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Puro teatro

Aina Frau: "La represión niega al ser humano, oscurece el corazón y produce mala leche"

"No me asusta la juventud, lo que me da miedo es la irresponsabilidad" - "Cuando salió Zapatero y mostró toda aquella ilusión para sacar adelante el país, vi en él a un Pepe el Romano" - "Me indigna que quiten el dinero para comedores sociales y se lo gasten en unas segundas elecciones"

La actriz recita un fragmento de 'La casa de Bernarda Alba'. Fotos de manu mielniezuk

Se está poniendo al día de los entresijos culturales de Mallorca, donde ha regresado para quedarse. "Hay buenas expectativas con el nuevo director del Principal. Esperemos que sepa hacer del teatro un centro de producción de las artes escénicas de la isla", comenta la actriz, natural del Port de Pollença pero con casa en el barrio llonguet de Son Espanyolet. Amiga de Blanca Portillo, le irrita que el teatro clásico que se produce en el Centro Dramático Nacional no sea exportado a las salas de Palma. "Ese teatro lo pagamos entre todos los españoles", sostiene. Ha defendido personajes de Lorca, Llorenç Villalonga, Mihura, Shakespeare, Beckett, Valle-Inclán o Ibsen. Y ha trabajado con Nuria Espert, Rafel Duran, José Luis Gómez, Lluís Pasqual, Jorge Lavelli, Miguel Narros o Michael Cacoyannis, entre otros. Hoy viene a dejarse la piel como Bernarda Alba.

-La casa de Bernarda Alba lleva como subtítulo Drama de mujeres en los pueblos de España. ¿Cuál es la peor tragedia que están viviendo actualmente las féminas de este país?

-El maltrato es el más grave. He trabajado mucho en Madrid con una asociación dedicada a las mujeres víctimas de la violencia de género. Íbamos a casas, las ayudábamos. Y cuando lo ves de cerca da escalofríos. No hay distinción de clases y algunas veces las mujeres creen que porque les hablan mal no es un caso de maltrato. Y sí lo es porque se las humilla y eso provoca que ellas se menosprecien y no se valoren a sí mismas. En esa situación, se ponen al servicio del hombre. Recuerdo que a las mujeres lo que las tenía más subyugadas que el marido eran los hijos, porque tenían que cuidarlos y sin tener recursos económicos no podían abandonar el hogar y mantenerlos por su cuenta. Es un problema muy grave.

-Una de las últimas pesadillas son las agresiones sexuales en los sanfermines y en lugares festivos. ¿Es un problema que permanecía oculto o es que ha aumentado la violencia?

-Yo creo que hay más violencia. También es cierto que da mucha vergüenza decirlo. Y durante mucho tiempo se ha mantenido el discurso de que si eso estaba sucediendo era porque tú lo provocabas. Ahora parece que hay más protección. La Policía tiene gente que se dedica sólo a esto y entonces no te tratan inadecuadamente cuando dices que te han violado. Y eso ayuda a que vayas a denunciar. Muchas mujeres no se atrevían a denunciar por miedo al escarnio y a que todo el mundo supiera que las habían violado. Y lo ocultaban y se lo guardaban dentro, tal y como funciona en todos los aspectos Bernarda Alba, el personaje que he escogido para esta entrevista. Cuando eso sucede, se produce dolor, mala idea y se da la posibilidad de que se pudran los sentimientos.

-¿Qué opinaría Bernarda Alba de la libertad sexual del siglo XXI?

-Se volvería loca. Ten en cuenta que ella tiene a sus hijas absolutamente controladas y dominadas. Por eso son tan malas, porque están reprimidas. La represión es la negación del ser humano. Y todo lo que no se evoluciona en la vida, se convierte en mala leche.

-¿Sigue siendo la española una sociedad reprimida?

