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Entrevista

Natasha Zupan: "La belleza es un mensaje poderoso porque aporta esperanza"

"Mi obra tiene algo de puzzle, de piezas que van encajando unas con otras a lo largo de mi carrera"

"Intento pintar a diario", afirma Natasha Zupan.

-La exposición que exhibe en la Fundació Coll Bardolet de Valldemossa, bajo el título Desdoblando el tiempo, coincide con otras dos que presenta en ciudades de EE UU. ¿Le falta tiempo para desarrollar su arte?

-Ese es un concepto interesante, porque el arte para mí es un proceso de desarrollo constante, y es necesario ese tiempo para que sedimenten las ideas, los conceptos con los que trabajas. En ese sentido creo que mi obra tiene algo de puzzle, de piezas que van encajando unas con otras a lo largo de mi carrera, y es obvio que ese resultado no cristaliza de manera inmediata. Me sorprende la idea de "inspiración súbita" que algunos manejan en el mundo del arte. En mi caso la obra surge de un proceso creativo muy laborioso. Muchas de mis técnicas plásticas precisan de ese tiempo para que los materiales vayan cuajando. Me parece muy reveladora esa relación entre el tiempo necesario creativo y el tiempo necesario de la materia.

-La muestra de Valldemossa se puede visitar hasta el 12 de junio. ¿Qué encontraremos?

-Es una síntesis de muchos años de trabajo. Tal y como está el arte hoy, creo que treinta años de carrera profesional en este mundo es un dato que por sí solo ya da mucha información sobre un artista. Hace poco un galerista me comentó entre risas que pertenecíamos a la "resistencia". Mi obra trata de la yuxtaposición de las emociones en el tiempo, y una manera de expresarla es confrontando la tradición y la cultura clásica con la subjetividad contemporánea. Trabajando con técnicas muy diversas trato de reflejar cómo el tiempo es capaz de entretejer la materia y la luz, generando emociones.

-¿En qué ciudades de EE UU exhibe obra y qué selección ha realizado para ambas?

-En Boston y Miami. Preparar las tres exposiciones a la vez me ha permitido desarrollar ese collage del que hablaba en todo el sentido de la palabra. Hay una dialéctica clara entre lo figurativo y lo abstracto. Expuse en la feria de Context Miami en diciembre de 2015 con una galería que me animó a seguir este camino. Reconozco que esa tensión me ha complicado mucho el proceso creativo.

-¿Sobre qué reflexiona últimamente Natasha Zupan?

-Me interesa el paso del tiempo, sus efectos sobre la materia y al mismo tiempo sus efectos sobre las emociones, en constante cambio. Sin embargo, mientras la materia envejece, las emociones, como la energía, sólo se transforman. Intento plasmar esa evolución en varios tipos de representación. No se trata de traducir un mundo que conocemos, sino de abrir otro atemporal, táctil, lleno de sensaciones y memorias entrelazadas.

-¿Cuándo y cómo se le manifestó su pasión por el arte?

-Creo que nací con este destino, literalmente figlia d'arte. Mi padre es pintor, y es evidente que eso influye. Siempre supe que sería artista, y luché mucho para conseguirlo. Mis padres vinieron a Mallorca en 1967 buscando la luz del Mediterráneo para la obra de mi padre. Otra decisión más que debo agradecerles.

-¿Qué papel desempeñó su padre, Bruno Zupan, en el desarrollo de su vocación?

-Gracias a él nací prácticamente con pinceles en la mano. Hay complicidad y respeto. La muestra de Boston la hacemos juntos desde hace años. Es un gran artista y me ha enseñado mucho. Aunque nuestra obra sea completamente diferente, hablamos el mismo lenguaje.

-¿Cuáles son las claves de su lenguaje artístico?

-He vivido en Estados Unidos, Francia, Italia y España. Sus idiomas y sus culturas forman parte de mi proceso de aprendizaje personal y profesional. Ese mestizaje ayuda a entender que el collage sea el lenguaje principal en mi obra. Uso capas de acrílicos, tintes, acuarelas, pigmentos, oro, telas, vestidos, cera, fotografías y óleos, y las relaciono a través de referencias clásicas, mitológicas o renacentistas, pero también con otras contemporáneas.

-¿Qué significa ser artista?

-Es una vocación y un compromiso con una forma de entender la vida. Y por supuesto una profesión, con todo lo que eso conlleva de sacrificio. Picasso dijo que "todos nacemos artistas, pero algunos perseveramos".

-¿Por qué eligió Valldemossa para residir?

-Cuando Robert Graves le pregunto a Gertrude Stein qué le parecía la isla ella respondió: "Es el paraíso, si lo puedes soportar." Así es, un paraíso. Vivo entre Mallorca y EE UU, pero mi alma esta anclada aquí. Me gusta su ritmo de vida. En Valldemossa tengo la paz, la luz y el silencio para desarrollar mis ideas.

-¿Necesita Mallorca siempre como lugar para la inspiración?

-Sí, la luz, los colores, y la naturaleza un tanto dramática de la Tramuntana que transmite una energía creativa difícil de explicar. Es mi elección y no he debido equivocarme tanto, porque cada vez que me voy enseguida echo de menos la isla.

-¿Pinta a diario?

-Lo intento. La disciplina es fundamental para ser artista. La inspiración te tiene que pillar como a un buen cocinero, en los fogones y con las manos en la masa.

-¿Es muy exigente consigo misma?

-Sí, pero no en el sentido de una forma de ser, sino de una necesidad. Creo que no hay otro camino si quieres que tu obra sea auténtica. Quiero decir que no me parece una opción, sino más bien un requisito de calidad artística.

-¿Qué le aporta que personajes famosos de todo el mundo, como Michael Douglas, tengan cuadros suyos?

-No hago esas distinciones. Para mí toda la gente que tiene obra mía es importante porque a mí me demuestra una sensibilidad. Que sean famosos no cambia mi manera de entender el arte. A algunos quizás les impresione o busquen ese camino, pero para un artista es más importante estar en un museo.

-¿Qué significó para usted el encargo de Mattel con motivo del 50 aniversario de Barbie?

-Fue una inmensa alegría profesional, pero también personal. Traía Barbies a Mallorca de muy pequeña cuando nadie las había visto. Jugaba con ellas en la Marina de Valldemosa, y las prestaba quince minutos a otros niños a cambio de una bolsa de pipas o un trozo de regaliz de fresa. Así que hacer la pieza para Mattel fue un honor, pero también una vuelta a mi infancia.

-¿Cuál es la esencia de su obra?

-Puede parecer una palabra tabú en el arte contemporáneo, pero me da igual: la belleza. Creo en la continuidad de la historia y en el intercambio cultural como forma de comunicación. Dicen que el arte ahora tiene que aportar un mensaje, pero la belleza en sí misma es un mensaje poderoso, porque aporta esperanza. Eso hoy es algo más necesario que nunca. Yo intento atrapar en mi obra lo que puedo.

-¿Qué ganaría su país con un presidente como Donald Trump?

-Es preocupante. El mundo está cambiando muy rápido, y la gente exige cambios y respuestas inmediatas a problemas muy complejos. Ese es el caldo de cultivo perfecto para que surjan personajes como Trump. Cada sociedad tiene sus características propias, y Trump no deja de ser otra manifestación de un populismo de reality show que también crece en Europa.

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