El pintor y escultor de Manacor Joan Riera Ferrari ha fallecido esta madrugada en su localidad natal a consecuencia de una larga enfermedad. Tenía 74 años. De cinco a ocho de la tarde se celebrará en el tanatorio de la capital del Llevant una ceremonia de despedida, pues, por expreso del artista, no se oficiará funeral; su cuerpo será incinerado mañana por la mañana y en unas semanas se celebrará una fiesta de despedida para familiares, amigos y conocidos.

“Lo único que me da aliento es pintar. Si no pinto no puedo dormir, me fatigo, no soy yo mismo”, declaró a Diario de Mallorca con motivo de su 50 aniversario como pintor. “No me asusta la muerte, si no el no poder realizar todos los proyectos que tengo. Pero no daría una hora de mi vida a cambio de poder entrar en las enciclopedias y recibir todos los premios”.

Enamorado del paisaje de Mallorca y especialmente de las rocas y acantilados del litoral de la Serra de Tramuntana, de los que ofreció una particular y poderosa visión pictórica, Riera Ferrari tuvo una infancia dolorosa y triste, pues con apenas 8 años perdió a su madre. Siempre confesó que aquel suceso le marcó profundamente y que no volvió a ser feliz hasta que se mudó a Barcelona con 20 años para estudiar Bellas Artes en la Escuela Superior de Bellas Artes de Sant Jordi, donde tuvo como compañeros a otros artistas como Joaquím Torrents Lladó, Jaume Rosselló, Tino Castanyer, Daniel Codorniu, Arranz Bravo y Bertolozzi.

Según se detalla la galería Dionís Bennàssar de Pollença, uno de los centros artísticos con los que más relación tuvo, ya desde joven mostró su espíritu pionero y rompedor, y protagonizó en 1969 la primera instalación artística en Mallorca, en la parroquia de Manacor, donde la colocación de una figura de Cristo en la cruz con los pies en el aire provocó una gran polémica.

En los años 70 desarrolló una serie pictórica sobre Ibiza, realizó varias exposiciones en Mallorca, y viajó por toda Europa, conociendo Venecia, ciudad a la que retornó sucesivamente y que será la inspiración de una importante serie de cuadros. Además de sus actividades artísticas, inauguró el mítico local de ambiente oriental Shamas, y abrió la galería Picarol en Cala d’Or, donde expuso la obra de jóvenes talentos, entre ellos Miquel Barceló.

Los años siguientes fueron para Riera Ferrari una intensa sucesión de exposiciones internacionales, con su arte siempre en evolución, dejando de lado incluso series tan exitosas como los cuerpos desnudos envueltos en finas telas, para explorar nuevas técnicas. Tras los cuadros inspirados en Venecia, inició en 1988 una serie de Vells Vaixells, caracterizada por su gran riqueza cromática con la que representaba la agonía de barcos en decadencia. Ambas series constituyen el inicio de la reflexión del artista sobre el paso del tiempo destructor.

Realiza también la serie titulada Mediterrània, una exaltación de la naturaleza donde abunda el azul intenso.

Más tarde iniciará la serie Referencias Americanas, una de las más complejas del artista, con elementos iconográficos de los pintores americanos más conocidos a los que añade referentes europeos. A ésta seguirá la serie Eros y Thanatos, presentada en la Galerie Bastien Art de Bruselas, y donde establece una constante confrontación de símbolos y conceptos clásicos en nuestra cultura, como la vida y la muerte.

Poco después compra una finca en Sa Canova y convierte unas antiguas vaquerizas en la hermosa casa donde vivió hasta hoy, con un inmenso estudio que guarda el secreto del proceso de creación de sus cuadros.

Tras su serie Hijo del Sol, formada por hombres con relojes azules, Riera Ferrari inicia su famosa temática de las rocas, que empieza con la Serie Tramuntana. Con los años profundizará en esta idea, aportando una visión innovadora y muy personal del diálogo que se establece entre la materia, las rocas, el mar y la luz. Esta temática adquiere un gran valor por su originalidad, pero también por la gran densidad conceptual que con el tiempo adquiere la obra.

A principios de los noventa inició un periplo artístico por América del Norte, exponiendo en la Hartley-Hill Gallery de la ciudad californiana de Carmel, y en la Bill Kroessing Gallery de Los Ángeles.

Tras numerosas exposiciones en Mallorca, España y Europa, participará en Sa Llonja en la exposición 100 años, 100 pintores, y más tarde el Consell de Mallorca organiza una exposición retrospectiva en el Centro Cultral la Misericòrdia bajo el título Retorn a Sempre, y en 1995 participa en la feria Artesantander con la Galería Ra del Rey e inaugura la Galería Ra del Rey de Madrid con la exposición Al Otro Lado, todo ello aderezado de varias exposiciones en España y Francia.

Tras recibir el Premio Amics de l’Art, protagonizará una muestra para celebrar los 100 años l’Associació Cultural S’Agrícola de Manacor. En 2002 protagoniza su primera exposición individual en Gothsland de Barcelona, y repasa toda su trayectoria artística en el Edificio s’Excorxador de Porreres, y salen del fondo del mar sus Bestioles Mediterrànies de las que se realizaron 37 grabados que se entregaron a las primeras autoridades.

En los años siguientes expone en Can Janer de Inca, ilustra el libro Memòria Gastronòmica de Mallorca de Antoni Tugores, y expone por primera vez sus Piedras Imaginarias, que obtiene un gran éxito. La Universidad Politécnica de Valencia adquiere un obelisco del artista de 7 metros de altura.

En los últimos años, además de realizar varias exposiciones, y recibir el Premi Ramon Llull por su trayectoria artística, realiza en colaboración con la ONG Llevant en Marxa, una subasta de arte, A l’Auba, en beneficio de Etiopía, para la construcción de pozos de agua. Todas las obras subastadas eran de artistas reconocidos y de su colección privada.