Ricky Martin se subió anoche al escenario del Palma Arena al ritmo de su estilo latino, crecido en los años 90, y aquel crossover que presumía de "vida loca". Y es que por mucho que hayan cambiado los tiempos, el cantante puertorriqueño mantiene el tipo. Sus canciones siguen de moda, a pesar del empuje de los artistas más jóvenes. Aunque sus conciertos no son todo música. Martin aprovecha cada cita con el público para hablar de la labor humanitaria que desempeña la fundación a la que le da nombre.

La afluencia de gente abarrotaba los cuatro accesos al Palma Arena. A pesar de que las puertas llevaban abiertas desde las 19 horas, el público no dejaba de llegar al recinto. Síntoma de que el concierto había logrado un lleno completo.

A las afueras del velódromo no sólo destacaba el mar de fans, sino también el despliegue de seguridad que debía garantizar que esa fuese una noche tranquila. La calle del Palma Arena estaba cortada y junto a las puertas varios furgones de la Policia. Al aparcamiento sólo se podía acceder con previa acreditación. Y antes de entrar en el velódromo, dos agentes de seguridad registraban bolsos, mochilas y cacheaban a todas y cada una de las personas.

Ya en la entrada los fans estaban eufóricos. Ansiosos de ver a Ricky Martin sobre el escenario. Pues a Mallorca no llegan todos los artistas de alto calibre. Pero con la gira One World Tour, el artista puertorriqueño ha tratado de acercarse cuanto ha podido a sus seguidores. Un espectáculo que comenzó en abril de 2015 en Nueva Zelanda y que la crítica calificó como una de las mejores producciones, tanto a nivel de ventas como su calidad. En su gira por España el cantante ya ha pasado por la capital, Granada, Valencia y Sevilla antes de llegar a Palma. Pero todavía le queda viajar a Valladolid, Gijón, Murcia, Zaragoza, A Coruña y Bilbao.

El Palma Arena abarrotado

Una vez en el interior del velódromo, lo primero que llamaba la atención era el inmenso escenario. El montaje cuenta con más de 150 focos móviles diseñados para la gira. El objetivo es crear un auténtico juego de luces, que desde luego logra. También cuenta con cinco pantallas de vídeo de alta definición, para resaltar el aspecto visual del espectáculo.

El segundo detalle que llamaba la atención era la cantidad de gente que ya estaba dentro del velódromo. Y aún faltaban por entrar todas aquellas personas que hacían cola en el exterior. Al inicio del espectáculo el recinto ya estaba completamente abarrotado. Las gradas y la pista prácticamente llenas, aunque en la zona más cercana al escenario había más sitio para moverse. También dos barras a los lados por si a alguien le apetecía una copa o simplemente beber algo.

Con el ambiente caldeado, y no sólo por la falta de aire fresco en el interior del Palma Arena, las luces se apagaron. Entonces, Ricky Martin hizo acto de presencia vestido con traje negro, camisa blanca y una corbata de corte delgada también negra. El público estalló eufórico. Gritaban, cantaban y bailaban al ritmo de Mr. Put it down, a la que le siguió This is good. Dos de las apuestas más pop del cantante. Con la tercera canción llegó el primer cambio de traje de los aproximadamente ocho que hay durante el espectáculo. Con una vestimenta más tribal interpretó junto a los bailarines Shake your bon-bon y Adrenalina.

Tal vez marcó el primer cambio de bloque. Una balada intercalada antes del gran tema del puertorriqueño, Livin' la Vida Loca, primera canción del bloque dance. A esos temas más movidos le siguieron dos baladas más. Pero el cantante se reservaba el plato fuerte para el final. El último bloque estaba compuesto por muchos de sus temas más conocidos y también más movidos. The cup of life fue la penúltima canción del cantante. Pero el pelotazo llegó con el último tema, La Mordidita. Su pieza más reciente y que le ha devuelto a la primera línea.

Así se vivió en Twitter el concierto de Ricky Martin en el Palma Arena