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Converses literàries a Formentor

"No hay literatura ni deseo sin transgresión"

Baltasar califica de "novela, tratado metafísico y testamento" del autor la última novela de Jack London, 'El vagabundo de las estrellas'

Foto de familia con los participantes de las Converses de Formentor. CATI CLADERA

No sería raro que unas próximas Converses se dedicaran a los animales, a juzgar por la fauna desplegada: no sólo los gatos (tan vinculados a lo mágico), sino también "el asno, figura sacrificial y de lujuria" que señaló Lila Azam Zanganeh del clásico de Apuleyo, o esos "otros animales" que "no han perdonado al hombre" haberse convertido en depredador, con la "culpa", señaló Roberto Calasso, que atenaza a El cazador Gracchus, de Kafka.

Como moderador y ponente de Arcontes, la última mesa de Espíritus, fantasmas y almas en pena, Basilio Baltasar se refirió a una bella imagen de Virgilio, "las almas de los muertos como pájaros en busca de tierras soleadas", para después abordar la última novela de Jack London, El prisionero de las estrellas: el protagonista, preso condenado a morir, "induce la muerte física de su cuerpo para liberar su mente y viajar a través de las épocas".

De este modo, "recuerda las vidas vividas". En esta "novela, tratado metafísico y testamento" del autor y "homenaje a todas las obras literarias", la moraleja desconsuela: "El Universo es el presidio y no tiene salida". O, dicho de otra forma, "los pájaros de Virgilio no llegarán a ningún sitio".

Como Baltasar se había referido al "por qué" de las Converses, la escritora iraní reconoció ser ella la autora de la pregunta. "No hay literatura ni deseo sin transgresión", afirmaba, para abordar El asno de oro, "barroco y oscuro, pero cómico y paródico" que reúne "las magias, las muertes y los amores", en doce aventuras que contienen, a su vez, otras peripecias.

La conclusión resulta "inesperada. Después de aventuras terribles", el protagonista se ve redimido por la oración y la intervención de la divinidad. Zanganeh hizo referencia a la Diosa Blanca de Graves, pero también a Isis, Venus y María.

David Rieff advirtió: "Invitarme a unas conversaciones sobre fantasmas es un acto de coraje. Veo a Freud como un místico, pueden imaginar lo que pienso de Jung". Como "talibán del racionalismo", se refirió aDinero para fantasmas de Edgardo Cozarinsky, "un libro que habla del amor como el último fantasma" y donde dos estudiantes se hacen con los cuadernos de un viejo escritor, que "se transforman en una pesadilla". Hasta tal punto que "vivir es recorrer el mundo atravesando puentes de humo".

El origen del estudio

Por supuesto, la última intervención en las mesas de las Conversaciones tenía que ser para Calasso, el Premio Formentor, quien optó por leer unas páginas de su K, dedicado a Kafka, al haber descubierto que en ellas estaba el origen de un estudio de trece años más tarde. Esas hojas se refieren a Gracchus, cazador de una Selva Negra aún habitada por lobos, que no encuentra el camino a la morada de los muertos "y desde entonces vaga en una barca a la deriva". "Gracchus está hecho de tiempo. Vivo y a la vez muerto. La barca que lo transporta no surcará jamás las aguas celestes".

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