Diario de Mallorca

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Entrevista

Maika Makovski: "Me emocionan las canciones simples y pequeñas; creo que el universo está en un grano de arena"

"En Mallorca es donde escribo con más paz; mis temas más melódicos los he compuesto aquí"

Maika Makovski (Palma, 1983), en Macedonia. pinkhouse management

-En este disco, Chinook Wind, ha redescubierto sus raíces macedonias. ¿Cómo ha sido este reencuentro?

-Tenía pocas referencias de Macedonia. Básicamente de lo que me contaba mi padre y algunos familiares. Apenas fui cuando era muy pequeña y volví a los 19 años. Por entonces, estuve una semana y ni siquiera hablaba el idioma. El verdadero descubrimiento lo he vivido ahora. Hice un viaje en verano de 2013. Soy de una generación en la que ya nacimos todos globalizados. Al no hablar el idioma de allí y no haber insistido en ir, lo que tenía era desconocimiento, incluso indiferencia. 2013 fue un año muy duro en mi vida personal y profesional. Cuando llegó el verano pensé: o voy al psiquiatra o desconecto. Entonces me pregunté, ¿por qué no voy a Macedonia?. Y fui precisamente a lo contrario, a conectar, y me sané. Antes de partir, recuerdo que me dolían hasta los pulmones. Allí conocí a mi familia, empecé a aprender el idioma, me regalaron risas, cariño, tranquilidad. Aproveché y me empapé de todas esas raíces.

-¿Qué rasgos personales se dio cuenta que provenían de Macedonia?

-Me di cuenta de que el sentido del humor de mi padre era una cuestión más del país que algo personal suyo. Por otra parte, también tuve una respuesta inmediata hacia la música tradicional de allí, los sonidos... Conecté enseguida con la ternura de las canciones folclóricas, que hablan de cosas muy pequeñas y simples. Me emocionaban esas historias chiquititas. Siempre he pensado que se habla de la nada cuando se es grandilocuente. Yo soy de las que piensa que el universo está en un grano de arena. Y pienso que esta idea también es trasladable a mi música. Mi manera de escribir las letras ya era así. Rara vez he hecho una canción épica. También me di cuenta de que el espíritu kamikaze balcánico ya lo llevaba dentro.

-¿Cómo pudo filtrar musicalmente sus raíces en este disco?

-No lo pude hacer. No manejo el lenguaje de la música folclórica. Es una música bastante complicada. En el disco creo que quedó un poso más emocional que formal.

-En su trabajo hay menos guitarras, más metales y el sonido es más desnudo. ¿A qué se debe?

-Fueron las circunstancias. Me planté en Bristol sin banda, yo sola. Fue un mano a mano con John Parish, el disco lo hicimos entre los dos. Luego trajimos al cuarteto de cuerda Beth Porter y Gavin Fitzjohn se sumó a los metales, los toca todos. Lo de los metales viene porque estuve grabando maquetas el verano de 2015 en una masía de Girona que me dejaron. Todas ellas acababan llevando trompa. Quería una trompa para este disco, pero no encontramos ninguna y lo que más se acercaba era lo que podía ofrecernos Fitzjohn. El sonido de la trompa me provocaba nostalgia y se me quedó en la cabeza como una letanía. También tenía la idea de las cuerdas. Los directos los estoy haciendo con el Quartet Brossa, que ya ha colaborado con grupos como Astrud, Falsaalarma o Maria Coma.

-¿Es Macedonia un país más conectado a la música?

-Sí. Aquí no sé qué nos ha pasado. Creo que tiene que haber una reconexión con la música. Recuerdo que en los noventa era brutal. Era un arma de conexión con uno mismo y con los demás. Cuando conocías a alguien recuerdo que una de las primeras preguntas era "¿y qué música escuchas?" Hay poco apoyo desde arriba. La música no se ve como algo útil. Arrastramos la idea de que el músico es un feriante o un muerto de hambre. Yo creo en la música como medicina para el alma. Es necesaria. Y pienso que en sociedades como la macedonia, más pobre, también se ve así. Aquí ha habido un boom económico, luego nos desplomamos. La música se ve como un entretenimiento. Quizá también tenga que ver la dictadura que padecimos.

-¿En qué se parecen Mallorca y Macedonia?

-De hecho lo pensé en algún momento. Allí hay una comida típica salada que se llama burek y que tiene la forma y el tamaño exactos de la ensaïmada.

-Macedonia es uno de los países europeos que más refugiados está recibiendo. ¿Cómo se está viviendo allí la situación?

-La zona en la que yo estuve y donde vive mi familia no está lejos de la frontera con Grecia. Pero es un conflicto que no se vive en el país. En realidad, el conflicto está en las fronteras. Es una lástima que un país tan generoso se vea emborronado por este tema. Pero es una cuestión en la que los líderes europeos se lavan las manos. Me da mucha pena.

-En el videoclip de Not in love, rodado por David Trueba, usted parece una rubia de Hitchcock.

-Es cierto. No lo había pensado. A él le gustaba una peluca pelirroja, pero a la maquilladora y a mí nos gustaba la rubia. Y ésa me puse. Esa canción va sobre la imagen que proyectamos de nosotros mismos a los demás. O de cuando echamos mano de alguien sólo porque nos sentimos solos. Es en el fondo una canción agridulce y en la que hay un cierto despecho. Yo no estoy enamorada de ti. Tú tampoco de mí. No nos queríamos, pero maldita la gracia.

-Ha trabajado de actriz en el teatro. ¿Qué peso tiene la interpretación en su música?

-Yo soy música. Siempre que me he acercado al teatro era porque me pedían que hiciera la banda sonora. Me acerco a la interpretación a través de la música. La música me ayuda a dar con el ritmo de las palabras. Por mi profesión, a la expresión corporal no le he dedicado tanto tiempo. Y esto último me lo ha brindado la interpretación, donde has de salir a actuar sin la red que te proporciona la guitarra o el piano.

-¿Haría una película?

-Si fuera algo inspirador, sí. Soy muy aventurera.

-El título del disco y la primera canción apuntan a que le gusta Canadá. ¿Es fan de Leonard Cohen?

-Sí. Precisamente le he estado escuchando estos últimos días.

-Pero tiene pinta de preferir a Dylan. ¿Qué le parece el Nobel?

-Sí, me gusta más Dylan, su velocidad mental. Cohen es más profundo. Estoy muy contenta con este Nobel, me parece muy positivo porque ayuda a que la gente abandone la imagen del músico como feriante.

-¿Las rockeras lo tienen más difícil que los rockeros para abrirse camino?

-Depende. Es un arma de doble filo. Una chica sobre un escenario sigue siendo una rareza y recibe una atención inicial que a un chico le cuesta más. Un chico suele llegar a esa atención más por la calidad y no por su sexo. Pienso que todos necesitamos un tiempo para crecer y si empiezas a recibir atención antes de tiempo te puedes hundir. Hay mucho que reivindicar de todas maneras. Me parece injusto cómo pesa el físico en la carrera de una mujer. La cómica Amy Schumer, por ejemplo, ha sido criticada por su peso y es humorista no modelo. Yo nunca he explotado mi físico, para mí lo primero es la música. Pero a veces he tenido que soportar comentarios que creo que un hombre profesional no habría recibido.

-¿Cómo se filtran sus raíces isleñas en la música?

-Me siento muy unida al paisaje mallorquín. En Mallorca es donde escribo con más paz. Las canciones más armónicas y melódicas las he compuesto en la isla.

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