Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Puro teatro

Diego Ingold: "Los artistas deben invertir tiempo en política porque tienen herramientas de cambio"

"La risa hace que la gente se sienta más fuerte y que no trabaje desde el miedo sino desde el amor"

Diego Ingold (Palma, 1983) posa cual Charlot en su terraza-protesta.

Camina como Charlot por su terraza-protesta, proyecto con Mabel Moreno desde el que lanzan mensajes reivindicativos a Cort, los vecinos de enfrente. Diego Ingold es uno de los referentes de la impro en Palma y uno de los exalumnos de la Esadib más dinámicos. El caso de Trampa ya se estudia en las clases. Junto a Pere Pau Sancho, Lorenzo Pons y Germán Conde, prepara la expansión de su proyecto (en la calle Caro). Llevan entrenando desde enero a 12 sustitutos para poder abarcar nuevos trabajos (cursos para empresas, eventos, mitins, bodas, etc.) y generar nuevos empleos en un sector en barbecho. La política (Som Palma) le hizo tilín, aportó su granito y regresó a sudar la camiseta con ese deporte de riesgo llamado improvisación.

-¿Fue Charlot el primer maestro de la improvisación guionizada?

-Seguramente Chaplin improvisaba muchísimo porque tiene tomas grabadas más de mil veces. Me imagino que la dirección y actuación simultáneas provocan que, cada vez que desees incorporar algo nuevo, acabes destrozando un poco el guión del resto de tus compañeros. Hay una parte bastante déspota en eso y creo que muchos actores que curraban con Chaplin después no volvieron a hacerlo porque sabían lo indignante que era. En lo de la acción e interpretación simultáneas de Chaplin, sí veo una relación muy directa con la impro. Nosotros estamos siendo nuestros propios directores a la hora de interpretar, y lo hacemos a tiempo real, sin guión previo. Esa parte de no delegar y trabajarse uno mismo todas las partes del proceso es algo en lo que me siento muy identificado con Chaplin.

-¿Cuáles son las bases de una buena improvisación?

-Hacer que las ideas de tus compañeros valgan, sean cuales sean. La impro no es un juego en el que haya ganadores o perdedores. Con la impro se aprende a defender como útil la idea sobre la que te toca improvisar, sea la más brillante o la más mediocre. Y eso es complicado. Y generoso.

-Desde luego, no parece un ejercicio para ególatras.

-Te diría que todos los actores o casi todos, y me incluiría a mí mismo, tenemos mucho ego. Y como artista plástico que también soy, imagínate. Como pintor tienes que mear en todo lo que haces y recordarle a todo el mundo que eso es tuyo. Por eso, tener una parte de improvisación donde tus ideas individualmente no valen para nada sino en cuanto que pertenecen al grupo, ya que te las han de complementar y aceptar otras personas, es una especie de hostia al ego que me interesa mucho y me viene muy bien.

-¿Tiene otras aplicaciones a nivel de crecimiento personal?

-Sí. Pere Pau [Sancho] y Lorenzo [Pons] todo el rato están diciendo lo maravilloso que sería que todo el mundo hiciese algo de impro en su vida. Esas primeras bases por las que me preguntabas te obligan a estar súper atento y a escuchar hasta el final las cosas que dicen los demás, para a partir de ahí pensar de qué manera puedo aportar yo a su idea. Todo el tiempo estás en ese feedback de cómo hacer que lo que tú digas valga para los dos. Esa parte a nivel de empatía, escucha y respeto nos vendría muy bien para todo lo demás.

-Un bombín, un bastón, un pantalón demasiado grande y unos zapatones le bastaron para meterse con el nazismo en El gran dictador. ¿Trampa también combate el poder establecido?

-Sí. Le veo dos partes de teatro político a lo que hacemos actualmente. La primera es que, al salir la impro de todo nuestro banco de ideas y de imágenes, un banco lleno de situaciones políticas que nos tocan las narices, es lógico que en las funciones acaben saliendo estas cuestiones. Así también le damos frescura a las actuaciones porque tiramos de la actualidad que el público tiene en mente. La otra parte que es teatro político es la precariedad. Desde el momento en que nosotros decidimos trabajar con la ayuda del público en vez de con la ayuda del Estado y que buscamos las trampas legales para poder arrancar un teatro clandestino, porque nos negaron el acceso a salas convencionales, hicimos teatro político. Nos estábamos cargando las trabas que nos estaba poniendo el Gobierno para poder ejercer nuestro trabajo, que además es cultura. También es teatro político porque damos una alternativa a lo que establece el Gobierno qué es cultura y cuál es la que tiene que ver el público.

-¿Por qué la risa es la mejor arma contra el totalitarismo?

-La sátira le muestra a la gente la realidad casi sin manipularla. Hace falta distorsionar muy poco las cosas para que la gente entienda cómo está todo. Por otra parte, pondré un ejemplo: la Revolución Francesa arrancó a partir de un montón de gente que se dedicaba a cantar canciones en contra de la monarquía francesa. Creo la gente se arma de valor para hacer ciertas cosas desde un sitio de divertimento y ocio. No digo que con lo que nosotros hacemos vayamos a llegar a un golpe de estado o a un cambio de gobierno, pero sí creo que la risa hace que la gente se sienta más fuerte y que no trabaje desde el miedo sino desde el amor.

