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Entrevista

Miquel Àngel Vidal: "No entiendo la desidia por conocer textos de dramaturgos mallorquines"

"La educación es el pilar de la sociedad y me gusta pensar que contribuyo a la formación cultural de los jóvenes"

Miquel Àngel Vidal, ayer en el Centre de Tecnificació Esportiva. guillem bosch

-¿Cómo se adentró en el mundo de Llorenç Moyà?

-Cuando yo era muy joven, con 16 años, mi madre me dijo que había un escritor en mi pueblo, Binissalem, al que llamé con la osada idea juvenil de tomar algo, para conocerle. Ese escritor era Llorenç Moyà, que se quitó aquello de encima con algo tan mallorquín como: bé, un dia ja ens veurem. No vi en él ningún interés de quedar con un chaval para hablar sobre literatura.

-¿Cómo se forjó el interés por el estudio de su obra?

-En la universidad lo leí mucho pero ese interés surgió hacia 2002, cuando descubrí una serie de poemas inéditos y pensé en hacer algún pequeño trabajo, gustándome como me gusta la crítica literaria. A partir de ahí mi interés hacia su obra fue creciendo y llegué a dedicarle la tesis doctoral.

-¿Cómo accedió a ese material inédito?

-A través de unos textos que me dejaron los profesores de la UIB Margalida Pons y Gabriel de la Santíssima Trinitat Sampol, sabedores de que me interesaba Moyà.

-¿Todavía permanecen ‘moyàs’ por descubrir?

-Sí. En el libro Poesia escollida he hecho una antología un poco peculiar. La he dividido en dos bloques: Poesia publicada y Poesia inèdita. Hay obra de sus inicios que Moyà guardaba posiblemente porque era joven cuando las escribió pero que no tienen un valor literario esencial.

-¿Qué le han revelado esos textos sobre Moyà que desconociera como experto?

-El libro Faules i antifaules para mí es el más interesante, y creo que en algún momento tendría que publicarse, pues con él se entiende muy bien la evolución de Moyà. Pasó de hacer una poesía completamente formalista, esteticista, con contenidos muy tópicos, y muy ortodoxos -la religión católica, el paisaje, la patria-, a preocuparse por la realidad, a partir de los años 60, con una crítica muy dura al franquismo, por ejemplo en la obra de teatro Fàlaris, o en su poesía Hispania Citerior. En Faules i antifaules hace un retrato del ser humano, sobre todo de lo negativo, con un mensaje escéptico, ‘inmoral’, a través de fábulas de animales.

"Un poeta puede decir que escribe para sí mismo pero un narrador cuenta historias para los demás"

-¿Qué le mantiene ligado a Moyà, después de tantos años?

-A Moyà se le consideraba un gran poeta, esencialmente esteticista, con el Via Crucis y Flos sanctorum como sus grandes obras. Con el tiempo descubrí que Hispania Citerior era un poemario político social importante, alejado del estetiscismo; y descubrí un teatro al que no se le había dado demasiada trascendencia, muy crítico, como es El fogó dels jueus. Confieso que después de tantos años y ocho libros dedicados a Moyà estoy un poco saturado. Aún siento interés por el autor pero creo que ya hecho lo que tenía que hacer.

-¿Satisfecho con el Any Moyà?

-Sí, sobre todo con el trabajo realizado por la comisaria Maria Coll y el ayuntamiento de Binissalem, pero las instituciones han fallado al no representar alguna obra de teatro de Moyà. El problema del teatro en Mallorca es que no se representan prácticamente dramaturgos de la isla, ni siquiera de Alexandre Ballester, el autor más importante del siglo XX y para mí el caso más sangrante. Hay como una desidia por conocer textos de autores dramáticos mallorquines que no entiendo.

-Licenciado en Filología Hispánica, ejerce de profesor en el Centre de Tecnificació Esportiva de les Illes Balears desde 2008. ¿Necesita la docencia?

-La educación siempre me ha gustado. Llevo toda mi vida dedicada a ella. La educación es el pilar de la sociedad y me gusta pensar que estoy contribuyendo a la formación literaria, cultural, de los jóvenes.

-¿Educación y sociedad van juntas de la mano?

-La educación y la sociedad no siempre siguen un camino paralelo y adecuadamente coherente. La sociedad avanza muy deprisa y la educación, a veces, no sabe adaptarse a ella. O al revés, hay cosas de la sociedad que en la educación resultan perniciosas o perjudiciales, como la indisciplina. Los alumnos hoy en día son un poco indisciplinados y eso sí que dificulta la enseñanza.

-¿Cuál ha sido la mayor alegría que le ha dado una novela como ‘La ciutat de les ànimes’?

-El reconocimiento de los lectores. Un poeta puede decir que escribe para sí mismo pero un narrador siempre cuenta historias para los demás, y si estas no gustan uno no logra su objetivo.

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