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Roberto Calasso

"Todavía tengo necesidad de la relación del papel con la pluma estilográfica"

"Para mí es un honor recibir el Premio Formentor de las Letras; siempre lo he admirado"

Roberto Calasso, ayer, en el Hotel Barceló Formentor.

El florentino Roberto Calasso, Premio Formentor de las Letras 2016, quien por lo general rechaza cualquier premio al considerarlo "penoso", afirmó ayer que este galardón - dotado con 50.000 euros y que le será entregado hoy - es uno de los que le hacía "especial ilusión" al haberlo admirado "siempre" y ser un honor para él.

Así, en uno de los salones del Hotel Barceló Formentor, el escritor y editor (preside y dirige Adelphi, una de las editoriales de mayor prestigio internacional) dijo estar "muy interesado" en el programa de las Converses de este año y también tener especial devoción por la primera etapa del premio, cuando fue impulsado por prestigiosos nombres de la literatura como Carlos Barral o Antoine Gallimard.

La entrega del Premio Formentor a Calasso coincide con la aparición de su último libro El ardor (Anagrama). En este sentido, quien ya prestara atención al tema de la religión de la India antigua en Ka, retorna a ella en esta última obra para poner el foco de atención sobre el sacrificio. Se trata de una compilación de textos en torno al Veda, el saber; un libro que Calasso reconoce haber escrito en unos diez años; una prescripción para ejecutar los ritos, desde el más sencillo hasta el más complejo, el sacrificio. Así, cuando se le pregunta si se considera intelectual, dice que es un concepto que "detesta" al recordarle la cita del escritor francés Jules Renard, quien afirmó que "intelectual es un adjetivo".

Entonces, Calasso opta por el concepto de pensamiento, del que asevera que "nadie sabe hacia dónde se está dirigiendo". Además, ante la pregunta de cuál es el mito más recurrente en su obra literaria, contesta que "los dioses son celosos y más vale dejarles de lado".

El escritor, que ya estuvo en Formentor hace quince años y en otros lugares de la isla, por turismo, como Deià, también evita dar su opinión acerca de la diferencia entre el sacrificio hindú y el que profesan los musulmanes que se inmolan.

Mientras, cuando se le pregunta acerca de con qué religión y sus ritos se siente más cercano, el escritor de Florencia asegura que "ni lo sé, ni lo diré" al tratarse de una cuestión no planteada en su cabeza. Calasso es un creador que compagina varias obras a la vez: "Cuando escribo sobre algo me vienen a la mente ideas de otros libros y tengo que apuntarlas al momento". El de Florencia todavía escribe todos su libros con pluma estilográfica, dejando siempre un poco de margen en la parte izquierda para notas eventuales que puedan surgir. Asimismo, explica que durante un tiempo escribía todo con una Olivetti ´Lettera 22´, antes de que llegara el ordenador. "Gracias a dios tengo una santa asistenta, Federica, a quien cada día le paso las páginas manuscritas", apostilla.

Pese a lo mencionado, eso no implica que Calasso no utilice el ordenador; hace uso de él aunque no para mecanografiar sus manuscritas páginas. "Tengo todavía necesidad de la relación del papel con la pluma estilográfica", añade quien reconoce compaginar su escritura - siempre sobre cuaderno - tanto en casa como en la sede de la editorial Adelphi. En cuanto a qué tipo de lector es Calasso, hay que decir que alguien que anota en los libros, que deja su huella en cada página, en cada historia recorrida.

´El cazador Gracchus´

Roberto Calasso hablará este domingo, a las 12.30 horas, sobre El cazador Gracchus de Kafka en una mesa redonda en la que también participarán Lila Azam Zanganeh (con El asno de oro, de Lucio Apuleyo); David Rieff (con Dinero para fantasmas, de Edgardo Cozarinsky) y Basilio Baltasar (con El vagabundo de las estrellas, de Jack London).

La historia de El cazador Gracchus trata sobre un cazador salvaje que durante su vida comete un acto sacrílego, y por ello no puede encontrar la paz después de su muerte hasta no ser redimido. Aunque "para Kafka son todos culpables, no existe la posibilidad sin culpa", asevera Calasso, al tiempo que añade que la obra de Kafka el sacrilegio "no se puede definir en un qué, sino que hay que verlo en un proceso, en un todo", como en la novela El Castillo del escritor austrohúngaro, que muestra la complejidad que supone entrar en el sistema establecido, donde hay frustración, burocracia y alienación.

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