-Para que se haga cargo del tipo de entrevista: “¿Hay populismos buenos, que también se van al cielo?”

-La paradoja fundacional del populismo es su pretensión de ampliar la participación democrática, al tiempo que la reduce. Tomando la parte por el todo, el líder pretende hablar en nombre del pueblo. Las minorías pierden legitimidad como actores políticos.

-El mayor populismo son las redes sociales, y nadie se queja.

-El populismo se aprovecha del nuevo paisaje mediático porque le permite obviar a la prensa independiente, base esencial de la democracia a través del periodismo de investigación. Al líder le basta un tuit para divulgar su discurso sin críticas.

-El populismo argentino es eterno, en España todavía no hemos debutado.

-Después de la Segunda Guerra Mundial, el populismo no es viable en el ámbito europeo. En cambio, esta forma autoritaria de democracia deviene régimen en Argentina o Brasil. El peronismo es muy particular.

-Sale usted del populismo argentino para desembocar en Trump.

-El peronismo es el primer régimen populista, pero no representa el populismo platónico. La versión conservadora sustituye el demos por el etnos, ahí radica la diferencia fundamental del chavismo con el trumpismo o el Frente Nacional francés. Trump se inscribe en la relación que empieza con McCarthy. Desde la xenofobia y el nativismo, el populismo de derechas deviene régimen en el país más poderoso de la Tierra.

­-¿Fascismo y populismo son vecinos?

-Son parientes. El populismo surge antes y necesita ser votado, el fascismo, no. Perón es un dictador que destruye una dictadura y crea una democracia autoritaria a través de unas elecciones. En cambio, Venezuela y Turquía deforman esa definición hasta dejar de ser democráticos y pasar a la dictadura.

-¿El populismo necesita un pueblo predispuesto?

-Sí, porque sin los votos no tiene mayoría. A continuación, se justifica a sí mismo como voluntad absoluta de todo el pueblo. En España se intenta con Podemos, que son el pueblo y el resto son casta. ¿Cómo puede ser que un partido represente al pueblo en su conjunto? El resto, o son traidores o tontos.

-El populismo atrae a quienes Onfray llama “ateos de la política”.

-No estoy de acuerdo, hay que distinguir entre lo que dicen y lo que hacen. Trump se presenta como antipolítico, pero exhibe la teología política de un líder omnipotente, dotado de una intuición que no necesita explicación. Tiene un sesgo religioso.

-Un Gobierno escandinavo solo funciona con escandinavos dentro.

-El populismo representa un desafío a otras formas de entender la democracia. Es un sistema que surge de la percepción de una falta de representación, que sustituye por una verticalidad todavía mayor, donde se participa menos. El desafío es promover una democracia con diálogo y participación ciudadana.

-España no, pero, ¿Argentina podría regresar a los generales?

-Los historiadores no somos grandes intérpretes del futuro, pero no lo creo posible. En Argentina llevamos décadas de una democracia muy dinámica, con populismos y antipopulismos. No veo una legitimación de la dictadura en nuestra cultura política.

-¿Menem y Berlusconi anticipan a Trump?

-Por supuesto. En esta genealogía de derechas, el líder populista es un machista misógino que arremete contra los homosexuales. Este discurso alcanza dimensiones espeluznantes en Trump.

-¿El Papa Francisco también tiene un pasado?

-Viene del peronismo, pero no es un papa populista por haber simpatizado con el populismo argentino. Este sistema solo existe en democracia, y aunque el Vaticano en cuanto Estado no es ajeno a la política, al Papa no lo legitima por anticipado el pueblo.

-Argentina podría ser el país más rico del mundo.

-Fue uno de los más ricos del mundo, pero Argentina es hoy un país periférico, y no le vendría mal sentirse de esta manera.

-Kirchner, Macri, ¿la historia tiene sentido?

-En Argentina no somos tan originales. Seguimos el ciclo del populismo a la tecnocracia, dos sistemas que se retroalimentan.

-¿Qué distingue al Holocausto que usted ha estudiado?

-Que se da en el centro del continente europeo, en el marco de un proyecto totalitario, con el establecimiento de una máquina de asesinar con burócratas de escritorio. La deshumanización absoluta, que lleva a Adorno y Horkheimer a hablar de la “racionalidad instrumental”. ­