Spin off.- La presente temporada operística del Teatre Principal de Palma, la trigésima, cierra con un título verdiano, más famoso por un solo tema musical que por la obra en sí. Hablamos de Nabucco, una ópera que es mucho más que Va pensiero, el fragmento que todos hemos escuchado por activa y por pasiva en múltiples conciertos corales. Va pensiero, se ha convertido en un spin off de la ópera entera, mucho más popular y conocido que la serie inicial.
¿Sinergia o antagonismo?.- La palabra sinergia significa algo parecido a "la unión hace la fuerza" o a "el todo es más que la suma de las partes". Su contrario es antagonismo, cuando ir por libre genera competencia y hace mejorar al individuo frente al grupo.
En esa producción de Nabucco que comentamos no hubo ni sinergia ni antagonismo. Las partes, en solitario funcionaron muy bien, sin competir entre sí pero el conjunto tuvo sus más y sus menos (sin sinergia). Pero por otra parte cada elemento por sí solo tampoco fastidió la labor de conjunto (sin antagonismo). Así que, ni sinergia ni antagonismo.
Veamos. Voces, muy por encima de la media. Cada una de ellas supo cantar su rol de forma notable. Maribel Ortega fue una muy buena Abigail, quizás poco teatral (¿o era el vestido?), pero eficiente vocalmente. Lucio Gallo también resultó un Nabucco correcto, tiene empaque de buen barítono, quizás peca de poco verdiano, lo imagino más como un interesante Leporello que como dictador reconvertido. Luis-Ottavio Faria cantó muy bien su papel de Zaccaria, tiene una voz potente, sobre todo en los registros más bajos (es fácil pensar que debe ser un gran Sarastro mozartiano). Ya en los papeles menos protagonistas, el tenor Enrique Ferrer como Ismaele cantó con soltura el mismo papel que repetirá próximamente en Verona y Maria Luisa Corbacho, siempre profesional, estuvo a la altura que nos tiene acostumbrados vocal y escénicamente. En los tres personajes menores, Anna, Gran sacerdot y Abdallo, los mallorquines Imma Hidalgo, Josep M. Ribot y Antoni Lliteres, respectivamente, mantuvieron el listón al mismo nivel.
El Coro, también notable. En Nabucco la masa coral es un personaje más del elenco. Nunca por debajo ni en protagonismo ni en dificultad. Y el Cor del Teatre dio un buen nivel, atento a las indicaciones y sabiendo que un contratiempo puede hundir el espectáculo. Bien en afinación y acoplamiento.
La orquesta también magnífica. Y eso que en Nabucco tiene momentos, muchos, en los que puede sonar a banda. Y no fue así. La Banda interna sonó bien como tal y la orquesta, gracias a la labor del director, Óliver Díaz, aportó su buen saber hacer desde el foso.
Emilio Sagi construyó una trama intemporal para una historia muy concreta en el tiempo. Un Nabucco con elementos de Matrix (los vestidos de los seguidores del rey babilónico) y de algún musical (la escena del Va penisiero recordaba Los Miserables) y con algunas incongruencias culturales (los judíos no se arrodillan para rezar), pero resuelta bien escénicamente, con un gran espacio central para los movimientos, delimitado por grandes muros, metáfora de la impotencia y la pequeñez humana, y con algunos elementos babilónicos, reproducciones de los que pueden verse en la sala dedicada a Nínive en el Museo Británico. El telón, convertido en barrotes carcelarios, demasiado rococó, pero efectista.
Entonces, si todo resultó más que notable, ¿por qué no lo fue del todo el resultado? Pues por esa falta de sinergia, por ese no sumar más que las partes. Dos más dos fueron cuatro, pero no cuatro coma algo. La unión no hizo la fuerza, faltó esa chispa que hace que la labor del conjunto aporte algo al total. Y es que la magia, el duende, la genialidad? surge o no surge. El azar también juega.
´Nabucco´ de Verdi
Teatre Principal de palma
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XXX Temporada d´Òpera
Solistas vocales
Cor del Teatre Principal
Orquestra Simfònica de Balears
Banda de Son Rapinya
Emilio Sagi, director de escena
Óliver Díaz, director musical
Fecha: 19-06-16