-Sí, pero no es exactamente igual a la crítica que hizo Lorca. El control también viene de otras partes: del propio Estado, por ejemplo, o en internet. El Estado nos vigila pero no siempre nos defiende. La represión es una de las peores cosas que existen en la sociedad porque no puedes avanzar, no puedes desarrollarte como persona. Y todo lo que te reprime hace que tu corazón se vuelva duro, malo y oscuro.

-Bernarda Alba aprobaría y brindaría por la ley mordaza.

-Es represión. Ellos dicen que es para defender que no se quemen coches o para los que van a reventar las manifestaciones... Cuando yo iba al teatro a Madrid y había una manifestación, nunca pasaba por ella. Y no iba a muchas cosas con las que estaba de acuerdo porque decía, a ver si va a pasar algo y no voy a llegar al teatro. El terror que tienes a ir a estas manifestaciones es que te detengan y eso es algo que me recuerda a otra época. Pero ahora es que son legales. Si la Policía fuera como toca y sólo detuviera al que quema el coche, no pasaría nada, pero no es así, cargan contra todo el mundo e igual te caen tres años de cárcel. O se ponen a lanzar pelotas de goma y te sacan un ojo. Es como una pelea. Me gustaría que la Policía estuviera para ayudarnos. Cuando yo era jovencita, teníamos mucho miedo a la Policía, luego la cosa se relajó, y parecía que empezaba a ser amiga. Después de la ley mordaza, empieza a ser otra vez un enemigo porque puede hacer lo que quiera. Estás en sus manos.

-¿Cuánto machismo nos queda?

-Yo quiero ser generosa con los hombres. Porque no estoy en contra de ellos. Pero es que lo llevan en la sangre. Yo pido siempre a las madres que tienen hijos que por favor los eduquen en la igualdad. Conozco a hombres que no son machistas, pero de repente te pueden soltar cosas como "te voy a lavar los platos". ¿Cómo que "te"? Es un ejemplo tontito y pequeñito, pero muy claro. Hemos luchado por la libertad de la mujer, para que pudiera trabajar fuera. Y lo hemos conseguido, pero hemos hecho un mal negocio. Porque antes estábamos en la casa pero no trabajábamos. Y ahora estamos en la casa y trabajamos.

-¿Cree que la flamante Premio Nacional de Cine Ángela Molina haría un buen papel como Bernarda Alba?

-Sí. Es buena actriz y muy trabajadora. Lo que pasa es que ahora, por suerte, hay muy pocas actrices que tengan que ver con Bernarda. Pero es como un reto dar vida a una persona absolutamente contraria a lo que tú piensas. Lorca escribió La casa de Bernarda Alba para que viéramos cómo era la Andalucía de entonces, pero en aquella época en un pueblo de Mallorca podía suceder exactamente lo mismo.

-Como a Bernarda Alba, ¿le asusta la juventud y cómo sube?

-No. Bernarda sólo sigue la tradición y es lo contrario a la evolución. A Bernarda sólo le encuentro un poquito de suavidad cuando dice que tiene que controlar a sus hijas porque ha de continuar con la tradición. Yo siempre quiero dar la esperanza de que es un personaje un poco más amable de lo que refleja.

-Hay una teoría sobre Bernarda, y es que a ella le sucedió lo mismo que a su hija Adela.

-Seguramente. No se suicidó como Adela, pero no la dejaron casarse con quien quiso sino con quien tuvo dinero. Por eso, ella hace lo mismo con su hija mayor, que es la que tiene dinero y es la que puede hablar con este hombre, Pepe el Romano, que simboliza la libertad. Tres de las hermanas sueñan con él. A mí no me asusta la juventud, lo que me asusta es la irresponsabilidad. Sí me asustan los jóvenes que vienen a Magaluf y sus prácticas.

-¿Qué político se parece a Pepe el Romano?

-A mí me gustaba mucho Zapatero. Porque tenía mucha ilusión para sacar adelante el país. Y en aquellos momentos habría sido para mí Pepe el Romano. Luego sucedieron cosas que no me gustaron. Cuando salimos de la dictadura, Felipe González también fue Pepe el Romano.

