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Guillem Gisbert (Manel)

"Este mundo competitivo provoca que a veces no podamos ser libres"

La banda que puso del revés la escena pop catalana preestrena hoy en el Quarter General Luque de Inca (a partir de las 20 horas) su cuarto disco, 'Jo competeixo'. Han explorado nuevos territorios y han trabajado con el productor Jake Aron en Nueva York. El resultado, un sonido con destellos electrónicos y con guiños a ritmos latinoamericanos o afro

Guillem Gisbert, vocalista y teclista de Manel, ayer, en Palma. manu mielniezuk

Llevan todo el día de promoción, haciendo entrevistas y firmando discos a sus seguidores en Xocolat. Cuando se le menciona a Guillem Gisbert (vocalista y letrista) que el cambio de sonido en el disco era arriesgado -del ukelele a la electrónica- asegura que "mucho peor sería que alguien te dejara de escuchar porque te repites". Buen argumento.

-Después de tres discos, trabajan por primera vez con un productor. ¿Notaban que ya había llegado el momento?

-Sí. Me acuerdo de mí mismo en el primer disco no entendiendo por qué la gente trabajaba con productores. Pensaba, con lo bien que estamos aquí los cuatro: sabemos cómo queremos que suene el disco, tenemos las ideas claras... Pensaba que trabajar con un productor suponía añadir al grupo a una persona que despersonaliza y homogeneiza la música porque la tiñe de profesionalidad en un mal sentido. En el primer disco, pienso que está bien que esté este espíritu. Y reconozco que nosotros hemos sido muy proteccionistas. Pero van pasando los años y te das cuenta que llevas tres discos así y que ya puedes abrirle la puerta a un productor.

-¿Los nuevos sonidos -electrónicos, latinos, afro- se los sugirió el productor Jake Aron o ya los tenían claros?

-Los cuatro teníamos claros los sonidos que buscábamos. Queríamos abrir la puerta a la electrónica, por ejemplo. Por otra parte, nos encantaba que en algunos discos yanquis no se necesitaran más capas sonoras que una buena batería o un bajo. Resulta que Jake también iba buscando esto: que las cosas sonaran muy bien y que no fuese necesario llenar el espectro sonoro de capas para embellecer la maqueta. Los toques electrónicos provienen de música que hemos estado escuchando durante estos últimos años. Cuando al principio hacíamos música, nos poníamos de acuerdo de una manera muy intuitiva y sencilla. Pero con el paso de los años los acercamientos que hacemos tienen que ver con canciones que compartimos. Para este disco, nos hicimos una lista de Spotify en la que había de todo.

-¿Ha cambiado algo a la hora de componer las canciones?

-Hay muchas canciones de este disco cuya idea original se ha hecho con el teclado. Y no era habitual porque yo siempre lo hacía con guitarra. Debo decir que empezar la canción con otro instrumento ya te sugiere cosas nuevas, ritmos nuevos, melodías nuevas, aunque sean las mismas notas. Cuando cambias el instrumento se te sugieren maneras diferentes de entender una canción.

-¿Lo hizo de manera consciente?

-Fue una cuestión de voluntad, de querer hacer las cosas de manera distinta porque es el cuarto disco. Queríamos darle la vuelta a las cosas. Son maneras de probarse a uno mismo.

-Las letras también han dado un giro: son menos costumbristas y más crípticas.

-Al principio, cuando escribes, por una cuestión de timidez y de ser prudente, eres mucho más literal. Y poco a poco vas intentando perder esa literalidad. Pero has de encontrar las maneras. En algunas canciones de discos anteriores, las partes narrativas estaban muy justificadas y bien explicadas. No había saltos abruptos. En este cuarto disco, hablando en términos de montaje cine, hay cortes abruptos. Con ellos te das cuenta de que igual estás creando un significado diferente. O que con ese corte pretendes que haya un poco más de misterio.

En las entrevistas siempre pone ejemplos cinematográficos. ¿Es muy cinéfilo?

Es que nuestra generación es muy audiovisual. Es inevitable porque tenemos muy a flor de piel la narrativa cinematográfica casi más que la literaria. Y las novelas de ahora están también muy contaminadas de ese lenguaje audiovisual. Hay una canción en el disco, Arriba l'alba a Sant Petersburg, a cuya coda del final la llamaba zoom out. Porque comienza con un tren que se abre y del que salen unos personajes. Y mi idea era que la cámara fuera subiendo y se fuera abriendo paulatinamente hasta que se viera el mar Báltico.

-¿Jo competeixo es autobiográfica?

-Lo es en la medida que lo son el resto. Evidentemente hay un juego y una conciencia de que pueda llegar a pensarse que es autobiográfica, pero también hay una parte que juega con este concepto y que es una reflexión sobre la competitividad. En este mundo competitivo en el que vivimos, muchas veces no somos libres porque no sabemos si nuestras decisiones o nuestros deseos vienen por cosas que se nos pasan por la cabeza o por el entorno o la comparación con los demás.

-¿La gente va a conciertos en Barcelona? ¿La escena funciona?

-Hace un año y medio que no doy conciertos así que no sé si ha cambiado la escena. Tampoco soy un gran usuario de la misma. No capto exactamente el pulso del día a día. Mi experiencia como grupo es que desde que empezamos la cosa sigue yendo bien. Desconozco si hay más público ahora que hace cinco años. Lo que sí sé es que hay una serie de marcas para nuestra generación como el Heliogàbal, o el bar este de Gràcia...

-El Heliogàbal ya no puede hacer música en directo.

-El Heliogàbal, donde nosotros empezamos a tocar, tuvo problemas con los vecinos y les llegó una multa muy bestia. De momento les han prohibido hacer directos. Y están pendientes de una resolución. En cualquier caso, la historia de este lugar para la ciudad es muy importante. Y el hecho de que esté cerrado es un hito para nuestra generación. No sé si esto supondrá un final o no, o si después vendrá otra cosa.

-Se supone que Ada Colau impulsará la música en directo en los bares. ¿Qué le parece la medida?

-Bien. El hecho de que se permita música en vivo en una ciudad es importante. Pero entiendo que los vecinos tengan que descansar. Esta medida de Colau ha de venir con muchas garantías y entiendo que quien se queja no es el demonio. Es muy positivo para la salud de una ciudad que haya música en directo y que genere un público que no tiene por qué mucha audiencia. Lo importante es que irá generando una cultura y un tejido artístico.

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