Cohen nos ha regalado una vejez maravillosa, una manera impecable de quitarse el sombrero para saludar a quien tanto le ama. Una sobriedad en los ademanes. El arte de seducir sutilmente. Una voz honda y algo agrietada. "Todo tiene una grieta y así es como entra la luz." Un estilo de recitar que con los años nos ha ido conmoviendo todavía más. Un modo único de susurrar canciones. Qué hombre de bien no ha agravado la voz para decirle a la mujer que ama o desea: "If you want a partner, take my hand? I´m your man." Una forma de bailar hasta el final del amor, que es cuando mejor se baila, hasta la extenuación de los sentidos. Bailar ese vals hasta morir. Un hombre literalmente amable o, lo que es lo mismo, digno de ser amado. Hay que agradecerle muchas cosas a este hombre, no sólo las letras y las canciones, su poesía, sino una forma de ser, una elegancia, una caballerosidad que, desgraciadamente, parece asunto del pasado. Porque a Cohen, por mucho cariño y admiración que le profesemos, no podemos tutearle nunca.

Ha sido usted muy amable, Mr. Cohen. Se lo diría mil veces. Marianne ya lo dijo: "Es muy honesto, uno de los hombres más honestos que he conocido, eso es lo que le hace ser tan buen poeta."

Y ahora, me quito el sombrero.