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Carlo Padial

"España todavía no sabe absorber a sus talentos y eso es preocupante"

El también guionista lamenta que no haya circuitos de distribución para el cine de autor de bajo presupuesto

Carlo Padial, ayer rodeado de libros en Rata Corner. pere antoni ramis

"Cuando la bestia ruge, la razón tiembla". Era una de las tantas frases pronunciadas en las sesiones de psicoanálisis con el doctor Portuondo, un "sabio desquiciado" que fascinó al escritor y cineasta Carlo Padial. Desde el primer momento que entró en el Centro Internacional de Psicología de Barcelona y conoció al terapeuta supo que "tenía los ingredientes para componer un libro". El contraste entre paciente y doctor era muy grande: un joven neurótico, perdido, aterrorizado por el exterior frente a "un hombre que había vivido el exilio, que había abrazado la revolución para luego rechazarla, que era boxeador, médico y psiquiatra". Estas diferencias se reflejan en Doctor Portuondo (Blackie Books), unas memorias de la terapia "tan peculiar" que mantuvo con este sabio "tan carismático" y que ayer presentó en Rata Corner.

De sus días de terapia entre 2001 y 2005 Padial destaca cómo se "subvertían todas las reglas del arte convencional. Se sentaba en el diván y yo en su sillón a escucharle porque consideraba que lo que decía no era lo suficientemente interesante", relata el autor. Portuondo llegó a su vida por un amigo que acudía a su consulta. "Al verme interesado en el tema del psicoanálisis me trajo sus cintas y quedé prendado del doctor Portuondo. "Era como una especie de filósofo zen pero hostil. Era muy activo, muy latino. Cuando lo conocí en persona, toda esa admiración se multiplicó por diez".

Así, "el libro está construido a partir de enseñanzas suyas pero también está lleno de paradojas como, por ejemplo, que consideraba que era mejor que hablara él en vez de sus pacientes porque era más interesante. Parecía que no te escuchaba pero sí que lo hacía. Era su manera de enseñarte". Doctor Portuondo tiene la misión de que la figura de este terapeuta tan peculiar no quede en el olvido. Define su obra "como una especie de libro antiayuda. No vas a extraer ningún tipo de fórmula, más bien te despertará más inquietudes".

Padial, que se define como un "detective privado de sí mismo", asegura que sus cinco años de terapia le han ayudado a conocerse mejor. De hecho, afirma rotundo, "cualquier cosa que he logrado ha sido gracias en buena parte gracias al psicoanálisis. Me ha ayudado a ser capaz de verbalizar mis conflictos, a entenderlos, a estar un poco más presente del aquí y del ahora como decía Portuondo". "No fantaseo, no proyecto negatividad sobre los demás", prosigue, "simplemente intento ser lo mejor que puedo llegar a ser. Me vuelco en hacer vídeos, películas o en escribir en vez de en fastidiar la vida a los demás". Se le conoce como el Woody Allen barcelonés, una comparación que cree "desmedida" porque "no tengo ni el prólogo". "Ya me gustaría tener una película como las malas de Woody Allen. Es alguien inalcanzable", sentencia. Autor de cintas como Mi loco Erasmus y Taller Capuchoc, acaba de terminar el rodaje de Algo muy gordo con Berto Romero. Es una comedia "muy divertida" que llegará a la gran pantalla en octubre. "El título se refiere a la envergadura del proyecto porque es sin duda la película más gorda que hemos hecho Berto y yo. Es como una frase hecha. Cuando nos preguntan qué estamos haciendo, respondemos "algo muy gordo". Berto interpreta a un guionista de televisión que por un error administrativo tiene que repetir octavo de EGB. Mientras no cumpla con este requisito será considerado a ojos legales como un menor de edad. Tiene que volver al colegio y cuanto más tiempo pasa en la escuela más gordo y más niño se vuelve", resume carlo Padial, gran defensor de autor de bajo presupuesto.

Cine low cost

"¿Si no es a través de películas low cost cómo se va a mostrar la gente nueva que se dedica al cine?", cuestiona. "Si no existieran esas películas no aparecería la mitad de la gente nueva que tiene que aparecer", afirma rotundo. "El problema está en que no hay circuitos de distribución para este tipo de cine y no hay demasiados productores que estén en el negocio intentando detectar a los mejores talentos", añade. "La verdadera cuestión es por qué España todavía no sabe absorber a sus talentos. No sabe darles continuidad. Es preocupante", reflexiona el escritor Carlo Padial.

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