Tras 20 años desde su estreno en el Teatre Principal, la ópera bufa de Mozart y libreto de Lorenzo Da Ponte, Così fan tutte (1790), regresó al auditorio de Palma para desplegar su mordaz y pícaro humor con un tema algo escabroso como es el intercambio de parejas. El público fue cómplice del engaño planeado y de que, en cierto modo, ya en el siglo XVIII se consideraba que "un clavo saca otro clavo", tal y como cantó el astuto Don Alfonso.

La soprano Carmen Romeu supo disimular majestuosamente la sinusitis aguda que sufre estos días. La valenciana interpretó a Fiordiligi, un rol extremadamente musical y de enorme exigencia vocal dentro de un altísimo sentido del drama.

Così fan tutte es una obra maestra de la simetría: dos actos, tres hombres y tres mujeres, dos parejas (Ferrando, interpretado por el tenor Giorgio Misseri; y Dorabella, personificada por la mezzosoprano Carol García; Guglielmo, Joan Martín-Royo; y Fiordiligi), dos personajes en ambos extremos de la escala social (Don Alfonso, el filósofo que da vida Simón Orfila, quien regresaba al escenario sobre el que debutó hace 20 años; y Despina, la criada sagaz interpretada por Susana Cordón), y prácticamente el mismo número de arias para todos los solistas.

Inteligencia e ironía escondida, con gran sensibilidad teatral en la que ni siquiera se distinguió una ética, por lo que el público no pudo condenar o absolver a los protagonistas. La ambigüedad del conflicto emotivo que reina durante toda la ópera terminó inundando el gran salón, ya que el final deja escoger al espectador si las parejas vuelven a las de origen.

Bajo la batuta de Domenico Longo, director musical de la obra, la Orquestra Simfònica de les Illes Balears interpretó la excelente y refinada partitura de Mozart. Escondida bajo el escenario por la puesta en escena creada específicamente para la obra por su director de escena, Mario Martone, la banda acompasó las palabras y guiños burlescos con tintes sexuales.

Abrazo al público

Desde el inicio, el diseño del escenario acercó la obra al público, aportando "frescura y respetando la estructura de una ópera de cámara; es como si estuviésemos un cantando y salvando las distancias, de modo que se convierte en una reunión entre amigos", tal y como indicó el solista Martín-Royo.

La última de las tres obras maestras que escribieron Mozart y Da Ponte volverá a interpretarse el miércoles y el viernes a las 20 horas; y el domingo a las 18, con la esperanza de contar con la recuperada voz de Carmen Romeu.