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Crítica de arte

La abstracción evolutiva en Esteban Lisa

Exposición de Esteban Lisa b. ramon

El empeño en reivindicar las primeras vanguardias del pasado siglo, ponerlas en valor y definir su papel en la historia del arte, es un mérito encomiable que lleva a la Fundación Juan March a ocupar uno de los espacios artísticos con mejor reputación de todo el Estado y poner la sede de la fundación en Palma a un nivel óptimo de calidad, en lo artístico y en lo profesional. Sin las veleidades de un centro cultural donde todo cabe (con toda la respetabilidad que estos merecen, faltaría más), la irrefutable programación del Museo de Palma, permite calibrar el recorrido artístico de un siglo que ahora nos parece lejano aunque, el presente sigue nutriéndose de aquella excitante centuria.

Valga esta perorata para poner en valor la labor que están realizando y aplaudir la iniciativa de este reducido espacio que denominan "Gabinet", (acertado en este caso, dado que esa denominación es más propia de un Museo con vocación historicista que no de uno estrictamente contemporáneo). Allí se expone, por primera vez, la obra de Esteban Lisa (1895-1983), nacido en Toledo aunque a los 15 años emigró a Argentina, donde fijó su residencia y pasó toda su vida, dejando un legado que aún pervive a través de la fundación que lleva su nombre.

Esteban Lisa no fue un artista al uso, su vocación pictórica va ligada a toda su trayectoria cultural, como profesor de arte, filosofía, erudito, intelectual y hombre de inquietudes acerca de todo cuanto acontece en el mundo. Su formación artística le introdujo en el campo del arte de las primeras vanguardias empapando todo su ideario, hecho que propició un profundo acercamiento al léxico pictórico de Picasso, el cubismo y la abstracción. Su compromiso con el arte de su tiempo fue esparciéndose entre sus alumnos de la escuela Nacional de Artes en su Buenos Aires de adopción, donde ejerció su magisterio desde 1925.

El reducido espacio del Gabinet del Museo de Palma recoge una selecta muestra de su trabajo como pintor, volcado sin cortapisas sobre la abstracción. Pese a las escuetas dimensiones de cada pieza, Lisa crea campos de geometrías variables, sin líneas marcadas cercando el color sobriamente dispuesto sobre la tela. Su pintura de los años 30 es rigurosa en los colores y las formas, evolucionando con el paso del tiempo hacia formas más juguetonas, como si ya dominara el lenguaje abstracto liberando su función. A partir de los años 40 se abre hacia gestos inéditos, pequeños detalles en forma de pinceladas ligeras que abren a nuevos ámbito su pintura.

A punto de entrar en la década de los sesenta su pintura se libera definitivamente eliminando los límites geométricos, una apertura que deja los símbolos en una suerte de galaxia donde no exhibe ninguna forma específica, un universo abstracto fluido y ligero, hasta llegar al final de la década con un juego de líneas y colores, eso si, sin dejar que su obra se expanda más allá de los cuarenta centímetros sobre tela.

Completan la exposición la representación de unos textos teóricos firmados por el profesor Esteban Lisa. Se trata de Las cuatro dimensiones un texto teórico en el que une la filosofía de Kant, la ciencia de Einstein y la estética "moderna" de Picasso. Lisa explica: "La unidad espacio-tiempo, está como fundida en nosotros y determina nuestra sensibilidad de cuatro dimensiones en los problemas estéticos, semejantes a espacio-tiempo en la constitución del universo físico einsteniano. Más adelante insiste en la importancia de la educación estética en el hombre, afirmando que la educación estética da al hombre un estado de religiosidad para su conducta y para la contemplación de la naturaleza". El texto fue publicado por la escuela Nacional de Artes en 1956.

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