El planteamiento promete: Un escritor (argentino pero residente en España) recibe el Premio Nobel. Introvertido, algo arisco, se resiste a meterse a fondo en la noria de homenajes, premios y solicitudes varias con que lo acosan. Un día recibe una carta de presentarse a un homenaje en el pueblo donde nació. Acepta porque se siente en deuda con ellos. No lo pisó desde la adolescencia pero todas sus obras recrean ese Macondo pampero, del que huyó por piernas y después nutrió gran parte de su obra. Esperando una reedición del hijo pródigo se enfrenta a una suma de adoraciones interesadas y ajustes de cuentas.
La película desarrolla varios temas interesantes. Se entiende por qué el escritor, como Moraldo en Los inútiles de Fellini, huyó de un pueblo sin alicientes para un chico intelectualmente inquieto. La tentación de regresar por la puerta grande, por devolución de favores es en realidad por puro ego, y del que reniega el protagonista. Su llegada, otro tema reiterativo en historias similares, descoloca a sus habitantes y saca lo mejor y peor de ellos, celos, envidias, codicia, más egos... y también le ponen frente al espejo. Si nació allí algo tiene en común con ellos. Además de esos temas hay un par de excelentes gags (la avería del taxi, el certamen de pintura), y notables actuaciones. El guión sin embargo no es redondo, estira demasiado la estancia en el pueblo y el desenlace es tramposo, en contraste con lo que el protagonista exige a futuros escritores. Filme recomendable en conjunto, por el tema y los golpes de humor ácido.
El ciudadano ilustre
Argentina, España, 118 min.
***½
Director: Gastón Duprat, Mariano Cohn.
Actores: Oscar Martínez, Dady Brieva, Andrea Frigerio, Belen Chavanne.
Cines: Augusta.