-Trampa Teatre se ha convertido en viral. ¿Aún no les han invitado de Esade para desvelar su plan de marketing?

-Es curioso, porque la idea de crear una asociación cultural nos la brindaron directamente en el Ayuntamiento. Fuimos a pedir permisos y nos dijeron que imposible a no ser que pudiéramos gastarnos 30.000 euros en la reforma de un local en el extrarradio. En el centro ya no se daban licencias. Y fue lo que hicimos para que la gente pudiera entrar en el local según el seguro de responsabilidad civil que teníamos. Por otra parte, el patrón de éxito ha sido un tema de adaptación a las redes sociales, el boca a boca, precios asequibles, bajarse del burro de las subvenciones... Y, ojo, que si hubiese habido subvenciones igual hubiéramos tirado de ellas. No lo sabemos. Pero al no haberlas, nos dejó en una posición privilegiada ya no de adaptación sino de arrancar con los medios que teníamos. De repente, vimos que cada persona que venía una vez lo fidelizábamos con un mailing. Ahora tenemos 18.600 socios. Y aún así, cada vez que ponemos algo en Facebook lo recibe el triple de personas que no por correo electrónico. Por eso estamos empezando a dejar de invertir tanta energía en un mailing y centrarnos más en redes, que funcionan mejor.

-¿Continúan llenando?

-Sí. De hecho, agosto está siendo una locura. Hacemos cinco funciones de impro llenas cada semana además de la función de sketches cómicos que dirige Pere Pau. Son seis funciones por semana con unas cien personas de público. Al final, son 600 personas de público cada semana en el teatro en agosto. La herramienta de marketing que nos ha funcionado es que desde el principio decidimos trabajar más a volumen que a precio. Entiendo que el teatro conlleva mucho trabajo de ensayos y gastos, es una experiencia única. Y que se ha de pagar. Pero nosotros funcionamos esperando que venga una persona una vez y después ésta regrese arrastrando a sus amigos. Además, al ser impro, va a ver algo distinto y barato.

-¿Aprendieron de los errores de teatreros más experimentados?

-A ver, yo considero que las subvenciones deben existir. Todas las producciones que están saliendo este año y el año pasado son de bajo coste. Es verdad que se fomenta mucho la creatividad, pero en el último año hay muchos actores que se están dedicando a hacer monólogos teatrales. Me gustan mucho porque ves un trabajo actoral precioso, pero no dejo de pensar que es el síntoma de un problema económico. Igual que ya no puedo ver big bands de jazz con diez músicos, ahora los grupos son Donallop o Jansky, que son dos y porque son pareja además, porque si no, serían uno solo. Y son dos ejemplos que me fascinan. Pero de repente plantearse la opción de hacer una banda con cinco músicos es una idea completamente romántica y sin ningún tipo de finalidad económica. Esto en teatro se convierte en una lacra, porque a tres o cuatro años vista, de repente desaparece del panorama un tipo de teatro. Quizá la respuesta es que somos una isla demasiado pequeña para albergar proyectos más grandes. Pero sin embargo hay tanto dinero despilfarrado en tantas cosas que se debería dar la opción de que anualmente haya compañías de teatro o actores que se junten para hacer un Hamlet o una obra más potente. Salen muchas propuestas nuevas como Trampa, el microteatro o el teatro de barra, opciones de corto aliento, que yo creo que generan un público nuevo.

-¿Pero se traslada después al teatro ese público nuevo?

-La gente más consolidada cree que esto no tiene impacto en los teatros. Y tiene toda la razón. El teatro convencional no crece, pero sin embargo este año hay aproximadamente diez escuelas de teatro saturadas en Palma. Es un fenómeno nuevo. Los alumnos son espectadores de ese teatro no convencional que en lugar de ver teatro convencional lo que deciden es apuntarse a hacer teatro para que en algún momento puedan hacer lo mismo que estamos haciendo nosotros. Creo que esa gente, a cinco años vista, sí será un público de teatro convencional. Sí se va a generar un público de teatro convencional, lo que pasa es que cuando llegue igual el teatro convencional ya no existe. El público evoluciona. De hecho, en nuestro primer año, si había un concierto de Bisbal, no teníamos público esa noche. Era bastante deprimente. En plan, "tenemos el público de Bisbal". Ahora tenemos de todo. Hace poco hubo un Madrid-Barça y teníamos la sala casi llena y pensamos, "qué bonito esto". De hecho, el día del mitin de Podemos aquí teníamos a 90 personas en la sala. Y de repente fue como: "¿Sois todos del PP?" (risas).

-Vuelvo a Charlot. ¿Por qué nos seguimos riendo de un tipo que se resbala con un plátano?

-Porque es trágico. La comedia se basa en que alguien esté sufriendo. Si alguien sufre, el público se ríe. Y Chaplin tenía muy fácil hacer eso. Hay un clown ahí detrás.

