Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

A tiro

Lo nuevo

Estamos a las puertas del día en que se producirá una sublevación general contra la tiranía de lo nuevo, contra la coacción y la angustia de no quedarse atrás, de estar al tanto de las últimas tendencias, de las propuestas rompedoras. Es posible que muchos comisarios-estrellas se vean forzados a buscarse la vida como sea en las renacidas academias de dibujo artístico o como guías de turismo. O que los críticos de arte más punteros se apunten a cursillos de escritura para reaprender a expresarse por escrito de manera inteligible. O que gigantes como Twitter o Facebook cierren las cuentas de los comunicadores culturales por orden judicial o real decreto. O que las tiendas de lienzos y materiales artísticos revivan con la venta masiva de caballetes y paletas de pintor. Evidentemente, todo lo hasta aquí escrito es una paja mental retrofuturista y paródica que no llegará a ocurrir, pero creo que el péndulo ha cambiado de sentido y lo que se busca ahora es mayor solidez. Un buen abrigo contra la convulsión permanente de lo último son esos museos intermedios que hay en cualquier ciudad y a los que casi nadie hace mucho (o tanto) caso. En Palma tenemos el Diocesano, el mejor espacio para disfrutar de buenas pinturas góticas o barrocas con recogimiento. Otro espacio, mucho más turístico, pero también mediano y que en breve inaugurará una gran retrospectiva del fotógrafo mallorquín Toni Catany es La Pedrera de Barcelona. La muestra abrirá sus puertas el próximo día 15. El proyecto pretende revelar un Catany diferente al que se ha conocido hasta ahora. O al menos, abordarlo desde un punta de vista diferente. Etiquetada a menudo de "clasica", "tradicional" o "neopictorialista", e incluso de "nostálgica", la obra de Catany responde a veces muy poco a estos epítetos. Porque también es una obra audaz, ligada a su tiempo, sembrada de sorpresas: una obra moderna. En concreto, el hilo argumental de esta exposición es la ida y la vuelta: entre Llucmajor y Barcelona, entre el Mediterráneo y el resto del mundo, entre el interior y el exterior, entre los proyectos y los recuerdos, entre las técnicas fotográficas del pasado y las tecnologías de hoy día. Todos estos movimientos se alimentan en una búsqueda apasionada: glorificar la belleza y encontrarse a uno mismo. Una meta diametralmente opuesta a la obscenidad de estar al tanto de las últimas tendencias, de las propuestas rompedoras, de lo nuevo. En definitiva, de epatar.

La semana que viene el Teatre Principal tendrá presumiblemente a su nuevo director-gerente. Y con gran probabilidad se levantará la polémica (déjà vu Copado) por un proceso que los propios actores han criticado duramente. Hace unas semanas llegaron a mis manos las bases del año 2008 en las que se convocaba la plaza de un gestor para la Fundació Casa Museu Llorenç Villalonga, Pare Ginard i Blai Bonet del Consell de Mallorca, la misma institución que es responsable del teatro. En ellas, sí se especificaba la puntuación por los méritos acreditados y por tanto quedaba más claro qué perfil se estaba buscando. ¿Por qué motivo la convocatoria para el teatro es menos transparente que la de la casas-museo? ¿Por qué no se ha hecho exactamente igual? Sin duda, esta legislatura será recordada por los extraños concursos de la izquierda.

Joan Valent repetirá como director artístico del Festival de Pollença. Tal y como ha podido saber este diario, el consistorio pollencí desea estrictamente una programación musical. No habrá cine ni literatura. Qué pena.

Compartir el artículo

stats