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Cuatro de los alumnos más brillantes del Conservatorio Superior analizan su futuro y dan algunas claves sobre una profesión que "no está normalizada" y choca con "muchos impedimentos"

Laura Pérez, Margalida Castell, Isabel Riera y Ferran Montero. B. Ramon

La de músico es "una carrera de fondo", en la que "nunca terminas de formarte realmente", afirma Laura Pérez, una de las cinco personas que el pasado 23 de marzo recibió el Premio Extraordinario de Fin de Carrera, "un honor" del que pueden presumir muy pocos alumnos del Conservatorio Superior.

Esta distinción, que "figurará siempre en el currículum y sin duda ayudará", es solo un paso más, importante, eso sí, en una formación musical que ahora, concluidos los estudios del Superior, Pérez advierte "que todo empieza a funcionar".

"De cara al curso que viene me planteo hacer un máster de interpretación de piano en Madrid y compatibilizarlo con mi labor pedagógica, que es lo que ahora hago sobre todo. También tengo algunos proyectos musicales de conciertos. En mayo participaré como solista con la Banda Municipal de Palma", adelanta.

Alcanzar las metas a las que ha llegado Pérez y el resto de alumnos premiados no es un ejercicio fácil. Al contrario. Solo se supera "estudiando mucho y cultivando el interés", reconoce Ferran Montero, uno de los alumnos más brillantes de la especialidad de Pedagogía.

Durante la carrera los estudiantes se enfrentarán a todo tipo de obstáculos, aunque el "momento más duro" llega "cuando coinciden los estudios profesionales con la ESO. Te falta tiempo y tienes que robárselo al sueño", apunta.

Pero con todo se puede, si se ponen "codos y paciencia", agrega Isabel Riera, otra de las alumnas mejor posicionadas del Superior. Su idilio con la música se remonta a su infancia, cuando sumaba cinco años. "Elegí el clarinete porque en la banda de mi pueblo hacían falta estos instrumentos. Si hoy empezara volvería a elegirlo. Tiene muchas posibilidades a la hora de tocar, por sus matices y colores", comenta.

Su pasión por el clarinete le ha llevado a participar en uno de los objetivos más ambiciosos del Conservatorio, el de la Academia de la Simfònica. Un proyecto que ha empezado este año y que según explica el director del Superior, Albert Díaz, "ofrece al alumno una posibilidad para autosubvencionarse sus estudios en el centro".

Para la Academia se escogieron a 25 alumnos de diversos centros: del conservatorio, de Alemania, de Colombia... El Superior aportó el 70 por ciento de estos alumnos. Tuvieron que pasar por una prueba previa en la que había cinco miembros en el Tribunal (el director del Superior, músicos de sa Simfònica, el concertino...) "Fueron unas pruebas duras de selección", afirma Díaz.

"Cuando nos dieron la posibilidad de poder participar en el proyecto de la Academia me pareció genial", recuerda Riera. "Poder tocar con una orquesta profesional sin ser profesional y además tocar una obra de Mahler, sinfonía que es de mis preferidas... Quería superar esa prueba. Fue una experiencia fantástica", subraya.

"En el conservatorio -continúa- hacemos conciertos con directores de orquesta reconocidos pero no es lo mismo tocar con tus compañeros que con 50 profesionales, algo que te produce una tensión máxima, brutal, porque tienes que estar a su altura. Impone mucho. En los ensayos estuve como un flan pero aprendí mucho".

Los nervios y la ansiedad son compañeros de viaje de los músicos y en ocasiones se convierten en protagonistas. "Ante un concierto importante, como es tocar con la orquesta como solista, suelo soñar que llego al escenario y se me olvida todo", asegura Laura Pérez.

Y qué decir de la inseguridad. "La de músico no es una profesión normalizada en este país, sobre todo aquí en Mallorca, donde hay muchos impedimentos. La escena de música moderna está muy mal, en materia de conciertos. Está sin regularizar y necesita muchas mejoras. Poder tocar en un sitio sin tener que preocuparte de nada es muy difícil. No solo es difícil para los músicos, también para los locales, pues les ponen muchos impedimentos para poder desarrollar un concierto en directo", explica Margalida Castell, destacada alumna de la especialidad de jazz y música moderna y representante de los estudiantes en el consejo ejecutivo del conservatorio.

"Hay que fomentar una infraestructura de calidad para los intérpretes y eso pasa por crear más orquestas, crear puestos de calidad dentro de las orquestas, más conservatorios, proteger los derechos de los profesores, mejorar la imagen de la música en la educación secundaria y primaria para así concienciar a la sociedad y que en el futuro sean oyentes de las orquestas... Queda pendiente un trabajo muy duro", opina el jefe de estudios del Superior, Bernaldo de Quirós.

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