-¿En qué momentos elige encerrarse en casa, como Bernarda?

-A mí me gusta la soledad, esa soledad que cuando abres la puerta tienes dos mil amigos fuera. Me encanta cuando vengo de la playa aquí en Mallorca y me voy a la terraza de casa, hacia las 19 horas, y aún hay luz natural. Yo le llamo a eso la biblioteca. Son mis horas de lectura y en las que no me gusta oír ruidos ni nada. Son horas que te reconfortan.

-Ha venido vestida de negro tal y como demanda el personaje de Bernarda. ¿Cuál ha sido su peor luto?

-Hace dos años falleció mi compañero. Llevábamos 40 juntos. Fue muy duro. Pero soy dura de pelar.

-Sí, también superó un cáncer de mama.

-Sí. Lo padecí cuando tenía 46 años. Te quedan secuelas. Tengo muchas cicatrices en el cuerpo. Cuando me miro en el espejo y veo que no soy lo guapetona que era me digo: "Frau -porque yo me llamo mucho a mí misma "Frau"- estás viva y mira qué energía tienes y estás trabajando, pues adelante".

-¿Qué aprendió de aquella experiencia?

-Muchísimo. El cáncer me enseñó a ser más comprensiva y tolerante. Algunas veces me encuentro demasiado tolerante y todo. Siempre intento entender al otro pero algunas veces no hay que excusar tanto. También soy más generosa a nivel de emociones. Siempre me acuerdo de un momento que me marcó. La quimioterapia me la dieron en Eivissa. Un día, mientras me la estaban inyectando, al lado tenía a una señora que se iba a limpiar casas después de la quimio porque tenía que dar de comer a sus hijos. Me impactó mucho. Y me dije a mí misma: "No te quejes de nada, Aina".

-¿Por qué ha escogido a Bernarda Alba?

-Porque es un papel que me gustaría hacer. Y me gustaría hacerlo porque no tiene absolutamente nada que ver conmigo. Aunque bueno, yo soy un poquito mandona. No quiero que se cuelguen de mí y pienso que mi tiempo vale mucho, y no quiero perderlo esperando a una persona que me ha dicho que vendrá a las 17 y se presenta a las 19. Ahí no soy comprensiva porque creo que el respeto de los demás hacia mí también es muy importante. También creo que estoy en edad de hacer de Bernarda Alba. Por otra parte, también me habría gustado hacer El pelícano y Hedda Gabler. Son dos funciones para las que se me ha pasado el arroz, como decimos los actores. También he hecho algún que otro personaje maravilloso. Hice el papel de la señora Domik en la obra Eslavos, de Toni Kushner. Fue en el Teatro María Guerrero y dirigía Jorge Lavelli. Era un papel precioso. De alguna manera, ese tipo de teatro, el político-social, es el que provocó mi decisión de meterme a actriz. Esa obra analizaba la sociedad rusa post-Chernóbil.

-¿Qué hora del día le parece una pérdida de tiempo?

-Las seis de la mañana. Suelo dormir pero me parece una pérdida de tiempo despertarme a esas horas. Yo siempre digo que alguien pone las calles por mí.

-¿Cuántos amigos ha perdido y cuántos enemigos ha ganado desde que usted es muchas?

-A los amigos los he conservado porque les he dedicado bastante tiempo. Puede ser que haya alguien muy íntimo con el que la cosa esté más relajada, pero mis amigos de Mallorca, cuando yo vengo aquí, están todos. Pienso que la amistad es la red que soporta nuestras vidas. Los amigos que cuidas siempre están ahí para soportar tu vida y a ti cuando tienes cosas que contar. Por eso los cuido, es puro egoísmo.

-Si Bernarda Alba fuera una actriz de verdad, ¿le habría dicho que sí a Almodóvar?

