Tropezar en el mismo Pedro

Creo que lo último que vi de Pedro Ruiz como ´showman´ fue, hace ya bastantes años, Pandilla de mamones, y en medio Escándalo en palacio, fallida parodia de Sarkozy. Con Eterno, este profesional polifacético regresa a su género por excelencia: monólogo, acompañamiento de pianista (su tantas veces socio de escenarios Antoni Olaf Sabater) y actriz invitada (Elena de José), más puntuales audiovisuales. Se entiende que los aguijones a la actualidad constituyen un aspecto esencial de Eterno, y ciertamente el espectáculo arranca por ahí. Se agradecen las abundantes alusiones a personajes y cuestiones de Mallorca, una buena herramienta para favorecer la complicidad con la audiencia. Son, sin embargo, picotazos de corto desarrollo: parece como si hubiera que pasar por ellos, pero como si al actor-periodista le desganara un poco esa veta. Probablemente, cuando alcanza los momentos más divertidos es cuando desgrana una crítica social algo más intemporal, trufada de anécdotas. Su vertiente musical nunca ha sido una de sus bazas destacadas, y sus apuntes más sesudos creo que debería reducirlos al mínimo y no encajarlos de modo tan explícito: dejarlos que fluyan, y que sea el espectador quien distinga cuándo va de broma y cuándo algo más en serio. Pero son características de su personal estilo y en ellas se empeña. Algo menos de las dos horas y media de representación me da la impresión de que también favorecería al conjunto.