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Carlos Zanón

"Se habla demasiado de novela negra, está a un paso de caer mal"

"La sociedad actual está muy aislada, ha perdido el concepto de comunidad y en ella somos mercancías" - "Las novelas siempre son las cosas que podrían ser y no fueron, los caminos y las decisiones que no tomamos"

Carlos Zanón (Barcelona, 1966), en Palma. guillem bosch

-En su último libro, Marley estaba muerto, el maltrato machista atraviesa varios relatos. ¿Por qué ha elegido este tipo de violencia?

-No fue premeditado. Cuando fui recopilando los cuentos, me di cuenta de que en tres o cuatro estaba presente esa violencia desde distintos puntos de vista. Es terrible porque es la que se produce en el ámbito más privado, que es aquel donde se supone que tendrías que sentirte protegido.

-Hay un ingrediente que diferencia a esta violencia de otras: detrás de ella, supuestamente hay amor.

-Sí. Es complicado, porque en realidad habría que desactivar la manera que tenemos de comportarnos en las relaciones desde hace siglos. En el Romanticismo se identificaba estar enamorado y el amor con el dolor y el echar de menos. Muchas veces te acuerdas más de la persona que te trató mal que de la que te trató bien. Hay que explicar que pasarlo mal no es amar. Hablamos de amor cuando a veces sólo es dependencia o necesidad. Tendríamos que revisar todo eso. Y tendríamos que estar con gente que nos hiciera mejores y nos hiciera crecer, y no más pequeños o más vulnerables. Esto se tiene que explicar desde pequeños en casa y en la escuela.

-¿Qué ingredientes básicos ha de tener una novela negra?

-Ha de funcionar: tiene que ser un reloj que dé las horas. Da igual como sea el reloj, si más barroco o más funcional. Tiene que tener tensión, ha de tener una carga de violencia que no tiene por qué ser física, también puede ser social o psicológica. Tiene que empatizar con el lector, en el sentido de interpelarle. Y se ha de explicar una trama, es decir, no ha de ser un ejercicio del autor consigo mismo.

-En estos momentos se habla de "nueva novela negra". ¿Está de acuerdo?

-Sí. Se está rompiendo la idea de que la novela negra es una novela policial. La novela negra no sólo es la novela policial. Ahora ya no importa tanto quién ha hecho algo y por qué, como cuáles son las circunstancias que llevan a que pasen esas cosas o cuáles son los componentes sociales o personales para que algo negativo suceda. Las causas de los crímenes y el ambiente en que se mueven los personajes han ganado peso y es lo que más interesa en estos momentos. Hoy día casi casi puedes escribir una novela negra sin que haya muertos.

-Proviene del mundo de la poesía. ¿Se puede relacionar la mirada poética con la mirada negra?

-Yo lo que hice fue trasladar a la prosa lo que me interesaba para la poesía. No cambié el chip. En la poesía me interesan la intensidad, la emoción, el coger del cuello al lector y no dejarle. Y luego el uso de un lenguaje determinado. No hay que utilizar necesariamente un lenguaje plano para una novela negra, puedes utilizar un lenguaje que sea más rico, lleno de imágenes y de juegos de palabras. Chandler también lo hacía. Por ejemplo, en El largo adiós, para describir a un matón dice que era como una araña encima de un pastel de limón. Por otra parte, cuando yo escribo nunca miro directamente sobre el objeto de la trama sino que mi mirada se dirige un poco a los márgenes, a las cosas que pasan alrededor. Y eso es muy poético.

-Muchas series de televisión beben directamente de la novela negra.

-Nos retroalimentamos todos. Ahora el problema para un escritor es decir: "voy a hacer una novela que nadie me pueda decir de ninguna manera que es negra". Es decir, tú ahora escribirías Lolita y te dirían que es una novela negra, o Crimen y Castigo.

-¿Se está hablando demasiado de novela negra?

