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Arte

Un taller barcelonés restaura los vitrales del presbiterio de la Seu

J.M. Bonet interviene en las piezas centradas en las figuras de San Pedro y San Pablo instaladas en 1889 por la Casa Amigó - El proyecto cuenta con un presupuesto de 300.000 euros, una cuantía asumida íntegramente por el templo

Un taller barcelonés restaura los vitrales del presbiterio de la Seu

Los tres vitrales del presbiterio de la Seu de Mallorca, situados en la capilla de la Santíssima Trinitat, están en Barcelona para ser restaurados. El taller J.M. Bonet interviene en los diecisiete plafones (tramos) que componen estas vidrieras construidas e instaladas en 1889 por la Casa Amigó y que por su enclave han sucumbido a la fuerza del mar y del viento. En esta casi centenaria empresa se limpian los vidrios, se retiran las piezas rotas y se sustituyen por cristal nuevo aquellas que no son recuperables.

Centradas en las figuras de San Pedro y San Pablo, las piezas son de estilo neogótico, precisan pues de una lectura historicista. Se trata de piezas geométricas que albergan figuras en color rojo, amarillo, verde y azul; todo ello combinado con formas florales a modo de caleidoscopio.

Con todo, a trescientos kilómetros de la ciudad condal, también hay trabajo que realizar. Los vitrales se deben separar del mortero que los sujeta, se deben numerar y conservar en la correspondiente caja; posteriormente trasladar por vía marítima. En la isla que da cobijo a estos vitrales (ya desarmados de las líneas de plomo a las que van cosidos) hay que reparar los arcos de piedra (tracería) que los encuadran, así como quitar los hierros oxidados y sustituir los travesaños actuales por otros de acero inoxidable. La piedra debe quedar saneada a tiempo para recibir las renovadas piezas, cuya llegada se prevé para mediados de marzo.

Un material perecedero

La intervención en la piedra es mínima. Lo debe ser porque así lo exige uno de los criterios principales de este proyecto liderado por la conservadora del templo, Catalina Mas, quien coordina la intervención. "No nos interesa - asegura Mas - hacer una gran restauración de la piedra, sino utilizar materiales afines al original, como son morteros de cal". Sin embargo, hacer uso del mortero es sinónimo de trabajar con un material más perecedero, aunque a la larga su estética sea más acorde con la piedra de origen. Es por ello que, dado este carácter caduco, Mas y las personas que trabajan con ella se planteen un plan de mantenimiento con revisiones periódicas.

Para llevarlo a cabo, cuenta con un equipo de diez personas, entre ellas un arquitecto, un artesano vitraller, un aparejador, una historiadora del arte (que documenta la intervención), una restauradora (que interviene directamente en la obra, controlando los materiales usados), un contratista y un herrero. Una restauración de este sentido requiere la máxima concentración por parte de todos; implica seguir con detalle las directrices marcadas por la conservadora Catalina Mas, quien a pesar de llevar la voz cantante elabora con todo ellos los criterios de ejecución de la reconstrucción.

Mas entró a trabajar en la Catedral en 2010. En aquel año documentó el conjunto cerámico dispuesto sobre el presbiterio del templo, una cerámica de 1908 cuyo artificio lleva las firmas de Gaudí y Jujol. Después vino la restauración del retablo mayor gótico y la de la zona del coro, así como otras.

La Catedral, por su localización próxima al mar, ve cómo el salitre lima, desgasta sus paredes y sus cristaleras. "Basta con subir al andamio y ver cómo la vidriera que está en la cara sur es la que está peor", dice la coordinadora sobre una fachada que se asoma al mar. Según ella, la incidencia mayor la provoca el géiser allí anclado, que de forma constante escupe agua, cuya sal no hace más que incrementar el desgaste.

Vidrios escasos de luz

Durante todo este tiempo, desde que fueron colocados, los vitrales de la Catedral han sido objeto de potenciales cambios en varias ocasiones. Y es que según los expertos lumínicamente no son del todo resolutivos. No obstante, desde el departamento de Patrimonio del Consell de Mallorca, de quien es competencia este edificio (como Bien de Interés Cultural que es), se autoriza la restauración de las vidrieras, pero no su sustitución.

Esta restauración cuenta con un presupuesto de unos 300.000 euros, una cuantía asumida íntegramente por el templo, en su mayoría gracias a lo recaudado con los donativos de los fieles y la entrada de la visita al edificio. Ahora, solo queda esperar al 20 de marzo, cuando se prevé que los muros de este templo centenario puedan volver a lucir sus decimonónicas piezas.

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