Calvià ha cambiado, y mucho. El Ayuntamiento de este término ha querido documentar esta transformación por medio de la colección Calvià, fotografia de premsa. "Como el más viejo del lugar, tuve el honor de hacer el primer volumen", afirma Torrelló. Una serie de libros que plasman el crecimiento urbanístico, el boom turístico y la vida cotidiana, a través de diversas miradas fotoperiodísticas. "El turismo es muy diferente. Si los hoteles costaran 100 euros la noche, en vez de 100 euros la semana, no existiría Punta Ballena", afirma el fotógrafo.

Varias décadas atrás, todo era distinto. Se rodó El Mago con Michael Caine. Camilo José Cela y Miguel Ángel Asturias se reunían en el hotel Punta Negra. Incluso vinieron Yasir Arafat, invitado por Bruno Kreisky, y Muamar el Gadafi, con quien Torrelló mantuvo una curiosa anécdota: "Cuando entré en el hall del hotel, había como 20 maletas del mismo tamaño, forma y color, con tres niños sentados en una maleta. Me hizo gracia e hice una foto. Dos hombres gritaron "Nikon" y yo afirmé. Les dejé mirar la cámara, la abrieron y velaron el carrete. Los niños eran hijos de Gadafi. Empecé a gritar "policía, policía" pero nadie me hizo caso", relata Llompart.

Antes, a los fotógrafos se les encargaban dos o tres trabajos al día, lo que le permitía a Torrelló pasear por las calles de Palma, retratar momentos anecdóticos y acumular toneladas de archivo fotográfico. "Ahora tienen seis cosas a las doce, no tienen tiempo de mirar y no pueden ver", se apena. "Me da la sensación que el reportero gráfico solo estará para las fotografías oficiales porque están acréditados", añade. Hoy en día con un móvil en la mano podemos captar un accidente y enviarlo a la redacción de un periódico. "El profesional cuando llega con sus fotos se encuentra que ya han recibido doce de ese momento", apunta. "Están matando a esta figura poco a poco", continúa.

La cámara digital llegó dos o tres años antes de jubilarse: "Fue un drama para mí. Soy un inculto con el tema digital, y eso acabó la ilusión de la fotografía", explica Torrelló. "Yo soy del blanco y negro y de laboratorio. Siempre me ha gustado seguir el proceso de la fotografía: revelarla, fijarla, verla y crearla".

Torrelló tiene mucho material que quiere poner en orden. Toneladas de archivo fotográfico que guardan momentos que ya no existen. Muchos de ellos acabarán culminando un libro que recopilará su carrera profesional. En blanco y negro, por supuesto.