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Crítica de música

In paradissum

Como ir hacia el Paraíso, In Paradissum (Al Paraíso) canta el coro, o como haber conseguido llegar al Nirvana. Estado de gracia absoluto después de concierto que la Simfònica ofreció el pasado jueves en el Auditòrium de Palma, con la Segunda Sinfonía de Sibelius y el Requiem de Fauré. No sé si escribir perfección; emoción sin duda.

Nada más empezar la primera parte, con sólo escuchar los enigmáticos compases iniciales de la Sinfonía, ya pudimos adivinar que algo trascendente iba a ocurrir. Deliciosa orquesta, delicioso director, delicioso Sibelius. Una Tercera meditada, estudiada, interpretada con sentimiento y pasión, como pocas veces se habrá oído sobre un escenario. Mejor imposible. Éxtasis sonoro y emoción pura.

Víctor Pablo Pérez, con sus manos mágicas, sin batuta, llevó a nuestra formación instrumental a una cima sinfónica difícilmente superable, consiguió un pleno al quince. Matices en las cuerdas, sonido brillante en los metales, maderas delicadas, timbales aterciopelados, todo como Sibelius lo debió pensar, como si él estuviera presente.

Y en la segunda parte esa joya de la música religiosa de todos los tiempos, esa partitura que rompe todos los esquemas del género: el Requiem de Fauré.

El coro, que lleva el peso de la obra, cantó de forma soberbia. Joan Company y sus voces conocen muy bien la partitura y todo lo que ella esconde, que no es poco. ¿Cuántas veces la habrán cantado? Y además pronunciaron correctamente, es lo que tiene saber latín.

Muchos coros pueden cantar bien el Réquiem de Fauré, de hecho se programa con cierta asiduidad, pero pocos pueden conseguir emocionar de esta forma. Para la Coral Universitat es una de sus obras emblemáticas (y no es la única, tiene muchas más en repertorio que también borda). No solamente canta, dice, susurra, seduce.

María Espada cantó el Pie Jesu como si de una oración se tratara. Rezó, con sus agudos, con sus silencios, con sus pianos, ese momento único. También a gran altura el barítono Sebastià Peris. Suelto, cómodo, sin ataduras, libre, en definitiva. Libera me Domine.

Tuve ocasión de asistir al ensayo general el día antes del concierto. Vi cómo Víctor Pablo Pérez explicaba los matices a la orquesta. Les pedía sentimiento en cada compás. Dejarse fluir, pero a sabiendas de que estaban delante de una obra espiritual, una de las más espirituales del romanticismo. Y así fue como nuestra formación también rozó brilló en el Requiem consiguiendo un sonido curioso, debido a su forma de tocar pero también a una distribución atípica que resaltaba las voces graves. De verdad que veladas como ésta justifican, ellas solas, todo el esfuerzo que supone tener una orquesta profesional.

*Obras de Sibelius y Fauré

auditorium de palma

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María Espada, soprano, Sebastià Peris, barítono

Coral UIB (Joan Company, director)

Orquestra Simfònica de Balears

Víctor Pablo Pérez, director

23-03-17

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