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Entrevista

Ruper Ordorika: "Bebo de muchas fuentes y trato de que estén abiertas, que corra el agua"

"Atxaga ha sido el oyente que uno necesita cuando empieza, el que valora tus pequeñas cosas"

Ruper Ordorika, ayer en la taberna vasca Jai-Alai, en Palma. manu mielniezuk

-Este viernes en el Teatre Mar i Terra de Palma (20,30 horas) y el sábado, en Sa Congregació de sa Pobla (21 horas). ¿Qué colocará en su atril?

-Interpretaré canciones de todas las épocas, no me centraré en un solo disco de mi trayectoria [el último, Lurrean etzanda, de 2014] ; y habrá alguna canción tradicional.

-Sorprende que con 35 años de carrera no haya tocado nunca en Palma.

-Actué en su momento en el festival de jazz de Sa Pobla y también en Alcúdia, pero no en Palma. Estoy encantado de volver a la isla. Es un motivo de alegría.

-¿Qué recuerda de su primera visita, en 1997?

-La primera vez que vine a Mallorca supuso para mí todo un descubrimiento. La idea que irradia esta isla está muy ligada al turismo y uno cuando llega comprende porqué, por la belleza extraordinaria de sus lugares, pero luego descubres que hay todo un mundo detrás muy rico. En este sentido yo era un completo ignorante. Sigo siéndolo pero ahora conozco a muchos artistas de aquí, caso de pintores o músicos, como la Bonet.

-¿Se declara fan de Maria del Mar Bonet?

-He compartido escenario con ella en más de una ocasión, aunque hace ya tiempo. Sin duda es una gran cantante, todo un referente de la música cantada en catalán, una embajadora inmejorable.

-¿Dos años sin nuevas canciones son demasiados?

-Estoy trabajando en ello y tengo que decidir en cuestión de semanas si hago un disco este año o no. Tengo trabajo adelantado pero aún no sé si lo grabaré. Yo trabajo siempre de un modo muy artesanal. El País Vasco es pequeño en estas cuestiones y bueno, tenemos la suerte de que después de un tiempo encontramos ciertos caminos en un mundo, el de la música, que está muy apaleado.

-¿Siempre encuentra motivos para componer?

-Sí. Esto es un aprendizaje. Es verdad que hay momentos en que te sientes menos dado para componer pero yo veo el mundo a través de la música, de mis canciones.

-¿Dónde tiene clavadas sus raíces Ruper Ordorika?

-Por un lado me atan mis orígenes, la lengua vasca, el mundo que mueve mis afectos; y por otro, mi tiempo, el rock, que no es un tupé sino una música popular que me ha ayudado a entender un poco más el momento en el que vivimos.

-¿Qué temas reconoce como recurrentes en su cancionero?

-Bebo de muchas fuentes y no muchas veces hago canciones sobre un tema en concreto. Cantar en una lengua minoritaria que no es la corriente en muchos terrenos, te hace pensar mucho sobre ello y quizás hay temas relacionados con esa perspectiva que toco más de una vez. Me gusta mucho relacionarme con el mundo estrictamente literario y aunque un buen poema no hace necesariamente una buena canción a menudo me gusta basarme en poemas escritos. No me corto en este sentido y trato de dejar la fuente lo más abierta posible, que corra el agua.

-¿Qué aprendió en el grupo literario Pott, junto a Bernardo Atxaga y Joseba Sarrionandia?

-En muchos casos han sido el oyente que uno necesita cuando empieza, el que valora tus pequeñas cosas. A menudo la música vuela por encima, bajo radar, y lo que hacemos no es lo más popular.

-Volviendo a la composición, ¿se ciñe a reglas establecidas?

-No soy una persona metódica y me muevo en el desorden, es lo que hay. Como dijo alguien [se refiere a Leonard Cohen, al recoger el Príncipe de Asturias de las Letras]: si supiera de dónde vienen las buenas canciones iría allí más a menudo.

-"Con mis canciones cada vez más busco tranquilidad y efectos balsámicos", ha confesado.

-Lo de tranquilidad no lo tengo muy claro. Nosotros formamos parte de una comunidad muy convulsa por momentos y no sé, llega un momento en que verdaderamente me salía de dentro una especie de mensaje positivo, aunque suenea entrenador de fútbol.

-¿Cuál es su primer recuerdo musical?

-Siempre digo que yo soy el chaval ese de gafas que te mira cuando estás montando en una plaza. Desde muy pequeñito sentí una atracción por la música y recuerdo estar ahí antes de los conciertos de los domingos por la tarde para el baile. Era una fijación total.

-¿Qué queda del joven de los 80?

-Pues yo creo que mucho más de lo que se pensaría porque al final esa búsqueda de la canción y de esa sonoridad que te haga ir un poco más adelante está ahí, exactamente igual que los comienzos. Es curioso. Cuando pienso en ello me digo: "parece que has cambiado mucho más", pero el primer aliento sigue ahí.

-¿Por qué prefiere la grabación analógica y no la digital?

-Cuando grabas con una cinta no puedes permitirte estar pinchando y repitiendo. Tienes que entregarte a lo que estás haciendo en ese momento y supone una actitud muy diferente en el estudio que me gusta. Supone atrapar el momento.

-¿Ocho apellidos vascos está en su videoteca?

-No, pero no por nada. Yo vivo en otro lado. No la he visto aunque sé que ha sido un fenómeno y conozco a algunos de los que han formado parte de la película.

-¿Por qué no hay diálogo en Europa sobre los temas importantes, como el de los refugiados?

-Los temas importantes se rigen por algo muy alejado del diálogo. Hay fuerzas que ni siquiera intuimos y guían nuestros pasos desde hace mucho tiempo.

-¿Qué cuerpo le deja esta España nuestra?

-España tiene que reformarse en muchos aspectos. Vivimos con un tremendo despiste y no sabes ya a que atenerte.

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