Para Josep Maria Quintana (Alaior, 1950), "España no tiene por qué estar abocada al fracaso, a pesar de los problemas que presenta". El escritor menorquín, Premi Ciutat de Palma en 2011, presentó ayer por la tarde en la Casa de Menorca de Palma su última novela, La noia que va sortir d´un quadre de Botticelli. Un libro ambicioso que congela en una foto la España de entre 1918 y 1941, "unos tiempos que fueron realmente difíciles y en los que todo un mundo se estaba hundiendo", asevera. La novela atraviesa el país de finales de la monarquía, pasa por una República en la que no había diálogo y continúa en la oscuridad profunda de la Guerra Civil y la postguerra. "Todos estos momentos históricos marcan a los personajes, que se mueven en tres escenarios distintos: la Barcelona del pistolerismo, así como Menorca y Burgos durante la contienda", detalla. La historia arranca con un intento de asesinato por parte de la protagonista, la hija de una soprano famosa, y con la posterior judicialización del caso. "No es una novela negra a pesar del asesinato, sino una novela social", aclara, "que pretende explicar ese mundo a través de sus personajes, que acaban todos mal, como el mundo que habitan", continúa.

Para Quintana, que también presentó la traducción al castellano de Los Nikolaidis, "España ha tenido éxitos desde que se instaurara la democracia en los años 70". "Este país ha dado un salto, eso es innegable", considera. En cuanto al proceso soberanista de Cataluña, sostiene que sólo los catalanófilos "reparten las culpas de lo que está sucediendo. En los medios de Madrid no te encuentras a nadie que las distribuya, sólo cargan contra Cataluña", asevera. "Yo también soy crítico con el proceso. Sé que no se puede tentar al estado de derecho porque se rompen muchas cosas, pero soy consciente de que es un tema complejo", opina el también jurista, que por este motivo defiende la tercera vía, "que es la que tiene menos fuerza, porque los polos opuestos tienen más visibilidad". "Pero creo que las dos opciones opuestas que hay no son buenas porque no quieren sentarse a hablar del problema", señala. "Y yo creo mucho en la cultura del diálogo".

El menorquín es consciente de que el turismo es la actual industria de España, pero aborrece las masificaciones, mucho más controladas en su Menorca natal. "En mi isla el desarrollo turístico llegó más tarde y coincidió en el tiempo con una mayor conciencia por la preservación y conservación del medio ambiente", relata. "Además, en Menorca casi siempre ha gobernado la izquierda a diferencia de Mallorca".