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Entrevista

Quimi Portet: "Admiro a los animales por su dignidad"

"Me hice músico para huir del mundo. La música me lleva a otros mundos, mágicos e inquietantes"

Quimi Portet, compositor, cantante, guitarrista y productor.

-Por el título de su nuevo disco alguien podría pensar que usted padece bipolaridad.

-No. Realmente el título del disco no tiene nada que ver ni con la zoología ni con la psiquiatría. Tenía esta canción, Ós bipolar, la que da título al disco, a medio hacer, y estaba encallado con el texto, hasta que vi un documental en la BBC en el que una millonaria británica enseñaba su casa, en la que tenía un oso polar disecado en el salón. Un "bear polar"... Un chiste fácil y pueril, lo reconozco, que me hizo mucha gracia y me sirvió para desencallar el texto.

-¿Ni siquiera en el escenario sufre o ha sufrido trastornos en el comportamiento?

-Puedo tener otros muchos defectos, incluso de tipo psicológico, pero la bipolaridad no es uno de ellos. Más bien soy peligrosamente monopolar.

-En la portada de su anterior disco aparecía un mono, en este un oso le da el título, hay canciones que se llaman Cavall y Peix... ¿Está obsesionado con los animales?

-Cuando tienes una edad más joven y hay un entusiasmo de tipo lírico, emocional, sentimental... pues aparecen muchas señoritas y señoras en las canciones. A medida que uno se hace madurito van desapareciendo las señoras y hay que rellenar esos paisajes musicales, y en este caso aparecen los animales. No me gustaría parecer frívolo pero siempre he sentido una gran admiración por los animales y por su dignidad.

-"Tinc una bèstia a dintre meu", cantaba en Oh My Love. ¿Sus canciones obedecen a pulsiones animales?

-Yo no me hago ilusiones. Todos nosotros tenemos un 100 por 100 de zoología. Lo que pasa es que somos un animal que se lo ha montado muy raro y ha llegado a una sociedad compleja con comportamientos muy complejos y simbolismos muy difíciles de entender. Pertenecemos de una manera rotunda al reino animal, por más gafas, pantalones, coches y aviones que tengamos, eso son pequeñas industrias de este primate.

-A punto de cumplir los 60, ¿ha notado grandes cambios en su modo de componer?

-Tengo que hacer una comparativa entre los trabajos de juventud, en los que el entusiasmo, la ilusión, el proyectarse hacia el futuro con inconsciencia pero con una gran vehemencia, es realmente la gasolina que te empuja hacia adelante. Eso obviamente se va perdiendo en una carrera de una trayectoria ciertamente larga en mi caso pero aparecen otras cosas, como el gusto por el propio oficio.

-¿Concibe sus discos como un ejercicio poético?

-Todos mis discos empiezan como un juego, puramente musical. La letra generalmente llega al final de todo. Al principio los concibo como una huida, como una evasión total. La música me lleva a otros mundos que no tienen por qué ser mejores pero son mágicos, inquietantes, diferentes de la realidad en la que vivimos. Y si eso es poesía, pues los concibo como una forma poética. El texto requiere de una sistematización de aquello que empezó como un juego, de un método y un orden, y me gusta, una vez está la palangana llena de sonidos y de emociones y paisajes sonoros, organizarlo hasta que tiene forma de canción popular contemporánea.

-¿Para eso se hizo músico, para huir del mundo?

-Definitivamente, sí. Hay otros músicos, a los que respeto y admiro muchísimo para los cuales la música es una herramienta para mejorar el mundo y denunciar situaciones de injusticia pero en mi caso tengo que reconocer que el nacimiento de esa vocación fue en una dirección totalmente diferente. En mi infancia y preadolescencia la música me permitía alejarme de una realidad que consideraba siniestra y sórdida y me ha quedado ese punto. Ahora no considero la realidad sórdida ni siniestra, me encanta la realidad en la que vivo, pero continuo disfrutando de ese viaje y sé humildemente cómo se hace ese viaje hacia otros mundos que tu mismo construyes.

-En los últimos años ha girado con Joan Miquel Oliver, quien también deja su impronta en el disco.

-Oliver es un crack, un músico fuera de serie y a pesar de su humildad, un guitarrista sobresaliente.

-¿Qué sintió durante la revitalización, aunque efímera, de Los Burros y Los Rápidos?

-Con Manolo nos separamos como grupo pero como amigos siempre hemos mantenido el contacto. Ha sido un placer y esperamos repetir siempre que sea posible, porque los dos tenemos carreras muy espesas que demandan tiempo y atención. El Último de la Fila no volverá nunca. El Último somos Manolo y yo pero también es esa época. Sería una impostación demasiado grande.

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