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Entrevista

Valérie Tasso: "Meterme en la prostitución hizo que me reconciliara con los hombres"

"Quiero hacer lo que me da la gana sin hacer daño a nadie ni a mí misma. Esa es mi moral y mi ética"

Valérie Tasso, ayer en Dolce Love. guillem bosch

-¿Cuándo y cómo se le manifestó la atracción de lo prohibido, lo incorrecto, lo vedado?

-De pequeña ya era insoportable. A los cuatro años me escapé de casa con mi osito de peluche rosa y mi impermeable negro. Lo hacía todo al revés para hacer rabiar, para llamar la atención. Siempre he sido muy rebelde. A los 14 ya salía con chicos. Lo que pasa es que tenía algo muy bueno: era una extraordinaria estudiante. Pero lo que empezó como una rebeldía se volvió una forma de autoconocimiento. Las normas están para transgredirlas. Lo importante es saber reconvertir una situación que puede ser compleja en un momento dado en algo positivo.

-¿Lo ha conseguido?

-Creo que sí porque cuando realmente empecé a transgredir mucho ya tenía cierta edad y mi cabeza estaba bien amueblada. Yo iba para cónsul.

-¿Por qué decidió ejercer la prostitución?

-Siempre me ha fascinado la prostitución ejercida de manera libre, que no tiene nada que ver con la trata de personas. Yo hago lo que me da la gana con mi cuerpo. Es mi cuerpo. Yo me metí porque después de vivir con una persona que me dejó sin un duro necesitaba dinero rápido, que no fácil. Meterme en ese mundo hizo que me reconciliara con los hombres, porque tenía una imagen pésima de ellos. Solo había vivido con un hombre, que no estaba bien de la cabeza, y generalizaba. He conocido gente de todo tipo pero el balance es positivo.

-¿Y por qué decidió hacerlo público?

-Porque estaba harta de los estigmas. Siempre se veía a la prostituta como una mujer vulgar, sin educación, con mini falda... Pues perdona, yo tengo un doctorado, iba para cónsul y hablo varios idiomas. Quise dar la cara e ir a por todas. Esta es mi historia y me lo he pasado bien. Poca gente lo entiende, y entiendo que no lo entiendan. Hemos pasado de una sociedad muy represiva a otra hipersexualizada. Ambas son tiránicas.

-¿Por qué le ponemos barreras a la sexualidad?

-Porque la sexualidad es el mejor reflejo de la condición humana y cuando conoces muy bien la condición humana evidentemente hace que nos sintamos más vulnerables.

-Hablar de sexo dejó de ser tabú.

-Hablar de sexo ya no es tabú, es el propio sexo el que es tabú. Hablar de sexo entre risas y haciendo bromas es una manera de esconder el sexo. Antes ocultábamos el sexo, ahora lo ocultamos con la sobreexposición.

-¿Qué desean las mujeres?

-Eso es lo que se preguntó el padre del psicoanálisis, Freud. No encontró respuesta y seguimos sin tenerla. No se puede generalizar.

-¿Qué desea Valérie Tasso?

-Que se pueda hablar de la sexualidad sin tener que esconderse detrás de cierto pudor, sin sonrojarse. Cuando la gente no lo hace es tremendamente infeliz.

-Me refería a nivel sexual.

-Bueno, tengo un historial bastante grande. Lo que quiero es poder hacer lo que me da la gana sin hacer daño a nadie ni a mí misma. Esa es mi moral y mi ética.

-Tras ejercer la prostitución de lujo y haber conocido todo tipo de prácticas, desde el sadomasoquismo al "orgasmo masivo y prolongado", ¿aún le quedan mundos por explorar?

-Afortunadamente, sí. Todavía soy muy joven. El sexo forma parte de la identidad, un tema muy bonito de tratar pero muy complejo. La identidad es algo plástico, no es algo que se fije. Tu identidad se va haciendo hasta que te mueres. Si te dijera que lo he explorado todo, te mentiría. Ojo, tampoco me apetece explorarlo todo. Por suerte tengo lo que creo que la gente ha perdido: la capacidad de asombrarme. Cuando el ser humano pierde la capacidad de asombro, cae en desgracia. Yo soy una privilegiada al haber podido elegir aunque no siempre ha sido así en mi vida. En mi consulta de sexóloga me asombro cada día, me asombro pero no juzgo.

-¿A quién le recomienda juguetes eróticos?

-A todo el mundo. Una tienda como Dolce Love no es una panadería pero las parafarmacias eróticas lo que tienen de bueno es que, a diferencia de las tiendas eróticas, el personal tiene cierta formación. En una parafarmacia erótica se puede entrar solo para conocer el área de salud sexual, o para comprar unos preservativos, trabajar el suelo pélvico, algo que también deberían hacer los hombres, o adquirir un juguete. A diferencia de un sex shop, donde uno coge lo primero que ve para pasar desapercibido, en las parafarmacias eróticas te asesoran de modo natural, como si comprases una aspirina, con el fin de que uno se lleve lo que realmente necesita. La salud sexual está muy bien pero lo fundamental es la educación.

-¿Cómo podemos mejorar la educación sexual entre los jóvenes?

-A ver si los gobernantes se ponen las pilas. La educación sexual forma parte del Ministerio de Sanidad. ¡No podemos vincular la sexualidad con la clínica! Porque entonces patologizamos. La educación sexual debería formar parte del Ministerio de Educación. ¿Y quién tiene que hacer educación sexual? El sexólogo. Ya hay algunas comunidades autónomas que contratan para sus escuelas a sexólogos. Nosotros siempre vemos la sexualidad desde nuestra visión de adultos y cuando hablamos de sexualidad y niños, la gente piensa: qué barbaridad. Pues no. Habría que proteger a los niños de la mirada que tienen los adultos de la sexualidad. Hay que educar sexualmente desde los valores, no desde un problema. Si solo se hace salud sexual se apuesta solo por la prevención. ¿Contra qué? Contra enfermedades, por lo tanto empiezas a hablar de problemas.

-¿Fantasear con el sexo es sano?

-Faltaría más. Imagínate un árbol que necesita agua. La fantasía es para el deseo el abono necesario para una vida sexual plena. Quien diga que no tiene fantasías, miente. Lo que ocurre es que no lo reconocen. La fantasía suele ser muy transgresora, no entiende de juicio moral porque justamente es algo que se queda en ti. Fantasear es imprescindible. Si se reprime, surgen problemas sexuales.

-¿Qué nota le pone a los españoles en la cama?

-Medir es terrible. Cuando creas una medida en la sexualidad creas a su vez unos discapacitados. Medir o poner notas es ridículo.

-¿También lo es la famosa frase: "el tamaño importa"?

-También. Una mujer puede tener relaciones sexuales maravillosas y plenas con un pene pequeño. Vivimos en una sociedad muy fálica.

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