Un infarto al bajar del escenario, hasta ahí llega la exquisita educación de Aute. Corazón cansado, perdonen las molestias. Paga el precio de las infinitas vueltas que le ha dado en sus poemas a la víscera ahora encabritada, aunque nunca le permitió que ocupara el sitio de un cerebro de privilegio. Es el creador minucioso que no defrauda ´in vivo´, el artista agradecido por las críticas de quien memorizas canciones enteras porque todo cuadra. Ironiza sobre el cantautor. Suena fresco. Que viva Aute, sus canciones ya son inmortales. Son las cuatro y diez.
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