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Arte

La Fundación Juan March ´exhibe´ el sonido

El museo inaugura la exposición ´Arte sonoro en España (1961-2016)´, un recorrido por cerca de 200 obras de una veintena de artistas

Una de las instalaciones de la muestra. b. ramon

­Emite ondas sonoras durante ocho minutos cada media hora. Ésta es la frecuencia con que suenan los tubos de la instalación de Bosch&Simons (Mirlitones) que pende de la cúpula acristalada del Museu Fundación Juan March. La primera pieza que el visitante se encuentra a la entrada del museo es arte que entra por los oídos. Una declaración de intenciones dado que el centro de la calle Sant Miquel inauguró anoche -con un programa de radio- la exposición Arte sonoro en España (1961-2016), cuya intención reside en presentar las raíces y distintas trayectorias de este tipo de arte además de establecer un diálogo con las obras presentes en la propia colección del museo.

Los comisarios José Iges y José Luis Maire han buscado conscientemente la convivencia de piezas sonoras con las visuales, atendiendo tanto a las maneras en las que el sonido pone en cuestión el espacio expositivo tradicional como a las formas en que su exhibición puede resolverse. En el primer piso, donde arranca la colección, a una obra plástica de Alfonso Albacete de 1979 donde se representa el taller del artista se le enfrenta un monitor que difunde colores y radiofrecuencias del artista LUGAN, dos espacios de trabajo o lienzos muy distintos sobre los que trabajaban dos artistas coetáneos. En esta etapa originaria del arte sonoro, cuando todavía no existía el término, se encuentran las aventuras de la música experimental y la electroacústica de la segunda mitad del siglo XX. Igualmente fundamentales fueron la llamada escritura experimental, la práctica de la performance, la utilización artística de nuevos medios y soportes de grabación y difusión sonora, así como los diálogos con otros géneros del arte. "En los años 60 se abrieron paso en España una serie de nuevos comportamientos artísticos que tenían en común el uso del sonido en el arte. Sobre todo hubo dos fenómenos de las décadas de los 60 y los 70 sin los que no se puede explicar la presencia del sonido en las artes: las actividades del grupo ZAJ a partir de 1964 y la celebración de los Encuentros de Pamplona en 1972", explica Iges. En Pamplona, y junto a ZAJ, fue presentado el trabajo de dos artistas españoles pioneros en ese periodo: Isidoro Valcárcel Medina y Luis García Núñez (LUGAN), el primero en el arte conceptual y el segundo en el arte electrónico interactivo. Junto a ZAJ y LUGAN destacaron en esas décadas figuras e iniciativas que aparecen en otros espacios de la muestra: la actividad en Madrid de Problemática 63 o la revista Sonda, publicada entre 1967 y 1974; así como la figura de Juan Eduardo Cirlot (del que puede escucharse una poesía sonora situada junto a un cuadro de Cuixart) o la actividad en España del miembro de Fluxus Wolf Vostell. En concreto, en la exposición puede contemplarse la intervención o proyecto (Sara-jevo) que éste realizó en la Fundación Pilar i Joan Miró en 1994.

La siguiente parada en el recorrido corresponde a la pieza de Xabier Erkizia, realizada ex professo para la muestra. El artista ha realizado una fonografía del edificio del museo que desvela las sonoridades inesperadas de su arquitectura.

En una estancia en la que reinan los enormes formatos de las geometrías de Palazuelo, el color de José Guerrero y la abigarrada composición entre pop y surrealista de Luis Gordillo, se presenta una isla de soportes expositivos volumétricos que acoge, precisamente, uno de los soportes sonoros más minúsculos: los casetes. Si el arte sonoro ha tenido en la radio un espacio idóneo de difusión, la casete, el disco de vinilo o el compacto, por citar varios de los soportes más difundidos, han sido por lo general sus contenedores principales. La mayor parte de los casetes que se muestran en la March son de la década de los 80 y 90 y han sido producidos fuera de los circuitos del mercado, a saber, fueron editados por los propios artistas sonoros. Hay cintas de Pedro Bericat, Juan Creck, Francisco Felipe, Pablo A. Giménez, Luis Mesa o Víctor Nubla, entre otros. A poca distancia, es posible ver el diálogo que se establece entre dos pinturas del Equipo Crónica y la obra audiovisual Eleccions-crisi (1978), de Francesc Abad y Ramón Santos. A continuación, el espectador podrá escuchar las piezas de Javier Maderuelo y José Manuel Berenguer.

Muro sonoro

En el espacio dedicado a la abstracción geométrica en la colección del museo (ya en la segunda planta), vuelve a darse el caso de una obra sonora relacionándose con la plástica, como es el caso de las piezas de Elena Asins. En la siguiente estancia, hay una selección de 20 vinilos intencionadamente mostrados como si formaran un muro sonoro. Y una recopilación de discos compactos. Entre ellos, cabe destacar la serie de RAS (Revista de Arte Sonoro), una iniciativa editorial promovida por José Antonio Sarmiento desde la Facultad de Bellas Artes de Cuenca, o las propuestas de Óscar Abril Ascaso, Miguel Ángel Coria, Isidoro Valcárcel Medina, José Iges y Concha Jerez, casos en los que el soporte de grabación sonora se plantea como medio artístico. Una de las piezas con mayor carácter físico de toda la exposición son los Grifos sonoros del pionero LUGAN, presentados en la Bienal de Sao Paulo de 1973, que, además de con su sonido, compiten en presencia material con las piezas de Frederic Amat, Miquel Barceló, Manolo Valdés o Ferran García Sevilla. Completan la muestra, obras de Eva Lootz, Juan Navarro Baldeweg, José Luis Alexanco, Esther Ferrer o José Luis Castillejo, entre otros.

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