No siempre se tiene la oportunidad de revisar las vanguardias europeas, reconocer algunos artistas descubiertos a través de ediciones impresas y más tarde poder observar con detenimiento parte, aunque sea pequeña, de su producción artística, es un privilegio que únicamente conceden museos y fundaciones interesados en conservar y difundir este patrimonio.
En ese sentido, la Fundación Juan March realiza una labor intensa en esa promoción del arte de vanguardia en todas sus facetas, desde la pictórica y escultórica, la obra gráfica y la fotografía hasta el vídeo y el arte sonoro, una función en cuyo objetivo anida el espíritu de mantener vivo el legado artístico, sobre todo y especialmente del XX. Tanto en su sede central como los espacios de Cuenca y Palma acogen muestras de ese período centenario para corroborar que el epicentro creativo de la primera parte del pasado siglo era europeo.
La muestra inaugurada recientemente en su sede palmesana es un ejemplo de esa voluntad de mostrar al público algunos movimientos artísticos poco conocidos u olvidados. En este caso, la fotografía centroeuropea, con la antigua Checoslovaquia al frente, muestra como a principios de siglo mantenía una actividad cultural y creativa deslumbrante: Kupka en pintura, Mucha por sus carteles, Kafka como escritor, Kliç como ilustrador, al que se le atribuye el invento del huecograbado, entre otros, eran fuente de continuas referencias biográficas que generaron una inercia creativa que se extiende todo el siglo XX, incluso con la interrupción habida con la invasión soviética.
La presente exposición de fotografía no solo es el reconocimiento a la extrema calidad de las imágenes, también lo es para una manera de crear a partir de la captación de imágenes y el deseo radical de abrir los márgenes del instante y contribuir a la liberación de un medio condenado al costumbrismo y a la propaganda. Cita Zdenek Primus, autor del texto teórico de la exposición, la anécdota de un espectador que reconoció en una fotografía un manojo de zanahorias, a la que el autor, el fotógrafo Josef Ruzicka, respondió airado "No, no es un manojo de zanahorias, ¡Es una fotografía!", anécdota que corrobora la lucha constante de los artistas fotógrafos para reivindicar su voluntad creativa frente a la reproducción de la realidad como único fin de la fotografía.
La exposición reúne 164 piezas entre fotografías y ediciones impresas de portadas de revistas y otras publicaciones. Entre los autores más reconocidos está Josef Sudek, inspirador de algunas de las mejores series fotográficas del añorado Toni Catany. Sus obras Ventana de mi taller (1954) y Concha son expresiones poéticas de una sencillez arrebatadora, con esos claroscuros que dan volumen y profundidad a esa ventana húmeda y languidez al ramo de una belleza sobrecogedora. Otras imágenes enganchan directamente con el surrealismo más radical como la obra de Jindrich Heisler o la de Vaclav Zykmund.
Sin duda llaman la atención las atrevidas imágenes de Frantisek Drtikol o Karel Teige con desnudos integrales largamente imitados llenos de fantasía erótica y evocación surrealista. A partir de los años sesenta la fotografía recupera un cierto hálito creativo que, sin embargo, ya no será como durante las primeras décadas de libertad creativa que impregnaron toda la cultura checa. La obra de Vilém Reichmann, los intentos surrealistas de Emila Medkova o Cestmir Kratky o las abstracciones de Bela Kolarova, no provocan la admiración que despertaron los pioneros de la vanguardia centroeuropea.
No conviene abandonar la exposición sin haber echado un atento vistazo a las vitrinas que contienen numerosas publicaciones de la época con auténticas maravillas ilustradas, pioneros del cartelismo de los años 30, lástima que no puedan ser ojeadas por el espectador interesado ya que, uno intuye, contienen imágenes que definen y describen toda una época.
Desde el centro de Europa. Fotografía checa, 1912-1974
Colección Dietmar Siegert
Museu Fundación Juan March. Palma
Hasta el 25 de febrero de 2017
