Diario de Mallorca

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Crítica de música

Nixon en China, Shakespeare en Manhatan

There's a place for us.- Hacía tiempo que no me emocionaba en un concierto. Y pasó de nuevo el pasado jueves en el Auditòrium de Palma mientras sonaba la melodía bernsteiniana del Somewhere. Lágrimas incluidas. Y no fue para menos; nuestra Simfònica, la que hemos visto nacer y crecer durante los últimos veintiséis años, rozó la perfección, como pocas veces la ha rozado. Ese momento, qué digo momento, el concierto todo quedará en el recuerdo colectivo de los melómanos que tuvimos el honor y el placer de asistir. Sí, hay un lugar para el disfrute, somewhere. Todas las secciones, sin ningún pero, estuvieron a la más alta altura posible. Podríamos citar a cada uno de los instrumentistas que bien merecen el reconocimiento. Sería larga la lista. Cuerdas, maderas, metales, piano, arpa, percusión? cinco estrellas para todas las secciones. Con esa batuta dinámica, rítmica, precisa, idílica incluso de Alastair Willis, la formación supo seducir y embelesar.

Mao baila foxtrot.- Si las Danzas de West side story que acompañan la versión neoyorquina de la historia de Romeo y Julieta que inspiró a Bernstein cerraron el programa, éste se había abierto con un foxtrot minimalista que John Adams había pensado que bien podía bailar Mao pues lo quería incorporar a su ópera Nixon in China. Ya aquí pudimos sospechar que no estábamos ante un concierto más, sino que se adivinaba algo superior, como así fue.

Errol Flyn en Mallorca.- El carismático actor, que estuvo en Mallorca en la década de los cincuenta poco podía imaginar que las bandas sonoras de algunas de sus películas sonarían a pocos metros de sus lugares de copas preferidos convertidas en un Concierto para violín y Orquesta por Eric Korngold que sonó también en la primera parte. El violinista Benjamin Schmid triunfó el jueves con una interpretación riquísima en matices, afinada, tensa e intensa de esa especie de suite que pide a gritos imágenes. Triunfó como hace setenta años lo hizo Jascha Heifetz con la St. Louis Symphony el día del estreno. Ovación entonces, ovación ahora. Ambas merecidas.

El clímax de Barber.- Korngold recicló partituras que acompañan imágenes para convertirlas en un concierto singular. Samuel Barber hizo lo mismo con una melodía inspiradísima que ideó para un cuarteto pero que versionó para una orquesta de cuerdas y para un coro. El Adagio de Barber, que figuró también en ese programa monográfico de música americana es la sublimación de la melodía, que va desde un inicio melancólico hasta un clímax necesario y esperado. La maestría del director y el buen hacer de nuestros músicos, convirtió, una vez más, ese lirismo y esa explosión sonora en éxtasis.

Oquestra Simfònica de Balears

Auditòrium de Palma)

*****

Benjamin Schmid, violín

Alastair Willis, director

Obras de Adams, Kornglod, Barber y Bernstein

14-01-16

Demasiados impactos, demasiado gozo en una misma noche.

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