Definitivamente y al contrario de lo que algunos piensan el Requiem de Verdi no es una ópera para el más allá. Es una obra divina, sí, pero para el disfrute de los de aquí.
Debe ser un gozo cantar esa partitura, ya no digo como solista sino como miembro de un coro. Pienso en la preparación de esa audición por parte de los miembros de la Coral Universitat Illes Balears (coristas estables y refuerzos), seguro que las sesiones de ensayo quedan en su memoria. No se puede ofrecer un Requiem de Verdi de la manera que la coral lo cantó el pasado jueves sin una preparación intensa y dura. Calificativos compatibles con gozosa. Para llegar al resultado como el que pudimos escuchar en el Auditòrium, son necesarias muchas horas de cantar, matizar, repetir, escuchar? Sin ese trabajo no se consigue el éxtasis. Y Joan Company y sus muchachos sí lo alcanzaron.
También los solistas, todos en muy buena forma vocal, supieron afinar, matizar, decir, susurrar, rezar en definitiva cada uno de sus momentos, bien en solitario, bien en dúo, terceto o cuarteto. La soprano Maria Katzavara, la mezzosoprano Cristina Melis, el tenor Aquiles Machado y el bajo Nicola Uliveri ofrecieron una lección de buen hacer, de buen cantar, con una concepción muy acorde con el planteamiento del director. Y es que Pablo Mielgo entendió esa obra como una sola oración, con muy pocas pausas entre movimientos, las imprescindibles y breves. Para Mielgo el Requiem de Verdi es un todo, una unidad en forma de plegaria. Oremus.
Noche mágica, la del decimocuarto concierto de temporada de nuestra Simfònica, que sonó de forma espléndida, atenta siempre, del todo musical. De nota.
Y para terminar, después de las verdianas preces, la sorpresa: coro, público, solistas y orquesta entonaron el Happy birthday to you a Joan Company quien celebra estos días el cuarenta aniversario al frente de esa formación coral que él fundó.La Coral UIB es hoy todo un referente y sin duda tiene un lugar destacado en nuestra historia de la Música.
