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Crítica cine

Ausencias y presencias

El guión de La espera se inspira en un par de obras de Pirandello. Intentaré no reventar la clave del argumento: Una mujer de mediana edad (Binoche), vive sola en un casón rural sicialiano junto con un guardés (Colangeli) cuando recibe la visita de la novia del hijo de ella (Laage). La primera mitad del filme pone a prueba la paciencia del espectador. Fotografía preciosista, al borde de lo empalagante, silencios, premiosidad, y la obligación de tragarse un sapo, condescender con una decisión (una indecisión) que no tomaría el 99% de humanos con la cabeza en su sitio.

Poco a poco, tras la perplejidad inicial, uno comienza a entender a la mujer. Pretende conocer a la joven, ve rasgos de su juventud previa, necesita compañía, necesita conocer a su hijo, intenta averiguar si los problemas que afectan a la pareja de jóvenes son similares a los que ella sufrió con su marido. Cuando afloran estos runrunes psicológicos el filme atrapa. Mantiene muchos silencios, muchos sobreentendidos, pero la dirección y la fotografía se centran por fin en la historia, en el tête a tête de las mujeres. Se alcanzan dos momentos muy emotivos, el baile posterior a una cena en la casona, con música de Leonard Coen; y el desenlace, Binoche en una procesión (impresionante) de la Semana Santa palermitana, la joven atando cabos en la casa. Telepatía excelentemente narrada con la cámara y las actuaciones. Soberbias las dos mujeres y el atribulado sirviente. Esta película me ha recordado, en virtudes y taras, a La juventud, la última de Sorrentino. Sin embargo Messina logra profundizar y emocionar más cuando su filme despega.

La espera

Italia, 100 min.

***½

De Piero Messina.

Actores: Juliette Binoche, Lou de Laage y Giorgio Colangeli.

Cines: Rívoli.

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