-Almodóvar daría un punto de vista de ella como lo dio Lorca. Coincidiría con él a la hora de mostrarla. Porque ella es monolítica. Por eso siempre le busco una grieta por donde entrar. Pienso que Lorca le puso como contrapunto a la criada, Poncia. Es la única que a veces la lleva a la realidad.

-¿A qué ideología le daría su rostro?

-A la izquierda desde luego. Depende del momento, a una parte de la izquierda, porque no soy de extremos.

-¿Tiene claro ahora mismo a qué partido apoyaría?

-Ahora mismo le daría mi apoyo al que me hablara de cultura. Pero ninguno lo está haciendo ahora mismo. Y eso me asusta porque la cultura es lo que hace crecer, reflexionar, enriquecer y madurar a un pueblo.

-¿Qué ha pasado teatro adentro que le haya cambiado la vida afuera?

-Pues quizá el personaje de la señora Domik, en Eslavos. Era una mujer que tenía una hija enferma de cáncer. Y que le daba la culpa a Chernóbil de que su hija estuviera en esas condiciones. Eso me tocó de manera fuerte, pasaba por mí porque yo ya había padecido esa enfermedad.

-Usted es también una buena actriz de comedia. Ha estado con Toc Toc en Madrid durante siete temporadas. ¿Qué arma es la risa?

-Es un arma necesaria, relajante y sana. Habré hecho ese papel, el de María en Toc Toc, 1.800 veces. Estaba agotada. Además de éste, he hecho otros papeles cómicos, y no es nada fácil defenderlos.

-Participó también en dos episodios de Lorca, muerte de un poeta. ¿Qué le une al granadino?

-Pues que he trabajado mucho con Nuria Espert, y ella hacía mucho Lorca y yo he hecho mucho Lorca: Doña Rosita la soltera, Yerma y Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín. Son piezas que he representado durante muchos años. Incluso conocí a la hermana de Lorca, Isabel. Y he trabajado en Granada con Doña Rosita. Fue la primera vez que la familia del poeta permitía que en dicha ciudad se le representara porque habían prohibido sus obras por su fusilamiento. Aquel estreno fue impresionante.

-¿También de luto por los atentados en Niza?

-Es un espanto. Estamos en vilo todos. Pero el miedo tampoco es bueno porque reprime.

-¿Se quitará el luto cuando bajen el IVA cultural?

-Sí. Estaré encantada de hacerlo cuando eso suceda, porque el 21% es un abuso.

-Su carrera ha estado muy ligada a las series de televisión. Pero usted se identifica más con el teatro, ¿verdad?

-En televisión he ido haciendo muchas cositas, pero me siguen llamando más para el teatro. Mi mundo está más metido en el teatro. En tele he hecho algunas series largas, personajes fijos y otros cortos.

-A raíz de la crisis y la falta de recursos en educación, ¿cree que hay muchas familias españolas que no han salido de la situación que describe El Bola, película en la que usted trabajó?

-Y también está el tema del maltrato y todo lo que sucede en la casa. Quitan el dinero para comedores sociales pero se lo gastan para unas segundas elecciones. A mí eso me indigna porque a los políticos les pagamos para que se entiendan y hagan política. Y nos meten en otros comicios. Yo voté, pero me indigna que haya habido unas segundas elecciones.

-¿Qué opinaría Bernarda Alba sobre Manuela Carmena o Ada Colau, mujeres que están gobernando en un mundo de hombres?

-Las encerraría en una casa sin aire para que no contagiaran a sus hijas. Pero está bien que estén y que sigan adelante. A Carmena la conozco de cuando ella era abogada y cuando los crímenes de Atocha. Mientras estábamos con el ensayo general de Divinas palabras, sucedieron los asesinatos a los abogados de esa calle. Y ella es una de las que se salvó. Por lo tanto, a mí me caía muy bien. Ahora a lo mejor es más cuestionable. Ha hecho cosas que han estado bien y luego ha hecho otras que no esperaba que hiciera. Por ejemplo, en la cultura del Ayuntamiento de Madrid. De momento, no ha hecho nada reseñable.

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