-Sí. No pienso que haya burbuja. Lo que sí creo es que se está dando el calificativo de "novela negra" a cosas que no lo son. El hecho de que haya un asesinato no convierte una novela en negra. En una novela negra los personajes son ambiguos, cuestionables, el héroe no es claro, sino que éticamente es censurable. Se encuentran en situaciones de las que tienen que salir pero cada vez que lo intentan va empeorando la situación. Hay un final que siempre es pesimista. Se mueven por cosas como la lujuria, el dinero, el deseo... Es muy difuso. Pero Lolita no es una novela negra aunque haya muertos. El foco es otro. Hoy en día se pone la etiqueta de "negro" de manera muy ligera y parece que lo inunda todo. Cuando algo lo inunda todo, está a un paso de caer mal.

-Un personaje negro de la actualidad.

-Me gusta mucho como personaje el capitán del Costa Concordia. Ese señor que para vacilar a una chica acerca el barco a la costa, empieza a hundirse, coge un barco, se salva él, llama a su madre y se mete en el hotel en la cama. No sé si es negro, pero es un personaje muy extremo.

-¿Y los protagonistas de los casos de corrupción?

-Tienes que tener un punto en que puedas sentirte cercano a ellos. A mí me costaría mucho entender a tipos como Jordi Pujol o Matas. Puedo llegar a hacer un gran esfuerzo para entender a una persona normal que en un momento de debilidad pueda robar, pero a los ladrones de guante blanco o a los de las preferentes, no.

-La novela negra es novela social y un reflejo de la disfuncionalidad social. Se está haciendo más novela negra que nunca. ¿La sociedad está más podrida que antes?

-No. La novela negra, aparte de denuncia o reflejo, también es novela de evasión. Si te coges una novela de Simenon, te pasas la tarde entretenido. Aunque la sociedad funcionara perfectamente, también habría novela negra. Todas las épocas son la misma época y todo parece que es un desastre. Lo que sí me parece es que la de ahora es una sociedad muy aislada en la que se ha perdido el concepto de comunidad y del valor de las cosas. Yo me crié con mis cuatro abuelos y con cierta comunidad en una calle. Yo ahora no sé quiénes son mis vecinos. El capitalismo nos ha convertido en mercancías a las personas. O sea, tú antes estabas en una relación y no te funcionaba y la intentabas arreglar. Ahora la cambias porque te metes en internet y puedes quedar con cuatro tíos o tías, y sin complicaciones. Si no damos lo que el otro espera, nos cambian o lo cambias tú. Es tan fácil como meterse en internet, contar cuatro mentiras y esa noche ya puedes tener sexo. En ese proceso hemos perdido algo. Lo hemos perdido porque los medios han facilitado esa inmediatez y a la gente que nos ha querido vender móviles y ordenadores les ha importado cero cargarse un tejido humano.

-¿Ambientaría una novela negra en esta Cataluña en pleno proceso soberanista?

-Cuando cayó el muro de Berlín, se pensaban que era el fin de la historia, de las religiones, etc. Algo que parecía inamovible, sucedió. Hay movimientos sociales que son producto de la voracidad de los que tienen mucho, que creen que los que no tienen nada nunca se van a quejar. Y eso lo genera todo: desde las primaveras árabes hasta lo que está sucediendo en Cataluña. El origen de lo que está sucediendo es un descontento económico histórico. Hace 15 años opciones claramente independentistas eran el 10% de la población. Ahora les han votado el 48%. Aquí ha pasado algo. Yo creo que la novela para que sea verosímil ha de estar insertada en su tiempo. Y que la función del escritor es tener una mirada lúcida y no quedarse en el cliché. Yo pongo pinceladas de éstas en mis libros, pero tampoco muchas porque a mis personajes les da igual quién mande y la bandera. Su situación no va a cambiar mucho.

-Colm Tóibín: "No puedo escribir de algo que no he perdido".

-Está muy bien esa frase. Estoy de acuerdo. Las novelas siempre son las cosas que podrían ser y no fueron, los caminos que no tomamos o las decisiones que no tomamos. De ahí esa noción de pérdida a la que yo añadiría otra: la infancia. Todos escribimos desde la nostalgia de haber perdido la infancia.

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