Si en las pasadas temporadas de ópera el tema de los celos estaba cubierto por el Otello de Verdi, referente teatral y musical de la duda amorosa, este año el Teatre Principal cubre ese apartado con dos emblemas del verismo italiano: Pagliacci y Cavalleria Rusticana, dos títulos que juntos inauguran mañana domingo (20h) el ciclo anual que llega a su trigésima edición.

La tradición de ofrecer en una misma gala esos dos títulos data de 1893 cuando el Metropolitan de New York así lo propuso. La idea cuajó y desde entonces casi siempre se presentan producciones conjuntas. Hay que decir que la duración de cada uno de los títulos (poco más de una hora cada uno de ellos) permite el binomio.

Los payasos también lloran.- Pagliacci de Ruggiero Leoncavallo va de teatro dentro del teatro y contiene una de las arias para tenor más conocidas e interpretadas en recitales y conciertos. Vesti la giubba (fragmento también conocido como Ridi, pagliaccio), al final del primer acto, está en el repertorio de todos los grandes tenores. Enrico Caruso, Mario del Monaco o Giuseppe Di Stefano entre los clásicos y Plácido Domingo, Luciano Pavarotti o Roberto Alagna entre los más modernos han sido muy buenos Canio, el payaso que canta esa hermosa canción justo después de descubrir la infidelidad de su esposa y antes de maquillarse y vestirse para la función que debe representar. Lágrimas interiores, sonrisas para el público.

La popularidad de este tema ha aumentado después de haber sido utilizado en diversas películas como parte de su banda sonora. Es el caso de Los Intocables de Brian de Palma.

Las lágrimas del payaso, el mito del payaso que sufre tras la máscara blanca, se convierte en el tema central de esa obra grande, no por su extensión sino por la calidad de todas sus escenas.

Un intermedio sin pausa.- Cavalleria Rusticana de Pietro Mascagni se estrenó en 1890, dos años antes que Pagliacci. De hecho el éxito de la primera inspiró a Leoncavallo, que empezó la composición de la que sería su ópera, no la única pero sí la que se ha mantenido en cartel desde su presentación (Leoncavallo estrenó otros títulos aunque ninguno ha conseguido el clamor popular de Pagliacci; uno de ellos, La Bohème, utiliza el mismo tema que inspiraría años después a Puccini).

A Cavalleria Rusticana le pasa lo mismo que a Pagliacci. No es la única ópera de su autor, Mascagni, aunque sí la única que se sigue representando (otra, L´amico Fritz, se ofrece muy de tarde en tarde).

Verismo en estado puro. Verismo, el movimiento literario y musical que aparece como contraposición al romanticismo de la época y que resalta las historias reales que cuentan la vida de las clases menos pudientes. Con Cavalleria, primero, y con Pagliacci después se abre el camino que llevará a Puccini, el gran verista, que estrena Le Villi en 1884. En el verismo los aristócratas dejan paso a los campesinos y trabajadores. Los salones de los palacios se convierten, sobre el escenario, en buhardillas y plazas de pueblo.

Por lo que a Cavalleria Rusticana se refiere, el cine también ha sido muy importante a la hora de popularizar algunos de sus fragmentos. Así, por ejemplo, se muestra una representación de esta ópera en El Padrino III de Francis F. Coppola y el precioso Intermedio instrumental (que no es un intermedio para separar dos actos, sino un fragmento orquestal) aparece en la banda sonora de Toro Salvaje de Martin Scorsese.

Curiosas las versiones que de ese momento sinfónico han realizado cantantes como Plácido Domingo, Andrea Boccelli, Josep Carreras, Kathleen Battle, Angela Gheorghiu o la histórica soprano Frieda Hempel entre otros, añadiendo al acompañamiento original el texto de la oración Ave María.