Lin Utzon lleva años intentando codificar artísticamente el lenguaje de la fuerza cósmica o la energía del universo, "de donde provenimos nosotros y todo lo que nos rodea", asegura, aludiendo principalmente a la naturaleza, la materia prima de su trabajo como escultora y pintora. La hija del célebre arquitecto Jorn Utzon, que vive y trabaja en S'Horta, ha sido invitada por la Fondazione Giorgio Cini (en la isla San Giogio Maggiore) para intervenir en un palacio y los exteriores con su proyecto Cosmic Dance II. La inaguración, integrada en el programa paralelo de la Bienal de Arquitectura de Venecia, se celebrará el próximo 26 de mayo.
La propuesta, que fue presentada ayer en Es Baluard, está formada por más de 200 piezas escultóricas y 124 pinturas y fotografías. "Las piezas más grandes, que bailan al ritmo de ese baile cósmico, estarán instaladas en el muelle", desvela Utzon. El conjunto conforma en su totalidad una instalación unitaria. En sólido blanco y negro. "Pienso que el color distrae mucho y por eso he optado por trabajar sin ellos. Pensé que ello me daría la posibilidad de captar algo de ese baile del cosmos", asegura.
El proyecto lo descorchó en Mallorca hace 22 años. "Siempre había dibujado la naturaleza y cuando me cambié a la casa de S'Horta, donde tengo un taller nuevo, decidí concretar todo este trabajo", relata.
La artista pudo mostrar parte de su investigación en el Museo de la Naturaleza de París, donde se despertó la curiosidad de la Fondazione Giorgio Cini, quien le propuso la exposición, ahora apoyada por el IEB y varias institucciones danesas y australianas.
Utzon lleva años investigando el uso de la cerámica tradicional mallorquina. La adapta para construir instalaciones generalmente de grandes dimensiones a partir de la experiencia desarrollada con Pere Coll en Pòrtol con los siurells.
Su trayectoria siempre se ha relacionado con la arquitectura por sus trabajos en tres dimensiones. "Empecé con la decoración artística de una iglesia que proyectó mi padre en Dinamarca", concede. Y posteriormente ha seguido centrada en obras de gran formato, como un enorme mural en los Yerba Buena Gardens de San Francisco.
La artista danesa confiesa que acabó dedicándose al arte porque los estudios se le resistían. "Era disléxica y zurda. En lugar de obligarme, mis padres me dejaban dedicarme a cosas creativas", apunta.
Tienen las obras de Utzon un aire oriental muy marcado. Ella lo reconoce. "Viví durante casi tres meses en Japón. Adoro su estética casi histérica y todas esas acciones extremas para llegar a la belleza absoluta", sostiene. "Por otra parte, mi lado escandinavo es muy ordenado, por eso me encanta esta isla, en la que todo es más libre e inmediato", explica.
Utzon valora el aislamiento que le proporciona Mallorca. "No voy a inauguraciones, yo disfruto estando en mi rincón, creando. Y aquí lo puedo hacer", asume.
La artista, que ha vivido en distintas partes de Europa, afirma estar "muy preocupada" por el continente. "He conocido una Europa que no era ni tan conformista como la de ahora ni tan rígida. Por eso me gusta esta isla: aquí puedes ser lo que eres y la gente te deja en paz".
La creadora declina criticar el Palau de Congressos. "No hablaré de él hasta que no esté terminado", sostiene prudente. "La Ópera de Sídney de mi padre recibió críticas y ahora es un monumento", argumenta. Pese a la espectacularidad del edificio australiano, la artista confiesa que Can Lis (Portopetro) es, de los proyectos de su progenitor, su favorito: "Es una escultura integrada en las rocas".
