Son veinte autores y la mayoría no se conocían entre sí. Los jóvenes dibujantes de la isla han encontrado un nexo de unión y un escaparate de su trabajo en la nueva revista de cómic Deriva, planteada en parte como aquellos magníficos ejemplares de El Víbora o Nosotros somos los muertos, pero en clave local. El éxito del primer número ha permitido, seis meses después, que el segundo acabe de ser presentado en Casa Planas en el marco de una exposición con originales. Edicions del Despropòsit es la editorial que publica la revista y su responsable, Pau Castanyer, apostó por este proyecto desde el primer momento por ser un trampolín para los jóvenes emergentes. La idea de emprender la publicación fue de su actual director, Miquel Noguerol, que se quedó sorprendido por la poderosa cantera balear. "La primera intención era dinamizar el mundo del cómic y también potenciar que se practicara el oficio de las viñetas con historietas que fueran de una página a ocho, un formato intermedio que desapareció con el cierre de las revistas", comenta Noguerol. "El caso es que hemos visto a bastante gente que está dispuesta a hacer cómic porque en este segundo número la participación ha sido elevada", asegura. Tanta, que algunas páginas verán la luz en un tercero. En total, acaban de publicarse 12 historias de 20 autores. El volumen tiene 64 páginas, el interior es en blanco y negro y se han tirado 500 ejemplares.
En cuanto al nivel, el director editorial asegura que es elevado. "Hay mucho potencial", considera. Los autores que han publicado en Deriva tienen entre 20 y 40 años y se dividen entre estudiantes o gente formada en Bellas Artes o Ilustración, autodidactas puros o autores también bregados en otras disciplinas, como el poeta y artista gráfico Francisco Javier Barrera.
Uno de los dibujantes de este número, Gonzalo Aeneas, que es de los pocos junto a Sebastià Cabot y Pau Arévalo que tiene un libro publicado, señala que uno de los factores más interesantes de la revista es que te ofrece una gran libertad de estilo y temas, algo inusual cuando se trata de publicar un álbum en una editorial. No en balde, en Deriva se han incluido locuras como un cómic experimental sin dibujos de Barrera (La nau); otro de Pere Salvà sin texto y muy underground (Hole of demons); historias más cotidianas y de juventud como Puta merda, de Agus Ripoll y Sebastià Cabot; la de un iluminado neohippy que vive en Estellencs y trata de cambiar el gobierno del pueblo, firmada por David Riera; la de un futuro distópico de Pere Banek; o el metacómic de Pau Arévalo, entre otras probaturas interesantes.
Además de revistas como Deriva, todo este grueso de artistas, a quienes les podemos sumar Pato Conde, Jaume Albertí, Jaume Font, Daniel Serrano, M. A. Garcias, Carlos Riera, Carles El Saure, Pepmi Garau, Francisco Jota-Pérez, Motxuel, Jaume Garcias, Mota, Carles Jofre, Mar Oliver o Ihrlie Serra (el sector femenino es muy reducido), es también el protagonista y productor natural de fanzines. "Aquí están empezando, pero en Barcelona y en Madrid hay muchísimos proyectos de este estilo autoeditados", señala Cabot.
Uno de los coordinadores de la revista y también autor aparte de librero en Gotham, Jaume Albertí, apunta que, además de publicar los pinitos y probaturas de autores noveles y de otros que no lo son tanto, Deriva es una apuesta por el cómic local en catalán.
Pepmi Garau, más dedicado a la animación, cree que una buena manera de conseguir más difusión para la revista -que actualmente se distribuye también en algunos puntos de Barcelona- sería conseguir la implicación de autores importantes y consagrados, "lograr al menos que participen con una página". También aplaude la recuperación del formato de una a ocho páginas. "En internet, también hay gente que para promocionarse publica cada día una viñeta, pero pienso que el webcómic es otro género distinto a lo que hacemos en la revista y que ha de tener su propio desarrollo", sostiene.
Para Pau Arévalo, que publicará un cómic con Despropòsit de cara al Dia del Llibre, la revista permite la continuidad de un personaje o una historia por capítulos. "También te permite depositar embriones de historias que hasta ahora sólo podías presentar a concursos de cómic", señala. "La idea es muy buena porque también conoces a otros dibujantes con los que a lo mejor puede salir algún otro proyecto", reflexiona.
