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Crítica de ópera

Para perder la cabeza

Cita histórica.- En efecto, cita histórica, musicalmente hablando, la del pasado jueves en el Teatre Principal de Palma. Y van tres en lo que va de año. Primero fue la Segunda de Mahler, nunca antes programada, luego la Misa en si menor de Bach y ahora esa Salomé. ¿Demasiado? ¡No! Nunca es demasiado. El Arte no cansa. O sí Pregunten a Stendhal que enloqueció ante la Santa Croce florentina.

De todas maneras, lo que se demuestra con esas propuestas antes impensables es la buena labor de nuestros programadores y de nuestros músicos. No solamente de barroco italiano, de clasicismo vienés o verismo italiano vive el melómano mallorquín. Desea más, por eso acude masivamente a las citas novedosas.

De pies descalzos a cabezas cortadas.- Jaume Martorell debería prodigarse más por esos lares. Nuestras instituciones deberían contar con él más a menudo. Pues las veces que ha puesto su toque escénico siempre ha sido para bien. Ya en Cala Rajada (ha llovido desde entonces) y con sólo cuatro ideas propuso una lectura solvente de una ópera de Literes, posteriormente en Palma vistió muy bien, con unos pocos recursos, el último acto de Parsifal de Wagner una Semana Santa para recordar. Hace unas temporadas ilustró escenas del Anillo wagneriano en el mismo Teatre Principal que ahora le ha encomendado esa producción semiescenificada de Salomé de Richard Strauss.

Martorell ha hecho como el universo, ha creado espacio expandiendo el que ya existía. Con la orquesta, numerosísima, sobre el escenario parecía imposible organizar ningún tipo de movimiento. Quedaba poco margen de acción. Pues bien, Martorell se ha sacado de la manga, con ingenio naturalmente, una manera de hacer, unos movimientos que hacían olvidar la semiescenificación. Lo que vimos fue ópera, no concierto. Con un vestuario intuitivo ha personalizado cada personaje, con elementos visuales como tronos y sedas, ha delimitado espacios. Magnífico de pies a cabeza. De los pies descalzos de la protagonista a la cabeza cortada de Jokanaan, todo sensual y dramático al mismo tiempo.

¿Cantantes? Sí, actores también.- En efecto, el grupo vocal fue de primera línea. Nicola Beller-Carbone hizo una Salomé adolescente, consentida, loca, pero también sensual y caprichosa. Cantó de maravilla el difícil y exigente papel, y como actriz consiguió hacer creíble el paso de la lujuria a la locura. Si Jokanaan pierde literalmente la cabeza, Salomé la pierde en sentido figurado.

El Jokanaan de Mark S. Doss es claro y potente en lo vocal y sencillo y consecuente en lo escénico, como debe ser un asceta del desierto. Espléndido el Herodes de Peter Svensson, con muchos recursos vocales y tablas teatrales, igual que su querida Herodías, papel que cantó y representó de forma potente Iris Vermillion.

Al mismo nivel los otros papeles, no menores pero sí más breves. José Manuel Sánchez cantó un Narraboth de sobresaliente, tiene voz de sobras para el papel. Fredérique Sizaret utilizó muy bien su amplio registro de mezzo, Tomeu Bibiloni (que viene de cantar Bach muy bien), Josep Miquel Ribot (siempre tan profesional), Antoni Aragón (un clásico que no defrauda), Antoni Lliteres, Roger Berenguer, Joan Carles Falcó y Miguel Solá (un veterano inteligente) dieron la talla escénica y la nota musical. Muy, pero que muy bien.

Timbre straussiano.- Como ocurre con los grandes compositores, la orquesta en Strauss debe conseguir el timbre adecuado para seducir. Nuestra orquesta lo consiguió con creces. Debidamente aumentada sonó a Strauss como suenan las grandes formaciones. Pocas veces (¿nunca?) había sonado tan bien en el escenario del Teatre Principal. Soberbio el color, la afinación, el timbre. Cada sección vivía por separado el evento y aportaba su grano a la sinergia general. Con esa orquesta todo es posible. Si ahora ha sido Salomé, mañana podrá ser Electra, Tanhauser, o Rosenkavalier. ¿Por qué no? No son sueños son realidades.

A las órdenes de esa batuta mágica, de ese musicazo que es Guillermo García-Calvo, nuestra formación ha conseguido un nivel de orquesta de ópera internacional. Bravo maestro.

En resumen, un espectáculo de primer orden. Mallorca puede con Strauss, como puede con Wagner. Dos compositores que desde ahora mismo debemos exigir que estén en la plantilla de nuestras temporadas de ópera futuras.

Salomé

teatre principal de Palma

*****

Salomé de Richard Strauss

Solistas vocales

Orquestra Simfònica de Balears

Temporada de ópera

Jaume Martorell, dirección escénica

Guillermo García-Calvo, dirección Musical

Fecha: 10-03-16

Próxima función: Domingo, 13 de marzo a las 18 horas

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