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Crítica de arte

Parajes inventados

La continuada exigencia del divertimento a toda costa y la cada vez mayor disponibilidad del denominado "tiempo libre", ha permitido al conjunto de la sociedad (al menos la económicamente prominente) disponer de mayores facilidades para dedicar su tiempo de ocio a viajes alrededor del planeta (excepto a zonas en conflicto, por supuesto) y exigir nuevos retos aventureros, aunque sean virtuales. De esa demanda nacieron los parques temáticos, espacios antagónicos a los lugares, donde la vida fluye y exige contacto.

El trabajo de Joan Bennàssar (Palma, 1991) indaga sobre la influencia que los cambios sociales afectan a las costumbres y como la cultura deviene consumo bajo el apelativo de la diversión y el tiempo libre, mostrando espacios en los que la simulación substituye la realidad. Toda su reciente trayectoria artística tiene su punto fuerte en el vídeo, soporte que le permite visionar la realidad que le rodea al tiempo que cuestionarla y deconstruirla sin necesidad de documentarla o criticarla.

Ganador de la tercera beca de producción a la creación videográfica DKV-Es Baluard que se exhibe en el espacio denominado Observatori del Museo, The sun is gone but we still have the view (El sol se ha ido pero aún tenemos la vista) es una producción que recorre espacios de artificio en Dubai y Alemania junto a otro natural como las cuevas del Drac de Porto Cristo.

Mientras los dos espacios artificiales crean mundos inspirados en la naturaleza, como una selva tropical con su frondosa vegetación y sus pájaros exóticos, una playa paradisíaca con sus istmos de arena reluciente o la instalación en Dubai, un enorme hangar recreando una estación invernal de esquí, generando la sensación de autenticidad con sus radiantes puestas de sol, sus pomposas nubes y su cielo azul mediterráneo (o caribeño), escenografías creadas para dar naturalidad al entorno, como en la película El show de Truman, son espacios donde el sol se ha ido, incluso no ha salido, pero queda la vista, artificial si, pero tranquila.

En contraste, el paseo por el lago natural de las cuevas del Drach (lago Martel) siendo auténtico también deja un poso decorativo, artificioso, que nada envidia a las instalaciones artificiales. Curiosamente, un curioso presentador, parece un habitante surgido de las entrañas abisales de la caverna, nos relata la vida de los habitantes humanos, animales o vegetales en estos espacios, un serio dislate sobre la existencia humana en estos parajes llenos de engaño.

Siguiendo la senda de otros artista como el francés Bruno Serralongue, el israelí Avi Mograbi, la española residente en Bélgica, Dora García o el australiano Shaun Gladwell, trabajan el vídeo arte desde una posición híbrida en la que rompen las barreras de los géneros basculando entre le cine y el vídeoarte. En este sentido, la apuesta de Bennàssar es una invitación al espectador a seguir el argumento expuesto en forma de imágenes, dejando a éste que saque sus propias conclusiones. Su posición como artista ya queda clara desde el principio, pero no condiciona su opinión sino llevando al espectador hacia un desenlace conforme a su propia ideología, eso si, dejando clara sus intenciones, faltaría más.

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