-Chaplin fue acusado de comunista. ¿También le han acusado de algo similar al haber sido de Som Palma?

-(Risas). Hemos tenido mucha suerte en eso. Tenemos bastante personas del público que nos han dicho abiertamente que son votantes del PP. Pero es que el PP lo ha hecho tan mal que incluso los votantes del PP saben que tienen que votar a ese partido a pesar de asumir sus desastres. Es decir, entienden que nos riamos de todas sus cagadas. También es cierto que arrancamos las funciones riéndonos de nosotros mismos, y a la vez que nos metemos con el PP lo hacemos con Podemos.

-¿A Podemos le ha hecho perjudicado la soberbia?

-Habiendo estado en política, he de decirte que hay tanta crítica que te obliga a ponerte en un sitio muy nazi defendiendo lo que defiendes. También es cierto que a la que estás metido muy a fondo en un tema pierdes un poco la perspectiva de la realidad y la información sesgada que tienes hace que no comprendas muy bien ciertos ideales de otra gente. El año pasado me enfadaba mucho cuando alguien me decía que no iba a votar, por ejemplo. Ahora no, ahora le explicaría mi opinión tranquilamente. Los políticos de Podemos llevan un vaso muy hasta al borde de estrés y presión. Una gota más y se les desborda el vaso.

-¿Qué le pasó con la política? ¿Demasiada improvisación de la mala?

-No, en absoluto. En primer lugar, cuando salieron los cinco puestos de Som Palma, nosotros estábamos abriendo la sala nueva. Cuando Miquel Comas dimitió, entró la sexta de la lista, Eva Frade. Yo iba el séptimo. Entonces vi que si sucedía algo, no iba a poder compatibilizar la política con mi trabajo. Mi papel ahí dentro era más de confianza y en ningún momento pensábamos en estos resultados tan buenos. Mucha gente que me encontraba por la calle me decía: "Pero si tú te dedicas al arte, al teatro, ¿para qué te metes en política?" Toda la gente que se dedica a los campos creativos no quiere invertir tiempo en política. Sin embargo, es gente que debería hacerlo porque es gente que tiene herramientas de cambio y propuestas. Por eso colaboré con Som Palma. Hice toda la campaña de marketing con ilustraciones, pintando todos los carteles para no tener que imprimirlos. Se hizo una campaña política con mil euros. Y con vídeos virales en los que salgo dibujando en sitios. Actualmente, con la cantidad de gente que de manera vocacional estaría dentro del Ayuntamiento y que confía en este proyecto, me parecería un despropósito que yo estuviera ocupando una plaza olvidando mi trabajo, que sí es vocacional y del cual yo puedo vivir. Una plaza que podría ocupar gente que está metida en política de manera vocacional, que no tiene trabajo y que podría estar cobrando un sueldo.

-¿Qué ideas tenía para la cultura?

-Por ejemplo, fomentar la cultura desde la escuela, fomentar que no exista la improvisación de cada colegio para decidir cuáles son las ofertas culturales que tienen que ver sus niños. Se han de evitar obras que puedan hacer que un niño odie el teatro para el resto de su vida. Habría que evitar que vieran un Don Juan cutre con la escuela. Cada vez que vamos a un colegio, al año siguiente todos los niños le piden a los profesores que nosotros repitamos. Y al final cada padre sólo ha de poner tres euros. Fomentar eso hace que en un futuro haya más gente interesada en el teatro. No puede ser que haya 2.000 personas en Mallorca que vayan al teatro. También fomentaría las ayudas para insonorizar locales, como en Barcelona, y rebajaría lo apretadas que están las licencias. Habría que dar un poco de manga ancha por mucho que fastidies a ciertos vecinos. Por ejemplo, en la plaza Llorenç Bisbal está prohibido jugar a la pelota. Hay una ley que dice que dentro de las plazas del casco antiguo los niños no pueden jugar con un balón. Y esto es porque hay unos vecinos de un barrio que está comprado por gente muy rica que aprieta de mala manera. No sé hasta qué punto hay que ceder a las peticiones de unas personas que tienen dinero para poner climalit triple en sus casas y prohibir a los niños jugar en la calle.

-Lo de pintor le viene de cuna. ¿En el teatro es Jekyll, la risa, y en la pintura Hyde, el drama?

-Pues sí. Desde que me dedico a la comedia en teatro, la otra parte se ha ido oscureciendo más. Hace medio año que estoy encontrando un punto de unión entre la pintura y el teatro porque me he metido a hacer bastante audiovisual con pintura en vivo. Arrancamos con un proyecto con Leti Gar y David Mr. Pink, y también estoy haciendo los visuales en algunos festivales. Estoy en Mercat Mutant el mes que viene y estuve en el festival de teatro visual en Sineu haciendo una pieza con Lluqui Portas, que también la vamos a presentar en Fira B! Con ella también vamos a hacer una cosa bastante parecida en el Teatre Principal con una de las subvenciones que han dado.

Compartir el artículo

stats