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Entrevista

Carlos Soto: "A Mallorca ha venido mucha gente a inspirarse, pero no a hablar de ella"

Carlos Soto, ayer, con un ejemplar de su último libro durante la entrevista.

-Al leer El carbonero tuve la sensación de estar amortiguando la venganza.

-La venganza es el motor de la historia. El protagonista Marc tiene la mala experiencia del crimen que sufre su madre. Además, sus propias circunstancias, de casi completa soledad, es como un horno para irse cociendo en esa venganza. Llega un momento en el que el personaje de la señora le da una pista intencionadamente. Él se pone tras esa pista, ya que durante siete años solo ha pensado en vengar a su madre y a partir de ahí arranca la novela; y puede ser que ese estímulo sea el que anime a leer.

-En su novela, el protagonista Marc dice que él es igual de malo que los otros. ¿Existe gradación dentro de la maldad?

-No. De hecho, cuando él habla de esto entiende que todos somos iguales; que en realidad el mundo de aquellos personajes, los criminales, no se diferencia del suyo. Esto es como un mecanismo de relojería, donde a unos les toca morir y a otros matar.

-¿Se mide igual la venganza que el hecho que la provoca?

-Sí, incluso la venganza es casi peor. La venganza puede trabajar por encargo, por lo que la persona no tiene motivos personales para ejecutar ciertas acciones. Al mismo tiempo, es menos impetuoso; no viene movido por un juicio -reflexión moral. Se diferencia el papel y la intensidad. El criminal está cumpliendo con un trabajo; sin embargo, quien se venga quizá se está justificando a sí mismo y ante los demás.

-¿En qué ejes centró su investigación para escribir?

-Esta novela surgió de un día que por Internet leí la historia de un carbonero real aquí en Mallorca. Tanto el oficio como el paisaje en el que él lo realizaba me parecieron alucinantes; la sierra es una especie de prodigio. No necesariamente ésta iba a ser una novela negra; lo que tú planteas al principio muchas veces no tiene nada que ver con el final. Lo que sí estuve obligado es a documentarme, tanto del oficio (carbonero) en sí, que no hay tanta información - te lo puedo asegurar - como de algunas particularidades, léase costumbres o el idioma entre los propios señores. Y es que aunque en Mallorca las clases sociales siempre han convivido, no ha habido muchos extremos. Sobre todo había diferencias en los tratamientos y en los usos. En este sentido, ha habido dos obras que han sido vitales para mi novela: Contraban, corrupció i estraperlo a Mallorca, 1939-1975, del historiador Pere Ferrer Guasp y Els senyors de Palma, de Antònia Sabater.

-¿Puede descansar el alma de quien sabe que ha antepuesto el mal ajeno al sufrimiento en sus propias carnes?

-El buhonero es un personaje que ya de entrada en la novela tiene un punto oscuro y va a ser un personaje central. Su construcción no es fácil, ya que por un lado se presenta con cierta proximidad al protagonista y por otro lado es un hombre cuyo modo de vida es, como aquel que dice, sacar partido casi de debajo de las piedras. Eso acaba configurando un hombre con muy pocos escrúpulos.

-¿Qué ha pasado en España para darse tal irrupción de escritores noir. Léase usted, Domingo Villar, Lorenzo Silva, Dolores Redondo, Alicia Giménez Bartlett o Carlos Zanón.

-Es muy sencillo. En cada época se marcan unas tendencias. La crisis es como un caldero, cabe casi todo, y despierta quizá sentimientos no muy limpios. Cuando hay temas de supervivencia por medio, la gente ya no es tan generosa. Uno tiene menos escrúpulos.

-Su mundo literario deja muy claro que le interesan la intriga, la venganza, la geografía y el lazo que los une, las relaciones humanas. ¿Nace acaso de algo ocurrido en su infancia o de su posterior traslado a Madrid?

-No, ni mucho menos. Lo que sí es verdad es que había intenciones muy genéricas, ya que no planifico las novelas al milímetro. Una de las intenciones era reflejar la isla geográficamente o, al menos, hacer un retrato de ella.

-¿El marcado carácter del libro viene de sus estudios de Filosofía y Letras, sección geografía?

-No. De hecho, cuando estudidiaba Filosofía y Letras me interesaba sobre todo la metafísica y la lógica simbólica. Después pasé a informática. El motivo principal es porque yo creo que a Mallorca ha venido mucha gente a inspirarse, pero no a hablar de ella. Entre otras cosas, los paisajes que hay en la novela, sobre todo los de la Serra de Tramuntana, son realmente espectaculares. Me parece, injustamente, una isla muy poco explotada.

-Al final de su novela se ve cómo la sobreprotección de la señora y de Aina impide al protagonista decantarse por una de las dos. ¿Está de acuerdo?

-Es algo complicado para Marc. Para este personaje hay dos corrientes, que son las dos mujeres. Una es la niña que ha crecido con él, que es Aina, que es su camino natural. Aparte de amiga, ha sido una de las que ha vivido con él. Lo que ocurre es que Marc, desde que ocurre el asesinato - cuyo impacto es tan fuerte-, no deja de pensar en su madre; lo que hace que de alguna manera se haya creado una deuda moral con su madre y su padre, ya que él a raíz del crimen ha quedado afásico. Marc ha convertido esa condición en una forma de vida. Con el otro personaje, el de la señora, que le dobla la edad (a Marc) y que pertenece al mundo de su padre, se ha ido ligando por esa deuda moral que él ha contraido tanto con el entorno, con su madre, su padre y la mujer que quiso a su padre. También, los sueños que aparecen de las aves blancas tienen mucho que ver con la señora; porque al principio, cuando ella habla de esa especie de pergamino que le da a él, ese reconocimiento de deuda que viene con una orla, en la que aparecen unas aves, suponen esa conciencia, esa deuda, que Marc se ha creado a sí mismo.

-El final acaso abierto de la novela plantea la disyuntiva de si habrá o no una segunda parte de El carbonero. ¿Le da un sí al lector?

-Cuando terminé la novela, sí quedé con ganas de escribir algo más, no especialmente en una segunda parte de El carbonero. Es bueno dejar enfriar las cosas porque te dan una visión más ajustado. Me parece más acertado que la novela termine donde termina, aunque sí podría haber continuación. De hecho, lectores íntimos, aquellos que te leen antes de publicar, me pidieron un poco más.

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