Casa Planas cultivó durante medio siglo una fantasía colectiva: la del turismo como forma de evasión. DIARIO de MALLORCA viaja en el tiempo y revisita la transformación turística balear de la mano de la nieta de Josep Planas i Montanyà, Marina, quien hace de cicerone en el piso familiar que custodia el archivo y los vestigios de la quincena de tiendas de fotografía que llegó a regentar el padre de las postales. El legado dormita ahora en una casa junto a las ruinas del antiguo cine Lumière, pero Marina Planas lucha por que la memoria tanto familiar como colectiva -pues las imágenes allí guardadas son parte importante de la historia del turismo en España- no languidezca. Es ella, con su equipo de colaboradores, quien está al frente de la reactivación del archivo, así como de la conversión de la colindante vieja fábrica de fotografía (en la Avenida Sant Ferran) en un centro cultural autogestionado.

El legado de Planas y Montanyà se reparte entre estanterías, cajas y cajones de madera. Más de tres millones de imágenes que empiezan a vivir una segunda vida y que están siendo digitalizadas por un grupo de estudiantes del CEF en prácticas supervisados por las también fotógrafas Neus Farrés e Isabel Forteza. La nieta del fotógrafo catalán que aterrizó en los años 40 en la isla para cumplir con la mili está revitalizando el patrimonio fotográfico de su abuelo a través de exposiciones, como Ciutat de Vacances en Es Baluard o las intervenciones en postales realizadas en Casa Planas por parte de Laura Marte, Neus Marroig y Esther Olondriz. También gestiona los derechos de publicación de las imágenes, habituales en los catálogos sobre Joan Miró (Planas fue uno de sus fotógrafos de cabecera). Una de sus últimas ideas para conseguir financiación a fin de revitalizar el archivo es ofrecer a los históricos establecimientos hoteleros imágenes ampliadas de su propia memoria, captada por el ojo de su abuelo. "Podremos reactivarlo todavía más en dos años, cuando estemos rentabilizando los estudios para artistas y el coworking del centro cultural", vaticina Marina Planas. En estos momentos, va a renovarse toda la instalación eléctrica del archivo y ha empezado a reinar cierto orden: las revistas están todas juntas en varias estanterías y las postales permanecen en una misma habitación. "También hemos traído hasta aquí más material que estaba en casa de mi abuelo", comenta Marina.

En la sala central, hay tres estudiantes catalogando la colección de cámaras del fotógrafo fallecido el año pasado. Más de 60 cajas repletas de tesoros con nombres como Leica, Hasselblad o Rolleiflex. "De momento llevamos sólo cuatro cajas y hay como mil cámaras", calcula Neus Farrés. "Nos estamos encontrando con cosas espectaculares", exclama. "Son cámaras que son como relojes hechos a mano. Hay una de vídeo fabricada en hierro fundido muy rara, una Movie Kone 8 de 1956, o una copia de una nazi o una caja con miniaturas para espías", enumera. El alumno del CEF Mikel Elejondo fotografía una a una las cámaras para que queden registradas en el catálogo y Sara Ambrogi va añadiendo los datos técnicos además de los precios. Su compañera Marina Cánovas escanea una a una las postales (de momento hay hechas cerca de 160) mientras las documenta sesudamente en un programa de gestión de imágenes, el Lightroom. "El escaneado de las postales está siendo muy laborioso porque los fotolitos de las mismas están divididos en los cuatro colores CMYK. Hay que escanear cada uno de esos fotolitos y luego juntarlos con el Photoshop", explica Marina Planas. "Isabel Forteza, que tiene aquí su laboratorio analógico, dio con la fórmula para escanear correctamente las postales", agrega.

El trabajo pendiente en el Arxiu Planas es faraónico. "Esto es como la Sagrada Familia", bromea Neus Farré. La verdad es que se necesitarían muchos más medios para poner al día este archivo de interés general para la comunidad mallorquina. Los fotolitos, negativos, diapositivas y transparencias ascienden a 797.964. Hay 2.165.760 imágenes de hojas de contactos y 18.043 postales impresas. Todo esto en cuanto a producción de Casa Planas. También se custodia en el archivo, separado en estos momentos del centro cultural (que mejorará las instalaciones del sótano este verano), la colección de imágenes de archivo del fotógrafo Carles Durán. En este sentido y mientras no exista la colaboración de las instituciones públicas, la idea de Marina Planas es conseguir la colaboración de otros centros de fotografía de la isla, como la Escola d´Art i Superior de Disseny o el módulo de FP de Imagen del IES Juníper Serra.

Implicación institucional

La implicación de las instituciones en el archivo está en el aire. La ATB ha mostrado interés en invertir para impulsar la digitalización. A cambio, pediría usar las imágenes relacionadas con turismo pero sin poder explotarlas. La nieta del fotógrafo, a quien le hicieron la oferta, aún aguarda una respuesta más concreta por parte del organismo dependiente de la conselleria de Turismo. "Lo que no querría es mover el archivo de aquí porque en dos años podría haber un cambio de Gobierno y nunca sabes qué puede pasar con los siguientes responsables que entran", opina Planas. El retraso y espera con el proyecto de Toni Catany está muy presente en la mente de la nieta. La heredera también está pendiente de una respuesta de la UIB. "Mi tío, cuando falleció mi abuelo, donó su parte a la universidad. También estamos pendientes de formalizarlo", añade.

El documental

A toda esta labor de reactivación del archivo, hay que sumarle otro proyecto que resarce la memoria del fotógrafo. Es el estreno del documental Postcards&Memories, que se proyectará el próximo día 21, a las 20 horas, en la Fundació Pilar i Joan Miró, dentro del marco de un ciclo que ha organizado la institución con motivo de su 25 aniversario. Cesc Mulet y Pablo Bujosa son los directores de la cinta, producida por La Perifèrica y Alè Produccions y coproducida por TVE, TVC e IB3. El Consell y la ATB también han participado.

Los dos realizadores conjugan su mirada para combinar en el metraje la biografía del personaje y la historia del turismo en la isla, amén de reflexionar sobre la memoria, la nostalgia y la transformación del paisaje o la miseria y el hedonismo que coincidieron en una misma época en Mallorca. El Arxiu Planas alimenta la película, que se detiene con gusto y lirismo (a través de una voz en off muy literaria) en la elaboración de las postales y el folclore (unas veces real y otras inventado) que se fue introduciendo en ellas. Con la postal nació la época en que ya no había viaje sin relato. Y fue cuando definitivamente ciertos planos de la Catedral, las playas o las imágenes de la Serra se incorporaron en el imaginario colectivo. El propio Planas, ya nonagenario, tiene unos momentos en la película.