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Arte

La luz de Bernardí Roig ilumina Canterbury

El artista mallorquín inaugurará el próximo día 24 una gran instalación en la famosa catedral de Inglaterra - El proyecto pone en diálogo al hombre contemporáneo con lo divino

Escultura que formará parte de la instalación de luz del artista mallorquín. b. roig

Los espacios y la memoria que éstos atesoran son la materia prima de los proyectos de Bernardí Roig (Palma, 1965). Si hablamos de la Catedral de Canterbury, donde ha sido invitado a intervenir en el marco del gran Festival Internacional de las Artes de Kent, el legado del que se ha nutrido el artista mallorquín pasa obligatoriamente por los famosos cuentos de Geoffrey Chaucer, pero también por la película homónima de Pasolini o el drama poético de T. S. Eliot Asesinato en la catedral, sobre la decapitación real del arzobispo Tomás Becket por orden del rey, un hombre que perdió la cabeza por querer cambiar el signo de la historia.

Estrujándose las meninges con todas estas cuestiones, Roig también consideró a la hora de abordar su proyecto los significados contenidos en el hecho de exponer en la sala capitular. "Es donde los sacerdotes eran llamados a capítulo, una palabra que proviene de "cabeza". Ése era un escenario de autoconfesión, donde exponían sus pecados, faltas o reflexiones", relata el artista. Atraído por esta idea y el resto de inputs sobre Canterbury, decidió recuperar una pieza que ya mostró en 2006 en el Kunstmuseum de Bonn. "Es la imagen de un hombre cansado que arrastra sus miserias y que se apoya contra un gran muro de luz", desvela. Técnicamente, es una escultura blanca de tamaño natural (1,75 metros) en postura de renuncia que descarga su resignación sobre un muro de madera forrado, en una de sus caras, por 200 lámparas fluorescentes. La pieza proviene de la colección Bartolomé Campins, en Vigo. La soledad y el hastío de la figura y la luz blanca, quirúrgica, amnésica, minimalista y cegadora entran en colisión con la calidez narrativa de los vitrales góticos de la Catedral, llenos de memoria, color, imaginería cristiana y planteamientos de lo divino. "De esa contraposición entre los dos mundos -y las dos luces- surge una esperanza para el significado", considera Roig, que viajará hasta Inglaterra el fin de semana del 22 para supervisar el montaje.

¿Qué se va a encontrar el espectador? Es posible que muchos sientan un cortocircuito ante ese contraste entre la divinidad -la catedral sigue siendo un espacio de culto- y ese fantasma contemporáneo construido en resina de poliéster, "ese yo extinguido de un sujeto contemporáneo que asumió hace muchísimos años que Dios ha muerto [Nietzsche dixit]".

El mallorquín no es neófito enfrentándose a las problemáticas de espacios monumentales. Le avalan sus proyectos anteriores en sa Llonja de Palma o en la Catedral de Burgos. En el templo de Canterbury, ha dominado el plano longitudinal, por lo que finalmente se ha optado por construir un muro en diagonal que el espectador podrá atravesar paseando. "Podría haberse dado la verticalidad construyendo una columna, pero al final se impuso esta opción horizontal, que da la sensación de muro separador de dos mundos y que provoca en el espectador una interesante dicotomía: ¿de qué lado estás, del de la figura abatida o del otro?", cuestiona.

El proyecto de Roig en Canterbury, que sigue a vueltas con una de sus obsesiones -cómo representar al hombre- y que es una de las tres muestras de arte contemporáneo en el festival (las otras son del premio Turner Grayson Perry y Lucy Skaer), se titula Ejercicios de luz insomne. "Es como la imposibilidad del descanso, cuando no puedes dormir las imágenes se enferman. En ese hombre blanco abatido hay algo también del peregrino que no descansa, de aquellos que marchan en buscan de la verdad, una imagen que se puede relacionar con esta catedral y los famosos cuentos de Canterbury".

La instalación, comisariada por Emma Brasó, actual responsable de la programación cultural de la University for the Creative Arts, institución que organiza el evento, se inaugurará el próximo día 24 y permanecerá en el templo durante dos semanas.

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