Crítica de cine

Dos tazas

Fernando Alomar palma

Primer aviso: Es una película muy larga. Segundo: No es una comedia pura. Es un dramedia con bastante drama introspectivo (familiar), buenos gags muy al inicio y uno soberbio al final. Tercero: Merece la pena.

Sinopsis: Padre intenta ayudar a su hija, en delicada crisis personal y profesional. Él (Simonischek) está jubilado, tiene frágil salud, cuerpo de oso polar y carácter rebelde. Le encanta bromear, no puede estar cinco minutos sin hacer una chanza a la persona que tenga más cerca. También es inteligente y tiene los pies en el suelo. Su hija (Hüller) responde al estereotipo alemán: Trabajadora, metódica, cuadriculada, obsesionada con las formas, la imagen y su futuro. Y bastante insegura. Problema añadido, mayor: Le cuesta reconocer eso. Y se avergüenza de su padre. La táctica de éste para sacarla del bucle negativo, para obligarla a mirarse al espejo, es aplicar el refrán de las tazas de caldo. La forma en que ella cambia el chip es muy original. La película se alarga bastante en la trama de los negocios, los navajeos entre ejecutivos de rango medio en empresas multinacionales, su adicción al trabajo, el ocio como un tentáculo más de la oficina, el sexo como un arma más de negociación. Pero trata bien el desarraigo, las dificultades de integración de los autollamados 'expats' (emigrantes con sueldos altos). Y asoma la cara más dura del capitalismo reciente, el equiparamiento de productividad con reducción de personal. La realización es neutra, más que correcta. Las actuaciones, sobresalientes. Hüller supera un dificilísimo papel, Simonischek borda al grandullón entrañable y astuto. Gran película, por todo lo dicho.

Toni Erdmann

****½

Nacionalidad: Alemania, 162 min.

Director: Maren Ade

Actores: Sandra Hüller, Peter Simonischek, Thomas Loibl

Cines: Augusta, CineCiutat.

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