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Exposición

40 años de arte en Son Servera

Sa Pleta Freda conmemora su aniversario con una exposición de Miquel Mesquida sobre el inconsciente y la arquitectura interna del individuo

Miquel Servera y Antoni Esteva. MANU MIELNIEZUK

­Cuarenta veranos han pasado ya desde que Miquel Servera y Antoni Esteva fundaran la galería de arte Sa Pleta Freda de Son Servera. Ocho lustros desde aquella primera exposición del pintor barcelonés Robert Llimós y de la sugerente colectiva pictórica de Joan Miró, Llorenç Artigues, Tàpies, Guinovart, Antonio Saura o Chillida. Un fúlgido comienzo el de 1976, que con los años ha dado paso a una larga lista de artistas de primer nivel quienes, en algunos casos, comenzaron a darse a conocer en el mundo plástico gracias a esta galería. Además de los mencionados, Manolo Valdés, Guillem Nadal, Sebastián Nicolau, Miquel Barceló o Evru son otros de los más de cincuenta nombres que han ayudado a forjar la historia de una sala que, según sus fundadores, "siempre se ha movido por la búsqueda de la belleza y no por el interés comercial", y que a lo largo del año reduce a dos el número de exposiciones exhibidas.

Uno de los primeros nombres que va ligado a la galería es el de Robert Llimós (Barcelona, 1943). Hijo del también pintor Camil Llimós i Camí, el catalán, que entre 1965 y 1968 se había iniciado como pintor de la Nueva Figuración y que posteriormente pasa a una etapa de experimentación conceptual (con obras como Llimós en marcha) que le hace retornar a la pintura figurativa, dentro de una línea expresionista y otorgando mayor énfasis al color, es invitado en 1976 por Servera y Esteva, a participar en la exhibición inicial de Sa Pleta Freda. Un hecho que, junto a un anterior encargo de un mural por parte de la familia March para su residencia mallorquina de Cala Ratjada, ya deja entrever cuál será el cauce que iba a tomar su carrera profesional. En 1994, Llimós fue galardonado con el Premio Nacional de Artes Plásticas de la Generalitat de Catalunya. En este sentido, escuchadas y entendidas en retrospectiva, las palabras de Antoni Esteva no pueden estar hoy más acertadas: "nosotros solo hemos cogido, y lo seguimos haciendo, a aquellos artistas de los que hemos podido defender su obra".

Volviendo a 1978, un joven Miquel Barceló (Felanitx, 1957) se empieza a dar conocer en el panorama artístico con obras neoexpresionistas. Sin duda, su exposición en Sa Pleta Freda, después de que sus fundadores se fijaran en sus pinturas, sirvió de escaparate para su éxito futuro. Y es que en 1986 se le concede el Premio Nacional de Artes Plásticas y con los años varios premios le serán otorgados. "De nuestra galería han salido muchos premios nacionales. ¿Quién lo iba a decir?", apostillan orgullosos los responsables de Sa Pleta Freda. Un año después, en 1979, los trabajos del escultor Eduardo Chillida (San Sebastián, 1924 - ídem 2002), del pintor y escultor egipcio Steve Afif (Alejandría, 1943) y del caricaturista y pintor estadounidense Ellis Jacobson (San Diego, 1925 - Palma de Mallorca, 2013) llegan a la sala de arte. "Tener dudas en el arte es, y fue entonces, el único camino para poder ensanchar su mente futura", asegura hoy Esteva acerca de esos artistas durante los primeros años de Sa Pleta Freda.

Preguntados los fundadores por la relación que la sala ha tenido con el pueblo de Son Servera, la respuesta, acaso sorprendente por la importancia artística de las obras, es que "se ha desarrollado casi al margen del consistorio". En este sentido, Esteva enfatiza en la "casi clandestina" actividad llevada a cabo por ellos. Clandestina, "aunque fructuosa", dado el número de premios nacionales de artes plásticas cuyos artífices de la galería presumen haber expuesto a lo largo de estos cuarenta años. Entre ellos, los mencionados Barceló y Llimós, aunque también Manolo Valdés, quien expusiera allí en 1984 o Joan Hernández Pijuan, en 1980.

En este transcurso temporal, Sa Pleta Freda ha buscado (y lo sigue haciendo) artistas "auténticos", es decir, creadores de arte cuya esencia sea "única e inalienable". De ello se extrae una larga lista de nombres, cuyos carteles enmarcados y alineados se exponen en una de las habitaciones de esta laberíntica galería. Entre ellos, el de Antonio Saura (1981), Gerardo Rueda (1982), Ramón Canet (1983), Guillem Nadal (1985), Zush (1989), Maria Antonia Carrió (1989), Riera i Aragó (1993), Leticia Feduchi (1999), Felix de Cárdenas (1999 y 2012), Eduard Micus (2009), Ramiro Fernández Saus (2012), Matías Krahn (2013) o Guillermo Moreno (2014). Con todo ello, y a pesar de la dificultad de obtener una frase que englobe a todos ellos, Esteva se aventura a decir que "cuando estos artistas se enfrentaron a sus obras, realmente se enfrentaban a su propia oscuridad", al tiempo que remarca el "transparente" trabajo de anteponer la belleza al interés económico a lo largo de estos cuarenta años de historia artística en Son Servera.

Mesquida, artista invitado

Con el concepto de oscuridad como eje central, Esteva introduce en su discurso a Miquel Mesquida, artista invitado este año con motivo de la mencionada conmemoración. Así, el fundador de Sa Pleta se sincera remarcando que "Miquel ha crecido de la oscuridad para explosionar". Lo dice acerca del último proyecto del artista, Cosmotectura, que la galería acoge hasta el 9 de septiembre. Se trata de una invitación pictórica y escultórica que, basada en vivencias personales y oníricas, invita al conocimiento interno humano "acaso envuelto en simbología esotérica". En este sentido, Mesquida ha creado 125 obras pictóricas y 11 esculturas; collages pictóricos y piezas vivas a partir de elementos como la madera o el zinc, en las que se reutilizan materiales sin aparente vida útil. "Es una exposición muy egoísta", comenta Mesquida, al tiempo que reconoce "no saber" cuál era el objetivo de su último proyecto durante los primeros meses de gestación. Ahora asegura que finalmente supone una "revisión interna de los valores y del inconsciente del ser humano". Y detalla que en un primer momento sintió que "tenía que pararse y mirar hacia atrás, saber de dónde venía y hacia dónde iba". Así, un cuadro con unas bolas grisáceas representa el microcosmos del artista, su capacidad de abstracción de la realidad y la búsqueda de su conocimiento interno. Mientras, unas escaleras, ya sea integradas físicamente en un tronco de madera, o pintadas en un cuadro, simbolizan las subidas y bajadas por las que el ser humano transcurre a lo largo de su devenir vital; y que se enmarcan en una exposición que gira en torno a la ciencia, la religión, las artes y la filosofía. Por último, uno de los cuadros de Mesquida, quien reconoce estar influenciado por el neoexpresionismo alemán y la abstracción, invita a un ejercicio de reflexión cosmológica con su memento mori. Solo queda visualizarlo.

En definitiva, Sa Pleta Freda seguirá, pues, como hasta ahora, apostando por el hallazgo de nuevos artistas, que según Antoni Esteva y Miquel Servera deberán ser "auténticos", por su condición productiva "única e inalienable", y centrados en anteponer la belleza a cualquier interés comercial.

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